A 137 kilómetros de ti

2016: nueve

Todo está demasiado oscuro y aunque es verano, el aire está fresco y hace que tenga un poco de frío sin importar que tenga puesta una sudadera, no soy la única que está así, los demás chicos se encuentran igual, pero seguimos llenos de emoción de subir ya mismo que no nos importa. No puedo esperar a encontrarme a metros de distancia del suelo, necesito sentir esa experiencia.

Estamos de pie delante de nuestro globo aerostático, observándolo asombrados y haciendo lo mismo con los demás que los rodean.

Trato de concentrarme en otra cosa que no sea que estoy comenzando a temblar debido al frío, sin pensármelo, abrazo a Alec para calentarnos ambos, me enrolla en sus brazos y escondo mi rostro en su pecho para que mi nariz deje de estar roja, aunque hubiera sido mucho más útil ver traído un abrigo, aunque prefiero mil veces estar como me encuentro con él. Coloco mi rostro de lado sin despegarme del chico para ver a Owen y Max abrasándose entre ellos, sonrío al verlos de esa manera, se llevan tan bien porque son tal para cual, por lo mismo cuando invité a Owen, no dudé en hacer lo mismo con el pequeño Max.

Cierro los ojos para intentar concentrarme en mis otros sentidos, escucho el sonido del aire, va lento y con poca fuerza, el perfume de Alec que me maravilla por completo y puedo identificarlo donde sea, mis pies están algo helados, pero toda la parte de mi pecho hacía arriba está a una temperatura agradable, logrando que me sienta cómoda y si no fuera porque estoy a punto de vivir una increíble experiencia preferiría quedarme así todo lo que sea posible.

El sol comienza a salir y es ahí cuando una de las más grandes alegrías me azota, sigo sin soltar al chico, pero puedo ver como ya se encuentran preparando todos los globos, nos soltamos en el momento en que todo está listo para que dé inicio. El hombre nos da la bienvenida con una gran sonrisa amigable y nos indica cómo debemos subir, primero lo hace Owen y luego Max, que es ayudado por su hermano, de él voy yo y por último Alec.

Desde que tengo memoria recuerdo que no le tengo mucha confianza a las alturas, no me aterran, pero tampoco las amo y aun así, tener la palabra aventura agregada a otro grandioso momento hizo que tuviera que hacerlo sin pensarlo dos veces, con lo poco que he vivido, aprendí que la vida está para disfrutarla lo máximo posible, hay cientos de cosas que se pueden hacer y me he reprimido tantas por la voz de mi cabeza deteniéndome debido al miedo, ya no puedo seguir permitiendo que me controle, debo aventurarme y dejarme sorprender.

Al oír el sonido del fuego saliendo y ver como lentamente nos vamos levantando, mis manos empiezan a temblar, decido inhalar y exhalar despacio, haciendo lo posible para dominar mi respiración y lo temblorosa que puedo llegar a ponerme, cierro los ojos con fuerza y los abro asustada al sentir como alguien deja caer su cabeza en mi hombro y agarra mi mano dándome apoyo. Owen no dice nada, ni si quiera me mira, solo se queda en esa posición para que yo pueda tranquilizarme, ese es el poder que tiene conmigo, solo con saber que está a mi lado puedo dejar de pensar en todo lo malo y concentrarme en las cosas positivas, recargo mi cabeza arriba de la suya y nos quedamos así por varios segundos, hasta que con miedo, asomo un poco mi cabeza para poder ver hacía abajo, puedo darme cuenta que estamos bastante alto, todo se ve chico y me quedo en esa posición admirando la grandiosa naturaleza que nos está rodeando.

—Gracias por traerme, Daila —habla Max junto a mí y puedo verlo lleno de alegría.

Le sacudo el cabello y me mira algo enojado, lo que hace que me ría porque me encanta molestarlo con eso, pero luego me ignora y sigue prestando atención a la maravillosa vista que tenemos. Lo dejo y rápido mi hermano toma mi lugar para iniciar una plática con el niño, yo me voy con Alec que en cuanto llego, me da un beso en la mejilla, cosa que me toma desprevenida porque no lo esperé.

Lo agarro de la mano, juntos y en silencio nos quedamos observando como seguimos alejándonos del suelo, alrededor de nosotros hay como otros treinta globos disfrutando la gran experiencia de encontrarse en el cielo y sentirse como si estuviéramos volando libres o al menos ese es el sentimiento que tengo. Mi vista se queda fija en un globo amarillo que se encuentra un poco más abajo de nosotros, es una pareja y el hombre se encuentra arrodillado ante ella, de inmediato se los señalo a los chicos y todos nos agrupamos donde mismo intentando ver lo que está ocurriendo, el hombre se levanta y se abrazan emocionados, nosotros y las personas de los otros globos gritamos extasiados por lo que acaba de ocurrir, volteo para ver a Alec por instinto y dejo de aplaudir, quedándome en silencio, logrando ver cada detalle de como chifla emocionado, al parecer sintió mi mirada porque se gira para prestarme atención, logrando intimidarme, así que vuelvo a mirar a la pareja que se comprometió.

Estamos a 900 metros de distancia, lo que ayuda a que pueda mirar las extraordinarias pirámides y todo el paisaje que las rodea, es tan sorprendente que no quiero bajar nunca, me encantaría quedarme por horas pensando acerca de la vida, sintiendo algo demasiado nuevo, no soy la única que se encuentra así, los demás, por lo que puedo ver, están en mi misma sintonía.

Llegamos a un punto en que todos guardamos silencio para disfrutar con plenitud total, nadie dice ninguna palabra, el silencio del cielo nos enreda, no paramos de sorprendemos con cada cosa que llegamos a ver y sentir. Es algo que nunca me había sucedido, por lo cual, no tengo palabras para poder describir el sentimiento con exactitud, lo que más se le asemeja es que me siento plena y con tanta paz que no quiero volver a pisar la tierra.

Giro la cabeza para poner mi vista sobre Alec, estoy esperando a que mi cabeza cree cientos de pensamientos, ya sea buenos o malos, solo que no sucede nunca, por primera vez en mucho tiempo estoy en blanco, solo disfrutando a quien tengo a mi lado.




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