Entre más miro a mi alrededor, mayor es el sentimiento de estar levitando. Como si mi mente no estuviera allí, como si todo se fuese alejando lentamente, desapareciendo...
Como si yo desapareciera también.
No hay pizca de nada. No hay ceniza de lo que sentí. Me siento vacía completamente, mirando la oscura noche por mi ventana.
No me apetece moverme ni comer o dormir. Todo está...detenido. El silencio de la noche es tan espeso que te aturde, hace que te pierdas, que entres en estado de suspensión. Sientes tu mente vacía, en blanco. No hay pensamientos, solo estoy aquí...mirando fijamente un punto en el cielo.
Hasta pasar saliva me pesa. Me siento enferma, no me siento yo.
No soy yo.
¿Cómo cambiaron las cosas? ¿Cómo llegué hasta aquí? ¿Cómo me permití llegar hasta aquí...?
Siento mis ojos húmedos, la visión se me torna borrosa poco a poco...
Lo perdí.
Lo perdí todo.
No siento dolor. Siento algo peor a eso. Me siento sin nada dentro de mí. Me siento un ser miserable, un ser que no vale la pena, alguien que está perdido.
¿Cuánto valoramos a las personas? ¿Lo hacemos lo suficiente? Tal vez no. Tal vez no valoras lo suficiente a alguien que te dice que no le hagas daño, pero sigues. Tal vez no valoras realmente a alguien que por fuera sonríe, pero por dentro se cae a pedazos. Tal vez no valoras lo suficiente a una chica o un chico cuando se siente inseguro o insegura y rebajas lo que siente. Tal vez no valoras lo suficientemente a alguien cuando le creas una inseguridad, cuando la haces pasar por malos momentos.
Todo sucedió tan rápido...tan fugaz.
Los recuerdos están empañados por grietas. La felicidad de ellos se ha esfumado por completo y solo queda ella, solo queda la que está ahí en los momentos menos adecuados: Tristeza.
Hay tanto por recordar...
Tanto por decir...
Y ya es demasiado tarde. La puerta no está abierta ahora, el ánimo no es el mismo, el daño es más grande como para soportarlo. El daño es tan grave que te envuelve, que a veces quisieras estar muerto para no sentir y pensar.
Como yo ahora.
No tiene sentido seguir ahora. No tiene sentido esforzarme ni preocuparme. No tiene sentido estar aquí.
Lo que duele del dolor no solo es la palabra, sino el temor. El temor de que te vuelvan a hacer algo que te hirió, el temor de que te traicionen, de que te cambien. Duele cuando esperas con todas tus fuerzas que no te dañen, que te conserven, pero una y otra vez, te llenan de heridas. Por muy pequeñas que sean, sangran, queman, duelen. Y las heridas grandes amenazan con acabarte con consumirte, con llevarse una parte de ti.
Y tú decides si te rindes o no...
Yo decidí rendirme.
Oficialmente me rindo.
Luché tanto contra ellas y no logré avances, al contrario, logré dañarme más. Logré que por eso, todo se perdiera.
Estoy en un punto que no vale la pena seguir. Que el cansancio supera cualquier esperanza. Sólo deseas cerrar los ojos por un momento y dejarte llevar...
El sonido de la alarma me indica que es hora.
Suspiro fuerte y me relajo. Tal vez si me relajo no sea tan doloroso.
Siento que me falla la respiración, pero no hago el esfuerzo por respirar. Siento que mi corazón se acelera, pero no intento calmarlo. Siento mi cuerpo entero temblar con fuerza, pero no lo detengo, no lo evito, solo dejo que fluya.
Alguien una vez me dijo: "Déjalo fluir. Déjalo ser."
Me tiembla la barbilla al recordar.
Siento que me rompo como un vidrio, que nada será igual.
Ojalá y nadie me extrañe. Ojalá y nadie llore por mi, ojalá y nadie se preocupe ahora, porque yo morí hace mucho tiempo.
Paso el agrio sabor por mi garganta y no abro los ojos.
No siento nada.
No siento dolor ahora.
Felicidades, el dolor se ha ido.
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Editado: 01.10.2024