Luego de muchas horas sentada en penumbras mirando al suelo y repitiendo mil plegarias infernales que invocaban la muerte, suplicándole que por favor se la llevara Samantha levantó la mirada completamente perdida. Su cuerpo se movía pero su mente no estaba.
En el viento se presentía, en los truenos sin lluvia se auguraba que algo pasaría, que esa noche algo muy malo ocurriría.
Luego de varias horas manejando sin saber exactamente cómo, aquella joven perdida se detuvo por fin en un pequeño pueblo en medio de la nada.
No sabía dónde estaba ni cómo había llegado, todo lo que recordaba era que estaba triste, muy deprimida y deseosa por escapar, subió a su coche y emprendió un camino que luego de muchas e interminables horas la llevó hasta allí..
Una plaza iluminada por apenas un faro de luz que titilaba.
No se escuchaba ningún ruido, los árboles no se mecían con el viento, ni siquiera su respiración resonaba. Como si alguien hubiese pulsado el botón de pause detenido el tiempo. Estático, solitario y quieto. Un lugar extraño y apartado del mundo.
Al salir del vehículo una brisa helada la hizo estremecer. Observó extrañada cómo la puerta del auto no hizo ningún sonido al cerrarse. La alarma tampoco parecía funcionar. Como si incluso el vehículo temiera irrumpir aquel sonido inexistente, aquella quietud por la que hace tanto rogaba. Por fin, después de tanto tiempo podía decir que no los escuchaba, las voces de su familia atormentándola también habían sido silenciadas. no escuchaba aquellos murmullos culpándola, señalándola. No la perseguía la voz de su jefe llamándola "incompetente e inservible" mutismo total.
No comprendía lo que pasaba...
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Editado: 01.02.2023