A no es de amor

1 | Un mal comienzo

Audrey

23 de noviembre.

–¿Ya no me quieres?

Que hermosa manera de comenzar una historia ¿Verdad?

No, por supuesto que no, esta es de las peores maneras de comenzar una historia pero así es como comenzaron mis problemas, justo en ese momento en el que el me preguntó aquello.

Bruce me miraba a los ojos, esperaba una respuesta desde la cama donde minutos atrás habíamos tenido sexo, el peor sexo de mi vida cabe aclarar, nunca se lo dije a nadie porque era algo entre mi novio y yo, pero el sexo duraba de un minuto a dos, se venía tan rápido que me dejaban con ganas de más pero nunca se lo dije y quizá ese fue uno de los motivos por los que le respondí lo siguiente.

–Bruce, hace más de dos meses que somos solo sexo casual –me puse la blusa, busque mis zapatillas en el piso, corrí a tomarlas cuando las vi –Seamos sinceros, tú ya no me quieres y yo, bueno, nunca te quise lo suficiente –voltee a verlo, Bruce tenía los ojos rojos

–¿Nunca me quisiste? –mierda.

¿Ese era buen momento para decirle que solo fue un ancla para estar cerca de David?

Bruce comenzó a llorar y supe que ese era el momento para tomar mis cosas, mi poco tacto e irme corriendo.

–Eres un gran chico Bruce –tome mi bolso, mi celular y mis audífonos –Un día encontraras a una chica a la que hagas feliz –con dos minutos de sexo –Y esa no soy yo. Te cuidas –abrí la puerta y salí

Bruce vivía en un edificio que se le rentaba solamente a universitarios, tenía su propio piso y lo compartía con su mejor amiga quién estaba enamorada de él, siempre se lo dije pero el me ignoro. Bueno eso no importa, esa es otra historia.

No me mires así, se que la imagen que estoy dando es la de la zorra egoísta que no terminaba con su novio por un chico y por joder a alguien más..

Y quizá sea verdad. ¿Sabes?, veme como tú quieras, perfecta nunca fui ni siquiera intenté serlo. No pretendo caerte bien –aunque si lo logro sería genial porque la lista de las personas que me odian es tan larga como la lista negra de papá Noel – mucho menos espero que me trates de comprender.

Y déjame decirte que si crees que por lo que acabo de hacer soy una zorra, prepárate para lo que viene porque yo no soy la buena en esta historia, soy la mala, la que se divierte y sufre al final. ¿Qué las protagonistas no mienten ni son malas?

Dime quién te dijo eso para ir y patearle el trasero juntas.

Ódiame o ámame, en cualquiera de las dos yo gano porque terminarás sintiendo algo por mi.

Olvida eso, toda mi vida quise decirlo, está fue mi oportunidad y la tomé.

Eran las once de la mañana, en una hora entraba a trabajar, al no poder volver a mí casa para bañarme y cambiarme para ir a trabajar, fui con mi mejor y único amigo que para mí suerte vivía en una residencia cerca de Bruce.

Me pare frente a su puerta, la toque dos veces y espere a que me abriera, Max abrió la puerta, su sonrisa se volvió una línea inexpresiva, su gesto se frunció y se hizo a un lado para dejarme pasar, entre al departamento, Max tenía el dinero suficiente para pagarlo y vivir solo

–Te juro que si me dices que vienes de follar con tu novio haré que te bañes con cloro –volteo a verlo, Max parece estar asqueado. Nunca entendí porque odiaba tanto a Bruce, mi ex novio nunca le hizo nada para generar ese sentimiento en el.

–Si vengo de allá y tomo la oferta del baño porque debo ir a trabajar –Max rueda los ojos, se cruza de brazos

–Ya sabes dónde está todo, cuando te vayas no olvides cerrar la puerta bien y llevarte tus llaves porque no siempre estaré para abrirte –me amenazó, sonreí, Max era un encanto a su fría y odiosa manera.

Max y yo nos conocimos en aquella fiesta donde David rompió mi corazón, me alcoholice por primera vez y perdí mi flor, el era el novio de la amiga con la que fui, después de aquella noche ella dejo de hablarme, corrió el rumor en la preparatoria de que yo era una zorra. Max se molestó con ella por tratarme así, ella hizo de aquello un show y le gritó frente a todos en la explanada de la preparatoria

“–¿Ya te acostaste con esta zorra?”

Fingió estar dolida, ofendida, todos esperaban una respuesta. No conocía a Max mucho, pero que me defendiera de su novia por chismes que ella invento, hablaba muy bien de él. Max no respondió, se dio la vuelta y se alejó, no solo, el tomó mi mano y me llevo con el, su ex le gritó que todo se terminaba en ese momento.

Después de ese día Max se volvió todo para mí y yo todo para el, a donde el iba yo iba, donde yo iba el iba, pasábamos mucho tiempo juntos, en un momento tuve la ilusión de ser más de él pero Max se mostraba distante a mi cuando se trataba de romance, entonces entendí que alguien como él nunca encajaría de esa manera conmigo.

–Gracias Maxi –lo moleste, Max odiaba que lo llamara de esa manera –Por cierto, termine con Bruce –lo dije antes de que saliera, Max cerró la puerta pero con el adentro del departamento, se giró para poder verme y sonrió

–Alabado sea el señor, hoy vamos a celebrar –me guiñe un ojo

–¿Celebrar? –el asintió pero de inmediato se arrepintió y negó

–Al menos que quieras llorar porque claro que te puedo escuchar –volvió a su posición sería, sonreí y negué

–Sabes que lo que menos quiero es llorar

–Esa es mi chica –sonreí ojalá fuera su chica. Max volvió a abrir la puerta –Nos vemos en la noche, ponte bonita –asentí, Max se fue y me dejó sola en su departamento.

Me di un baño rápido, me puse un pans gris y una sudadera del mismo color, hice una trenza con mi cabello, no me maquille nada y salí de ahí.

Llegue a la casa de los Kingston casi a la una, mi jefa que era mamá de la niña a la que cuidaba no me regañaba porque entendía que los sábados había más tráfico. La mujer me estaba explicando que hoy tenía que preparar galletas con Lucía pues el lunes había venta de galletas en su escuela y ella se había ofrecido a llevar galletas  



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En el texto hay: misterio, humor, romance

Editado: 02.09.2021

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