9. Un bebé

Audrey

El auto de Zach se alejaba por la calle mientras mi madre y hermanas miran por la ventana, las tres vuelven al sillón donde me encuentro sentada, acomodo mi suéter, trato de ignorarlas aunque se que sus enormes ojos deben estar clavados en mi y esperan que de respuestas de quién es el sujeto que acaba de venir a dejarme

–¿Ya vas a decirme quién es ese joven o tendré que preguntarle a él la próxima vez que venga? –la amenazada de mi mamá va 100% en serio, esa mujer es capaz de hacer mil cosas con tal de conseguirme un hombre a como de lugar.

Mi madre es de esas mujeres de antes que por el simple hecho de no haber tenido novio en 19 años ni un interés amoroso, soy lesbiana o me quedaré a vestir santos para toda la eternidad mientras veo a mis dos bellas hermanas casarse, tener hijos y una hermosa familia mientras yo bebo vino en un rincón

¿Ya entienden de dónde salí tan dramática?

–Es el hermano de Lu, la niña a la que cuido, su madre lo obligo a venir a dejarme porque ya era noche –mamá rueda los ojos y mis hermanas dejan de sonreír

–Pensamos que por fin tendrías novio –comenta mamá, Mercy asiente y le da la razón

–Y rico, al parecer –sonreía, yo negaba ante el comentario de Mercy.

Se que cualquier persona siempre te dirá que el amor es importante en una relación, pero la verdad es que el amor no te da de comer, eso me lo repetía mi mamá todos los días.

El amor se acaba, pero el dinero si sabes administrarlo, no.

A mi no me interesaba el dinero, sabía que un día iba a terminar enamorada de la persona equivocada, con el corazón roto y me iba a resignar a trabajar para mi misma, comprar tres perras y una cabaña en una montaña, lejos de la civilización y todos los días me repetiría que no amar a nadie fue mi mejor decisión.

Justo en este momento no estoy tan lejos de esa realidad, ¿Verdad?

–Quizá puedas enamorarlo. La madre ya te quiere, su hermana también, ya te ganaste a las dos personas más difíciles en una relación –bromea Mack, sabía que lo era porque mi hermana me guiño un ojo

–Esa no es una mala idea –la apoyo mamá –Podrías invitarlo a comer un día –tome mi mochila, me puse de pie y negué una vez más

–Chicos como esos no ven a chicas como yo, además acaba de terminar con su novia, no creo que este listo para una relación con la niñera de su hermana menor –doy la vuelta, estoy dispuesta a irme sin embargo mi madre me detuvo con lo único que me obligaría a quedarme a escucharlas hablar de la boda de mi hermana

–Prepare pastel de queso, ¿No cenas con nosotras? –solté un suspiro y volví al sillón donde estaba sentada.

Si hay algo con lo que me pueden manipular o enamorar, es la comida, no hay nada en este mundo que sea mejor que eso y más si contiene más de dos tipos de queso.

Pase mi noche viendo los arreglos que se pondrían en la iglesia, fingí prestarles atención, al parecer eso las hacía felices y me daban más pastel de queso, las dos partes ganaban, ellas mi atención y yo comer más.

Estuvimos hasta tarde hablando de la boda y ver a mi hermana realmente emocionada y feliz por caminar hacia el altar, hizo que aquella noche entendiera que cuando te casas con la persona que amas realmente vale la pena y cada detalle es importante ese día.

Mi madre se fue a dormir, Mack, Mercy y yo nos fuimos a dormir a la cama de Mack que era la más grande, Mercy se quedó en medio de ambas, apagamos las luces y nos quedamos calladas un rato.

–¿No te da miedo casarte? –le pregunté, Mercy miraba la ventana por donde enterraba la luz de la luna, ella soltó un suspiro

–Me da miedo lo que pasa después de la boda, pero es normal, todos tenemos miedo de crecer –Mercy tocaba su estómago, yo recargue mi cabeza en el hombro de mi hermana, Mack se mantuvo callada

–¿Te da miedo vivir sola? –Mercy volteo a verme, tomó mi mano y después la de Mack, ambas las coloco sobre su estómago

–No estaré sola –susurro, ninguna de las dos entendimos lo que quería decir, no lo comprendimos de inmediato y no fue hasta que Mercy comenzó a llorar que lo supimos.

–¿Estas embarazada? –pregunto Mack, Mercy asintió

–¡Felicidades! –me levanté de la cama, pase ambos brazos alrededor de mi hermana, la abracé con fuerza mientras ella lloraba, Mack espero hasta que solté a Mer y la abrazo. –¿Es niña o niño?, creo que te quedaría de maravilla una niña, son buena compañía y hay más ropa para niñas –mi hermana sonrió

–No creo que tenga más de dos o tres meses A, Mer todavía no sabrá el sexo –me regaño Mack

Recuerdo que esa noche tanto Mack como yo peleamos por el sexo del bebé, los posibles nombres y más cosas, ninguna de las dos nos dimos cuenta que Mercy estaba asustada por eso, no por la boda, era por el bebé que esperaba.

Si hay algo que nunca a sido un secreto es que ni Mercy ni Mack fueron creadas para tener hijos, a ninguna de las dos les gustaban los niños, cambiar pañales, cargarlos o pasar rato con ellos, no tenían la paciencia suficiente ni las ganas de cuidar de un ser humano más pequeño y frágil. Era por ello que mis hermanas me aplaudieron cuando decidí que iba a trabajar cuidando niños, ellas trataron de convencerme de no hacerlo ya que era mucho trabajo, responsabilidad y era sumamente cansado.

Esa noche no me di cuenta pero Mer temía por el bebé que esperaba y yo al ser una persona que ama a los bebés, no podía con la felicidad de saber que iba a ser tía.

A veces la vida me parece un chiste, ninguna de mis hermanas estaba lista para tener hijos, ni los querían y yo que era la única que deseaba un día tener un bebé, fui la única que no tendrá nunca la oportunidad de saber que se siente tener a una personita creciendo en su matriz.

Y no lo digo porque ya me resigne a no tener pareja, en estos tiempos y con la tecnología que teníamos ya no se necesita de un hombre para tener un bebé, existe la fecundación artificial, mi problema es otro, uno que en ese momento de mi vida yo no conocía, pero unos años después recibiría el golpe de la realidad.