Taehyung.
–Pensé que no ibas a ir al evento, ya que ninguno de nosotros es capaz de acompañarte –escuché a Jimin decir, caminando por los pasillos de la tienda de trajes a la que le pedí que me acompañara.
–Desafortunadamente, no es un evento al que pueda desistir de ir –suspiré, observando algunos modelos –, así que tuve que pasar a un plan de respaldo.
–¿Tenias un plan de respaldo?
–Algo así, de hecho, fue demasiado rápido e impulsivo.
–¿Y de que se trata ese plan?
–Le pedí a Ariana que me acompañara.
–Ariana –murmuró, llamando mi atención por el tono de voz que usó –. ¿La misma Ariana con la que has trabajado últimamente, la que resultó ser quien salvaste hace unos años?
–Por supuesto, no conozco a otra –respondo, aunque la respuesta era demasiado obvia.
–Voy a ignorar esa respuesta tonta, que estoy seguro para ti también lo fue.
–Pues no hagas preguntas tontas.
–Bien, haré una mejor: ¿Qué te impulso a invitarla y dejar que este a tu alrededor más de dos minutos?
Arqueé una ceja ante su pregunta. No era una pregunta tonta, era una excelente pregunta, más cuando no soy del tipo de persona que hace las cosas de manera impulsiva, o al menos, ya no lo soy. Decirle a Jimin las razones no era el problema, no me molesta ser sincero con él, es el hecho de no sentirme incómodo ante la idea de compartir más de dos horas con Ariana, sin embargo, es algo que podría llegar a soportar.
Continúe observando los trajes, aprovechando el silencio que se hizo, para ordenar mis pensamientos y palabras.
–Ya he estado conviviendo con ella, no es desagradable, no me presiona o hace sentir incomodo –comencé a decir, sin dirigirle la mirada –. Ariana también esta dentro del mundo de la moda, así que el ir puede ayudarla con su futura carrera, además…
–¿Además? –me apremio a continuar.
–Hay algo en ella que me calma, sabe que decir en el momento adecuado y puede decirse que disfruto de su compañía. Es tolerable –me encogí de hombros, girando a ver a Jimin.
No pensaba decir eso en voz alta, pero tampoco esconderlo, después de todo, es algo que tarde o temprano iba a decir, el hacerlo antes hace que no se sienta tan horripilante o algo así, sólo es ligeramente incomodo aceptar ciertas cosas que ella me hace experimentar. Otra cosa, es que es estúpido ocultarle algo a Jimin, quien es de los pocos que me conoce tan bien, que el simple hecho de hacerme tonto y alargar este momento me hace sentir la pereza a flor de piel.
Puedo llegue a ser un idiota en muchas cosas, pero tanto Ariana como la situación son diferentes, así que disfruto de este momento de honestidad e impulsividad que no se siente del todo mal.
–¿Sabes que es lo que más me agrada de ella, a pesar de que no la conozco en persona todavía? –preguntó, a lo que me encogí de hombros –. Que te ayuda a avanzar.
–¿En qué?
–En dejar esa coraza de hielo donde te aíslas y evitas a todos. No digo que no tengas tus razones, pero a veces te enfocas en la persona equivocada.
–No toda la gente es buena.
–Tampoco mala –aseguró –. Confiar y dejar entrar a algunas personas en tu vida no va a ser una fatalidad, debes recordarlo.
–Lo recuerdo, sólo que aún no me siento cómodo con la idea.
–Sólo es cuestión de tiempo, osito –revolvió mi cabello, cerrando uno de mis ojos, inclinándome a un lado para alejarme de su toque.
No me gusta dar muestras públicas de afecto, él lo sabe, pero es feliz ignorándome y haciendo lo que se le antoje. Tampoco es que ponga mucha resistencia en alejarme, pero bueno, lo intento un poco.
–¿Quieres dejar de revolver mi cabello y ayudarme? –cuestioné, recordándole el motivo de su compañía.
–Bien, bien. Voy a dejarte reflexionar –aceptó, alejándose para tomar unos trajes y llevarlos al probador.
Solté un suspiro silencioso, porque Ariana me hace actuar y pensar de manera extraña, algo a lo que no me he acostumbrado y que parte de mí no quiere hacerlo, sin embargo, hay algo más que me impulsa a ir hacia ella, algo que no sé cómo definir, pero que existe.
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Sabía que Ariana no vivía en la cabaña donde nos hemos estado reuniendo, me lo explicó algunas veces, sin embargo, no esperaba que fuera un lugar tan bonito. Es un edificio alto de departamentos, algo común en la ciudad, no obstante, hay algo en el ambiente que te hace sentirlo cálido. No me sentí acosado u observado por la gente a mi alrededor, tal vez porque la mayoría es gente mayor que no lograba reconocerme.
Fue agradable conversar con un par de ellos, cuando iba en el elevador hacia el piso de Ariana. Una mujer fue lo suficientemente dulce para darme una pequeña flor de su arreglo, para así dársela a mi “cita”. El gesto fue tan sincero que me hizo evitar aclararle que no era esa clase de cita, sonriéndole y agradeciéndole su amabilidad. Personas así me hacen recordar a mis abuelos, a quienes no he visitado, debería hacerlo en estos días.