Nueva Orleans se apagó. Las luces de las calles murieron, y las campanas repicaron solas. En el cielo, la luna roja se partió como un cristal.
Adrien extendió los brazos, absorbiendo la melodía que Liam tocaba sin querer. Su cuerpo se regeneraba, sus ojos se llenaban de vida.
—¡Al fin libre! —gritó con furia y júbilo.
Eden abrazó a Clara, desesperado. —Debemos romper la cadena ahora, aunque signifique… perderlo.
Clara negó con la cabeza. —No. No pienso sacrificar a Liam. No otra vez.
Adrien rió. —No tienes opción. Solo la muerte del eco puede cerrar el ciclo.
En ese momento, Lucille apareció, sosteniendo el frasco de cristal. Lo lanzó al escenario, rompiéndose en mil pedazos. Un humo dorado envolvió a Adrien, obligándolo a retroceder.
Clara entendió: ella era el sacrificio. No Liam.
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Editado: 24.08.2025