A Donde Vayas

Paralelismo - Parte II

Para ser un viaje por mundos lejos de la comprensión humana, se volvió aburrido demasiado pronto. Ahora todo lo que puedo hacer es dibujar lo primero que me resulte llamativo, pero todo acaba por ser deprimente.

Fuera del castillo, esa chica que acompaña a Ron se levantó su propia rampa de patinaje y no me ha quitado los ojos de encima desde que regresó. Detesto que la gente me vea demasiado. 

Cerca de ella, están Ron, la chica Lisseth y el viejo jugando con pistolas de arena blanda y levantando muros como barricadas. Parecen un montón de niños mimados.

Dicen que cuando te diviertes, el tiempo pasa más rápido que cuando estás aburrido; lo he experimentado muchas veces pero en el sentido contrario, sin embargo, este sentimiento pacífico se adueñó de mis pensamientos y de mis acciones, y terminé disfrutando de este lugar al punto en que ni siquiera me di cuenta de lo tarde que se había vuelto el día.

Por mi deducción, y por la cantidad de luz que azotaba la playa, digo que son aproximadamente las seis de la tarde.

Estoy en la parte superior del castillo; en lo que sería el mirador, y me quedé ahí para un poco de tranquilidad. En el firmamento veo cuatro lunas de tamaños diferentes y cráteres únicos, así que no podía perder la oportunidad de dibujar semejante paisaje sideral.

Todo marchaba relativamente bien hasta que comenzó a marchar relativamente mal... A mis espaldas escucho el zapateo en las gradas acercándose poco a poco. Seguramente será Ron a molestarme de nuevo, y si es eso, no dudaré en lanzarlo desde aquí.

La puerta se abrió y lo primero que pensé que sería eficiente para ahuyentarlo fue lanzarle una piedra que se deshiciera al contacto. No tengo buena puntería para ser exactos, pero aún si fallo, debe ser suficiente.

⎯Oye... ⎯sin pensarlo demasiado, lancé la piedra que terminó por impactar en el costado izquierdo de la puerta. Lo digo sin orgullo pero sin vergüenza que sí me merecía lo siguiente.

La chica Lisseth me golpeó hasta que se cansó. Fueron los quince minutos más frenéticos de mi vida. La violencia abunda cerca de ella, pero por alguna razón se siente diferente a como era cuando Jeff me golpeaba; siento algún tipo de familiaridad o incluso afecto en sus golpes. Probablemente sea solo mi imaginación.

⎯¡¡¡¿Por qué le lanzas piedras a alguien así porque sí, idiota?!!!

⎯¡¡Perdón, pensé que era Ron!!

⎯¡¡Da igual!! ⎯cuando le terminaron por doler los puños, se calmó y se sentó en una esquina cerca de donde yo estaba dibujando.

⎯Como sea, ¿Qué haces aquí?

⎯Este es un castillo libre, así que puedo estar donde quiera, ¿sabes? ⎯trepó por el borde de piedra y caminó de lado a lado con los brazos abiertos.

⎯Te vas a caer.

⎯No sabes nada, emo reprimido. ¡Soy experta en esto!

Otra vez ese adjetivo... Me sigue molestando tanto como la primera vez.

⎯¿Y tú qué haces aquí? Todo el tiempo estás solo y... No sé, me preocupa.

⎯Estoy dibujando, ¿algún problema?

⎯¿Que no sabes hacer otra cosa que dibujar? ⎯Ahora creo que tengo superpoderes, porque ni bien le dije que iba a caerse, lo primero que hace es torcerse el pie y tambalearse hacia el precipicio.

Quiero llamarlo karma porque casi se cae justo después de burlarse de que me la paso dibujando, pero no puedo dejarla caer. Tengo una conciencia demasiado limpia para eso.

Describir la maniobra que me marqué es más difícil que explicar la relación entre la gravitación universal y la teoría de cuerdas, pero haré mi mayor esfuerzo: ella se tropieza y está por caer, entonces yo alcanzo a tomarla de la mano, pero ya estaba lo suficientemente abajo como para levantarla sin mucho esfuerzo. Tiré hacia atrás con mis pies para alzarla y que no corriese peligro, y debo agregar que la fuerza de mis brazos adquirida tras trepar muros por mis fugas resultó de mucha utilidad. Al final terminé cargándola como quien carga a un bebé o a una de esas princesas en las películas. El cruce de miradas no puede ser descrito de otra forma más que inapropiado. Y tan, tan... Fin del cuento. 

No fue tan difícil... ¿O sí?

Estoy al tanto de lo poco conveniente que era esa situación y que, tomando en cuenta su historial de agresividad, terminaría por apalearme, pero me quedé estupefacto cuando solo pude ver esos ojos inmensos y titilantes que brillaban con el reflejo del sol. 

Era una mirada que jamás había visto en ella y la hace ver adorable... Incluso llegué a pensar que no terminaría golpeándome. No tiene esa intención en sus ojos y sus hombros están temblando. Parece una niña...

Cuando pensé que todo pasaría cuando la pusiera en el suelo tras la fracción de segundo interminable en la que la tuve entre mis brazos, escuché fuertes gritos y aplausos viniendo de la puerta que conduce a la terraza.

⎯¡¡Eres otro tema, compañero!! Tenía mis dudas, ¡¡pero eso es algo que no me esperaba!! ¡¡¡Tienes mis respetos más honorables!!! ⎯Ron se puso de rodillas e hizo el clásico gesto de adoración.

Por más que quisiera gritarle y decirle que lo estaba malinterpretando todo, ¿Cómo se supone que explique el hecho de que tenía a mi compañera de viaje sobre mis brazos de una manera tan antinatural? 

Como todos harían en mi situación, la devolví al suelo sana y salva y puse mi mejor cara de póker.

Pasé la siguiente media hora explicando lo que sucedió detalle a detalle, pero obviamente ese idiota nunca llegó a creerme.

Antes de darme cuenta, ya se había hecho algo tarde y yo seguía intentando convencer a Ron de que lo que vio era un error garrafal.

Como decidí ignorarlo, se puso a dar vueltas por el techo como niño pequeño y yo, por mi parte, me puse a dibujar todo lo que el espectáculo nocturno pudiera ofrecerme. Las estrellas que veía en el cielo eran bastante hermosas y brillantes, pero nada bueno en particular; salvo por ese hermoso cúmulo de lunas que nos abrigaban con su luz reflectora, viéndose aún más  preciosas.




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