A punto de partir...

Capítulo 2 Una extraña sensación

¡Minga Guazú!- Fue el grito que la despertó miro su móvil, pasaban veinte minutos de las una -Dios ¿Este guarda no dormía? pensó- Toda la tarde-noche había escuchado pasos por los pasillos, gente levantándose, sentándose en los asientos, la puerta que se abría y cerraba. Observaba como las personas se paraban, tomaban sus cosas y esperaban paradas como pensando que si no lo hacían el ómnibus no se detendría, se tapaban la boca mientras bostezaban al mismo tiempo se agarraban de los asientos para no caer y sostenían sus cosas, era impresionante ver a una persona hacer todo aquello teniendo solo dos brazos.

De repente sintió mucho peso sobre su hombro derecho, había estado tan concentrada en lo otro que no se dio cuenta que un hombre dormía recostado sobre ella, se giro sorprendida al verlo tan tranquilamente dormido y lo observó bien, en realidad era un joven, un muy apuesto joven que tendría 23 años mas o menos, bueno... ahora no le molestaba tanto tenerlo así, sonrió traviesa pero segundos después volvió en si ¿En que estaba pensando?. Se movió un poco intentando que despertara pero fue en vano, seguía respirando profundamente dormido, entonces lo sacudió y este se quejo y se pegó mas a ella, ya nerviosa se aclaró la garganta.

- Perdón pero estas sobre mi hombro - dijo elevando un poco la voz para despertarlo, y lo consiguió el joven lentamente abrió los ojos frotándose con las manos la cara, les sonrió pícaramente.

- Buenas noches, linda.- le dijo mientras se acomodaba en el asiento- Perdón si te lastime pero te veías tan cómoda que no pude resistirlo.

Ella sólo lo miro extrañada y volvió a mirar hacia la ventana, el ómnibus se detuvo frente mismo al supermercado Stock de Minga Guazú, bajaron solo tres personas. Pensó que aún se encontraba lejos, pero no quería arriesgarse así que no tuvo otra opción que preguntar.

-Eh, perdón ¿Todavía falta mucho para alcanzar Ciudad del Este?.- el joven la miro divertido y soltó una corta carcajada, era mas que obvio en ella que nunca había salido de Encarnación.

- No mi hija en menos de veinte minutos llegamos.- Interrumpió una voz, los dos giraron a verla, era una mujer que estaba sentada al borde del asiento esperando.- ¿Es tu primera vez por acá?- ella sólo asintió.

-La verdad señora, estamos de luna de miel.- Dijo el joven, ella abrió la boca sin poder creer lo que había escuchado.- Es un poco tímida.- Dijo refiriéndose a ella.

- Que tiernos ¿ Donde se van a bajar?.- La miro mas confundida su objetivo era llegar a Ciudad del Este solamente.

- Sinceramente ni idea.- Habló por fin la chica, tratando de ignorar lo que el joven acababa de decir.- Es la primera vez que vengo.

- Que venimos, linda. - Dijo el joven corrigiéndola. Ella sólo soltó un largo suspiro.

- Yo me bajo en la terminal del km 7... para llegar a la terminal central falta muchísimo todavía y queda mas lejos de todo.- habló la mujer. Los dos asintieron y él permanecía con una enorme sonrisa en el rostro -¿Y este que se traía?

Seguía escuchando como el guarda anunciaba cada vez que se acercaban a los puntos de parada, de vez en cuando se volteaba a ver al joven que siempre le sonreía, unos minutos después les dice que se pongan de pie que ya iban a bajar y que era mejor que recogieran ya sus cosas porque nadie los iba a esperar. Cuando el ómnibus se detuvo se acercaron a la puerta ya casi todos los asientos se encontraban vacíos así que supuso que esta era la parada donde bajaban casi todos, no llegó a contar pero sobraron como tres personas una pareja que iba muy acaramelada y otra persona que no pudo llegar a distinguir de que sexo era ya que venía con la cara tapada, en realidad todo su cuerpo estaba cubierto por esa manta.

- Así estábamos nosotros, linda.- le susurró el joven señalando a los tórtolos que a pesar de ser muy tarde estaban muy mimosos, ella solo rodó los ojos y bajo del bus.

Al bajar lo primero que notó fue lo desierto del lugar, aunque era razonable por el horario, miro a la mujer que cruzaba la calle y la siguió no tenia idea de hacia donde tenía que ir.

- ¿Y tu esposo?

- Eh, no señora él...

- Linda.- dijo mientras la abrazada por atrás.- Feliz luna de miel.

En ese momento empezó a ponerse nerviosa que quería ese joven, miro a la mujer que los veía como si fueran la cosa mas tierna del mundo pensó en gritar y pedirle ayuda pero ¿Que haría ella para salvarla? no había nadie , absolutamente nadie a parte de ellos tres. Sólo sonrió y vio como ella se alejaba se giro a ver al joven este se puso recto y la miro fijo, ella no sabía que hacer se quedo quieta mirando al piso ninguno de los dos articulaba palabra y eso la ponía mas nerviosa aún, luego escuchó como se aclaraba la garganta.

- Bueno, bienvenida a mi ciudad.- lo miró sorprendida no sabia que tramaba.

- Gracias.- dijo con una voz poco audible.

- Ya tranquila, linda no soy ese tipo de hombres.- Abrió bien los ojos era como si estuviera leyendo su mente.

- Y entonces, ¿qué fue todo eso?




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