Viernes 25 de octubre. 11:01 pm
Querido Diario:
Tlaloc escuchó mis súplicas y mis pesares durante la madrugada, en medio de mi insomnio, una enorme nube cubrió mi ciudad y nos envolvió con viento congelante y una lluvia tan ligera que calmaba cómo un abrazo. Durante el pasar de la mañana el frío empezó a quemar, ciertos días llevo a mi hermano más pequeño a la primaria. En cuanto salí de casa, una ráfaga hizo que mi saco se abriera y mi cabello siguió la dirección del viento. El frío lo estuve esperando desde hace tiempo y lo disfruté de un calmante y delicioso café con avellana. Esa sensación de calor bajando por mi garganta, cruzando por mi pecho y finalmente hasta llegar a mi vientre es una sensación asombrosa. Pequeños placeres de la vida. Y como olvidar las galletas de coco. Me puse a pensar en que estuve haciendo hace un año, en estas épocas friolentas. Fui a la Feria del Libro con él. Paseamos por un parque en el centro de la ciudad, había mucho aire, y estaba helando. Tenía calor y me quité mi chaqueta. Me enfermé al día siguiente. Le di un obsequio. Nos unimos más en una etapa nueva. Con este frío saqué los suéteres que robé de su armario, su aroma estaba impregnado, ahora ya no. Aún recuerdo ese olor dulce, temo que un día lo olvide. En estas frías estaciones, tomaba constantemente mis manos para regresarles su calor. Me las envolvía con las suyas y soplaba. También a veces él metía mis manos a sus bolsillos para agarrar calor. Me divertía tener las manos frías porque lo tocaba suavemente en el cuello y casi se retorcia por la sensación. También cuando colocaba mi mano en alguna parte de su espalda, lo que él no sabe es que me gustaba la sensación del roce de mi mano fría con su ardiente piel. Me encantaba. Aún lo extraño. Sólo lloro cuando me acuerdo de él yéndose. Ahora que lo recordé ya estoy en mar de lágrimas. No tengo remedio.
En 40 días, es mi cumpleaños... Antes, antes de él, acostumbraba hacer una cena con amistades. Dejé de hacerlas porque nadie venia. Después empecé a pedir que si me iban a dar pastel, sólo se ocuparán de regalarmelo y yo agradecida lo aceptaré. No quiero nada de canciones de "feliz cumpleaños". Sólo hacen que me deprimen y recuerde mi pasado familiar. Y no quiero malos recuerdos. Que solo sea un día normal... con los pocos presentes comiendo pastel. Todo cambió cuando llegó él a mi vida. Salíamos, o nos quedábamos en casa, me gustaba pasar mis cumpleaños con él; ahora con esto de nuestra lejanía, quisiera pedirle que pasara ese día conmigo. Pero lo sigo pensando... No quiero que se vea obligado. No le puedo pedir que vuelva, pero si que pase conmigo ese día, si eso quiere él. Sería mi único deseo de cumpleaños. Y aun así tengo miedo.
Por la noche, hace unas horas, mi madre salió por un asunto urgente y me quedé sola en casa. Me puse pijama, calenté comida para cenar, puse agua a hervir para hacer un té de limón con hierbabuena, pasó un rato, hice ejercicio mientras veía la película de El Conjuro 2, estaba aburrida después de hacer ejercicio y me puse a jugar con unos labiales que tengo y con unos que son de mi madre.
Labios rojos, arrasadas doradas, delineado eye-cat, mi cabello lo acomodé vintage con una bufanda larga que usé en vez de una pañoleta, y la acomodé como si fuera un turbante casi completo. Hice un efecto visual con una coleta de caballo, el cabello que caía lo mandé al frente y al acomodar la bufanda, parecía cabello parte de mi copete. Me veía diferente, me gustó, me sentí linda. Como no tengo cámara, decidí hacer algo "a la antigua", prendí la cámara de mi computadora, lamentablemente no esperaba que se viera de tan mala calidad. Igual tomé unas fotos. Estoy segura que, a pesar de la calidad, a él le encantarán, me dirá un halago y sentiré esa calidez una vez más.
Debería arreglarme así más seguido.
#39508 en Novela romántica
depresion y ansiedad, diario personal de una joven, amor adolecente y adulto
Editado: 05.11.2019