Me senté en las gradas de la escuela, el uniforme se pegaba a mi cuerpo vilmente por el sudor, el frío de Enero me calaba los huesos, tomé mi botella de agua y bebí un sorbo, a lo lejos podía ver a mi grupo corriendo, trotando y hablando, pellizque mi nariz y levante la mirada, de repente me encontré con el chico nuevo, lo vi en el autobús por primera vez, ni una palabra, solo una mirada incómoda, el chico tenía el cabello azul y los ojos cafés oscuro, sus labios estaban secos, casi blancos e hinchados por la falta de líquidos en su cuerpo, estaba sonrojado tenía lunares y pecas en la cara, habían unos lunares En su cuello que hacían una especie de camino hasta llegar a sus labios, como si fuera un camino que dijera bese aquí el chico era lindo, de una buena forma. A lo lejos divise la cabellera de Dimitri que miraba fijamente al chico de cabellera azul, Dimitri llevaba unos tenis converse negros tan sucios que parecían grises, una camisa de nirvana y unos pantalones medio holgados que remangados dos dedos por arriba de los tobillos mientras que el chico nuevo llevaba puesta una camisa hawaiana desabotonada con una camiseta blanca debajo, sus pantalones estaban rotos de las rodillas e igual estaban remangados dos dedos por arriba de los tobillos, tenía unas tobilleras blancas con dos finas líneas rojas en el elástico, sus tenis ¨ blancos¨ converse estaban manchados de pintura y su cabello discretamente enmarañado estaba cubierto por un fino sombrero blanco lo que hacía que su cabello resaltara, el pobre diablo se iba a morir de frio, mire con atención sus movimientos, estaba nervioso, se notaba a leguas, pero ¿Quién no estaría nervioso con Dimitri? Ese chico no conoce lo que es el espacio personal- ¿y yo sí? -, se pega a todos como chicle en el zapato, si sabe lo que le conviene se alejará de él.
<< Que alguien llame a César Millan para calmar a esta perra>>
-Hermanastra Jessica – Bajé las escaleras que se encontraban justo a lado de las gradas.- Hermanastra.- Susurre entre dientes.
Caminando por los pasillos de la escuela me puse a pensar en cómo es que he llegado hasta este punto, han pasado casi cuatro años desde que supe que me gustaban los chicos. No le puedo decir a mis padres que me gustan, eso sería como el suicidio. Durante estos cuatro años he estado saliendo con chicas para ocultarlo de mis padres. Me siento como en un limbo, creo que incluso sentiría más besando a una pared que a una chica. Camine hasta los vestidores para bañarme y cambiarme de ropa. Los vestidores eran uno de mis lugares favoritos de la escuela, no porque estuviera lleno de chicos, sino porque era un lugar silencioso, amo los lugares silenciosos. Al entrar a los vestidores me topé con el chico de la empanada, llevaba puesto el uniforme de deportes gris de la escuela, no se veía nada mal, de hecho le quedaba bastante bien. El chico no era ni gordo ni delgado, estaba en ese punto perfecto en el que tienes pancita pero no tanta. Sus piernas estaban ligeramente bronceadas aunque se podía notar la piel blanca de sus muslos escondida con timidez en el short normativo escolar de deportes, la camisa gris le quedaba un poco holgada pero se le veía muy bien. El chico era en verdad guapo. Su cabello azul caía en hondas por su cara y los lunares que tenía en la cara resaltaban con orgullo, se mordió ligeramente los labios, esos labios, ¿Qué se sentirá besar esos labios? Supongo que esa será una pregunta sin respuesta.
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Editado: 01.03.2019