Miraba lejana como el sol iba descendiendo en el horizonte sobre el Río Paraná ¿Cómo iba a poder olvidar todo aquello? Todas las tardes donde no pensaba en otra cosa sino disfrutar con todos ellos, esas tardes donde se perdían en la diversión, en la amistad, en el amor...
Estaba segura que extrañaría todo aquello, a todos ellos, principalmente a Milena como adoraba a esa chica, delgada, alta, de dentadura perfecta, con un cabello rubio oscuro que lo usaba por debajo de los hombros y sus ojos verde mate, sin duda alguna era la envidia de todas las chicas y amor imposible de los chicos, ya que a ella no parecía entusiasmarle mucho ningún admirador. Siendo aún tan diferentes en gustos, extremadamente desiguales, a pesar de todo aquello habían establecido una gran amistad, pero no cualquier amistad eran de esas 'para siempre' estaba muy segura que podía contar con ella siempre y en realidad eso pasaba, cada vez que la llamaba o ella se desbordaba en lágrimas Milena era la primera en llegar y tenía como un don especial, daba los mejores consejos, mejores que los de su madre. Bueno, para ser sincera recordaba muy poco de esa mujer, conocía una historia que su abuela le narro pero como nunca la quiso intuyo que alguna u otra mentira habría dicho, en fin no tenía con que compararla ya que siempre estuvo ausente, podrá ser la mujer que le dio la vida pero la mujer que la crió fue su abuela.
Ese día no supo como despedirse de Milena ya que sabía que se lo impediría, como siempre lograría convencerla nuevamente, pero no podía volver, no otra vez y pasar lo mismo, era la hora de marcharse y comenzar de nuevo...o al menos tratar de hacerlo. Defender sus ideales como siempre lo hizo y eso era 'el gran problema' para muchos, que ella no cerraba la boca cuando los otros querían, ella luchaba, pero se dio cuenta que personas así no tenían un lugar ahí, siendo excluida, rechazada, humillada, en fin todo aquello lo dejaba atrás, llevando en su memoria solo lo bueno, sus pocos amigos quienes tenían los mismos ideales que ella, Milena su amiga para siempre, ni el tiempo ni la distancia borraría a esa hermosa mujer de su corazón, tampoco lo borraría a él aunque sus últimas palabras no habrían sido las que quería escuchar, no tuvo tiempo de explicar aquello, no le dieron la oportunidad, así que solo calló y dejo que todos saquen sus conclusiones pero en realidad no pensó que él lo haría, que pensaría lo peor.
Era hora, giro hacia Milena y le dio un fuerte abrazo, no dijo nada no era necesario solo la miro con toda la ternura posible ella tampoco habló, lo cual le dio cierta paz pues sabia que su silencio era su forma de demostrar que tenia su apoyo incondicional, subió al bus con los ojos bien aguados, sentía como un puñal le atravesaba el corazón. Tenía que dejarlo todo atrás, volvió a mirar a Milena quien también estaba con las mejillas bien húmedas, y sus ojos verde mate cubiertos de esa agua salada que en Paraguay se conocía poco. Dio un profundo suspiro y antes de que esa súper maquina empezara a funcionar lo último que escuchó fue.
- No te olvides de la gente de la Perla del Sur.
¿Y cómo iba a hacerlo? había crecido en esa ciudad, todo lo había conseguido, como también todo lo había perdido, lo que más le dolía de todo aquello fue que con sus actos lastimo a gente que de verdad le importaba, pero lo resolvería y volvería triunfante. Ubicó un asiento bien atrás, mientras pasaba se daba cuenta de que algunas miradas la seguían, pero no le dio importancia siguió hasta sentarse y perderse en sus pensamientos mirando la hermosa Costanera, y ni siquiera se dio cuenta cuando quedo profundamente dormida.