2015: cuatro

Por unos segundos pasa por mi mente que no es una buena idea lo que estamos haciendo y debería regresar de inmediato. Para ello, tengo dos fáciles opciones; abrir la puerta del auto y saltar, aunque este se encuentre en movimiento y muy probable morir, debido a que estamos en carretera o decirle que me regrese a casa de mis tíos, ambas son terribles, en una fallezco y en la otra quedo en ridículo como una cobarde y Daila Martinez es todo menos una cobarde, así que termino desechando ambas ideas y sigo en silencio moviendo la cabeza al ritmo de la música y observando el paisaje por la ventana.

Ninguno de los dos dice algo, no es un ambiente muy agradable, pero tampoco es incómodo, debido a que ambos estamos centrados en nuestros pensamientos. Yo no dejo de pensar todos los posibles lugares a donde me va a llevar, pero cada uno se va desechando al ver que nos encontramos saliendo un poco de la ciudad, cosa que me resulta demasiado extraño, es una cita, lo más normal es ir por un helado, a comer o hasta un parque de atracciones, pero jamás me ha sucedido o he escuchado de alguien más, que sea llevado a un lugar fuera de la ciudad y pensándolo bien, tiene algo de sentido por qué dijo que me vistiera casual y cómoda.

Alec se encuentra concentrado en manejar, lo que me lleva a aprovechar para mirarlo de manera despistada, su cabello rizado castaño se encuentra de una manera perfectamente desarreglada, es complicado hasta para mí entender como eso es posible, sus rizos caen en su frente y tienen la altura adecuada para cubrir toda su frente, pero no sus cejas. Ahora mirándolo así, no veo cómo es posible que soporte su vista cada vez que platicamos, con solo imaginar que puede voltear a verme estoy segura que bajaré la mirada, tratando de evitar la suya, hasta que mi yo confiada se apodere de mis acciones y me arme de valor para confrontarlo.

Tararea la canción con bastante pasión, pero no produce ningún sonido o al menos yo no logro escucharlo. Me quedo embobada observando sus carnosos labios pigmentados un poco de rosa, hasta que el auto gira y vuelvo a mirar hacia afuera temiendo que se haya dado cuenta de lo que estaba haciendo.

Por fin, luego de 45 minutos aparece frente a nosotros el lugar desconocido para mí, hay dos arcos indicando la entrada y tienen en grande escrito el nombre; Parque ejidal San Nicolas Totolapan, miro a Alec para intentar entender lo que está ocurriendo a mi alrededor porque estoy por completo pérdida, el chico ignora mis notables ansias de entender el plan que tiene en mente. Sigue avanzando hasta adentrarnos más al lugar, el cual se va volviendo más sorprendente, todo es por completo naturaleza, no importa hacia donde volteé, cientos de árboles nos rodean y yo me encuentro fascinada.

Estaciona el automóvil y me quito de inmediato el cinturón para bajar y comenzar a observar mejor como si fuera una niña pequeña, pero al ver que estoy por abrir la puerta, estira su enorme brazo impidiendo que lo haga, lo cual hace que lo mire muy confundida y gire mi cuerpo hacia él.

—Me dijeron que una de las cosas que más querías era acampar rodeada de naturaleza — sonrío alegre—, así que por eso estamos aquí. Tengo todo un plan de hoy y para que sea más emocionante no puedo decirte.

—Vamos Alec, dime de una vez por todas el plan, quiero saber, necesito saber —suplico juntando las manos, colocándolas en mi pecho he intentado verme lo más tierna posible, lo que hace que él sonría de una manera increíble que solo hace que quiera lanzarme a su rostro para llenarlo de besos.

—Si te lo digo, se arruina lo divertido —habla y baja del carro, dejándome sola, de inmediato lo sigo pidiendo que me cuente todo lo que haremos.

Avanzamos juntos por el camino marcado, yo no puedo parar de mirar hacia todos los lados, tratando de ver lo mayor posible del lugar. Casi salgo corriendo cuando a lo lejos logro ver varios venados caminando libres, pero antes de hacerlo, tomo la mano de Alec y los dos lo hacemos.

Miro a los animales conviviendo entre sí, ignorando a las personas alrededor, no puedo despegar mi vista de ellos, hasta que escucho el sonido de la cámara al tomar una fotografía, muevo la cabeza en busca de dónde provino el sonido y es el chico con el celular en la mano sonriendo viendo la foto que acaba de tomar, por un instante no me preocupa ya que pienso que Alec es el que se la tomó, pero una parte de mi se asusta y le pido verla, duda unos segundos y gira su móvil mostrando como salgo por completo fascinada mirando a los animales, lo miro sonriendo sin mostrar los dientes y algo ruborizada.

Seguimos caminando. Estoy demasiado emocionada por estar aquí, siempre les pedí a mis papás venir a un lugar parecido donde pudiéramos pasar la noche y disfrutar lo grandiosa que es la naturaleza, pero por sus ocupaciones nunca se pudo hacer nada, así que Alec se haya tomado el tiempo de averiguar a donde ir en nuestra primera cita, que no fuera nada común y que sin duda estuviera encantada, es algo que me sorprende demasiado, pero aprecio muchísimo el detalle, no cualquiera lo hace y él lo hizo.

Llegamos hasta la tirolesa, y sin comentarle nada, hago que nos formemos en la fila. Solo dos veces he estado en una y no fue tan alta como en la que estoy por subir, pero esas dos experiencias fueron suficiente para que me encantara por completo y quiera repetirlo, aunque mirando el rostro del chico que me acompaña, él no se encuentra muy convencido con lo que va a hacer, aun así no dice nada y mira todo algo preocupado, por unos segundos pienso en decirle que no lo haga, esa idea se quita de mi cabeza al recordar cuando tampoco quería estar en el tobogán y al final lo amó por completo, siempre hay que darle una oportunidad a las cosas, ya que lo más probable es que nos sorprenda.

Faltan solo dos personas para que sea nuestro turno y veo como Alec se encuentra más nervioso, sin pensármelo entrelazo nuestras manos tomándolo por sorpresa, baja la mirada para ver si es cierto lo que hice y vuelve a verme sonriendo levantando las cejas divertido y coqueto, haciendo que me suelte riendo.