Ya de vuelta en su hogar después de una sucesión de aperturas en diferentes partes del orbe, por fin pudieron tomarse un tiempo para disfrutar en familia. A pesar de que Agustín y Rocío no eran una pareja de verdad, sino simple amigos que decidieron compartir sus vidas bajo el mismo techo, a la vista de todos eran considerados prácticamente un matrimonio, sobre todo a la vista de la familia Müller, quienes consideraban a Agustín y al pequeño Martín como uno más.
Cada vez que alguien hacía referencia a su relación, Rocío se iba por la tangente y negaba cualquier vínculo amoroso entre ellos. Tenía más que claro que la conexión entre ellos nunca escalaría de nivel. El destino no quiso que ellos fueran más que solo amigos y así había quedado demostrado desde el inicio, cuando ella vivió ese amor unilateral por su amigo de juventud. Solo un comentario le hizo dudar por un momento de la veracidad de las afirmaciones que desde hacía mucho tiempo salían de su boca de forma inconsciente.
Era el día de la cena anual del Club Naval. Muchos miembros de su familia y conocidos de ésta asistían todos los años para fomentar el espíritu de camaradería. Fue previo a la ocasión en donde su prima sembraría la duda en ella.
- ¿Estás nerviosa prima? - Le preguntó Rocío a Olivia.
- ¿Por qué debería estarlo? - No era cierto, pero ¿para qué preocupar a su prima con sus estúpidas aprensiones? Simplemente calló.
- Bueno, porque esta noche es tu presentación oficial como miembro de la familia Müller. Además, puede que hasta sea el primer día en tu relación con Álvaro. ¿No crees que es tiempo de dar el siguiente paso y darle el sí que tanto espera? Al pobre lo tienes comiendo de tu mano. Sabes bien que si le pides la luna, con gusto la bajaría hasta tus manos. - Rocío trataba por todos lo medios de meterle hasta por los ojos a Álvaro, que lo viera como futuro prospecto de marido y se olvidara de una buena vez de lo que había vivido con Santiago.
- Pero qué cursi Ross. ¿Qué me dices de ti? - Rocío abrió los ojos sin saber a qué se refería su prima.
- ¿Yo? ¿Yo qué? - Hasta ese momento se había negado a pensar más de lo necesario en el tema.
- Ya sabes. Tú y Agustín. Se conocen de toda la vida. ¿Nunca has considerado estar con él? - Aunque su prima le estaba arrojando la pelota a ella desviando la atención de sí misma, estaba claro que detrás había un interés genuino en ella. Sabía que hacía esa sugerencia porque desconocía que Rocío alguna vez estuvo enamorada de Agustín. Eran días que ella quería borrar de su vida por el dolor que le ocasionó haberle amado sin ser correspondida.
- Pero qué dices Olivia. Agus y yo solo somos amigos. - Rocío rió nerviosa.
- ¿Solo amigos? A mí no me parece. ¿Qué hombre te seguiría ciegamente a todas partes cada vez que se te ocurre, dejando todo de lado y sin quejarse? ¿No crees que es tiempo que averigües si esa devoción es por algo más que amistad y trabajo? Además es guapo... y atento... y tiene los mismos gustos que tú en cuanto a modas... y es tu mano derecha en tu empresa y…
- Ya basta, deja de decir tonterías. Mejor vamos a la tienda a buscar nuestros vestidos antes de que se haga tarde. - La cortó Rocío. No estaba para ahondar en el tema de Agustín en ese momento.
Las palabras de su prima calaron hondo en su corazón. ¿Tendría razón Olivia en sus suposiciones? ¿De verdad Agustín sentía algo más que amistad por ella? No. Se negaba a creer que eso fuera así. No estaba dispuesta a sufrir de nuevo por albergar sentimientos que no llevarían a ningún puerto otra vez. Agustín era su amigo y así seguiría siendo por el resto de sus vidas. Estaba cómoda con la relación que tenía con él y no quería que nada estropeara su amistad.
El amor estaba vetado para ella, todo gracias a la profunda herida que había dejado Faruq en su alma y corazón. Cualquier pensamiento fugaz que osó posarse en su mente después de aquella conversación con Olivia fue desechado sin miramientos.... o al menos eso quiso creer Rocío.
El tiempo siguió pasando en sus vidas sin detenerse ni por un instante. Como si nada, habían pasado los años. Cinco más, para ser exactos.
Su prima Olivia y Santiago se habían casado después de descubrir la verdad respecto a su relación. Su amiga Daniela también había dado el Sí a su último novio. Su pequeño Martín ya no era tan pequeño, ahora tenía 11 años. Y su sueño de llegar a Milán y Londres de la mano de su mejor aliado por fin se había hecho realidad. Sin embargo aún había algo que le hacía sentir cierto vacío en su interior. No sabía qué era hasta que tuvo una pista en la fiesta de matrimonio de su primo Lucas.
Agustín y Rocío, juntos como siempre, disfrutaban de la compañía del resto de la familia Müller. Olivia y Santiago se habían retrasado y no alcanzaron a llegar a la ceremonia, por consiguiente solo llegaron al banquete. Olivia se notaba incómoda. Cada cierto tiempo se paraba rápidamente al baño con evidente molestia física en compañía de Santiago. Todos tenían sus sospechas pero no quisieron decir nada por lo sensible del tema. Eso porque desde que se casaron estuvieron en constante lucha para ser padres, cosa que hasta el momento no habían conseguido con éxito.
Fue entonces que Rocío, astutamente, ofreció una copa de champagne a su prima la cual declinó educadamente.