A tiempo

Capitulo 21

Chris se paralizo ante las palabras de James.

— No le diré a nadie — le dijo James como para calmarlo — pero quiero saber la respuesta a esa pregunta y a muchas otras; Me da mucha curiosidad el futuro y el por que están aquí.

 — ¿Alguien más lo sabe? — dijo Chris y con esa respuesta tranquilizo a James que solo por fuera.

— Solo Mary y yo, jamás me atrevería a comentar algo como esto.

— En efecto — confeso Chris — no somos de esta época.

— ¿Por qué eligieron esta época? Supongo que tenían mejores opciones.

— No fue tanto una elección, Emily estaba aquí y ella es mi hermana menor y no podía dejarla sola; y Mishka y yo necesitábamos un lugar a donde ir.

— ¿A que épocas han viajado?

— Solo a esta, los viajes en el tiempo siguen siendo teóricamente imposibles.

— ¿Quién invento la maquina?

— Yo lo hice, aunque no podría decir que la invente, solo logre hacerlo realidad.    

Ante esta Chris le explico a James muchas cosas, lo que considero que era importante o que él podía saber.

La parte de la remodelación de la propiedad termino y “la gran la familia” quería hacer algunos ajustes, pero antes de eso tenían que mudarse y organizarse.

Luego de que por fin terminaran todo el trabajo y las familias se mudaran a la nueva propiedad comenzaron a establecerse y mientras el proceso de acomodarse en su nuevo hogar tomaba lugar ellos no estaban trabajando en ningún proyecto. En realidad, tenían planes de hacer sus propias remodelaciones y adaptarle un par de modernidades a la propiedad, pero no era algo que pudieran hacer cuando aún quedaban trabajadores rondando.

Elizabeth había salido al patio con nada más que una manta, un libro y el celular en un bolsillo (audífonos incluidos).

Había un árbol enorme cerca de una pequeña construcción que aparentemente jamás fue terminada y yacía abandonada y cubierta de maleza, allí ella tendió la menta y se acostó a leer un rato, pero la tarde estaba tan tranquila que ella simplemente cerro los ojos un rato, pero su sueño se interrumpió al sentir a alguien acercarse a ella, abrió los ojos y cuando su vista se ajustó, distinguió al señor Andersen.

— ¿¡Señor Andersen!? — le dijo sentándose de golpe y mirándolo con cara de incredulidad — ¿Qué hace usted aquí?

— Estaba hablando con el señor Richardson sobre algo; ya voy de retirada.

— Ya veo

Un breve silencio incomodo tuvo lugar, y ellos solo se miraban uno al otro sin decir nada.

— Puede tomar asiento si gusta — le dijo Elizabeth extendiendo su mano — no pienso ponerme en pie.

Ante eso el señor Andersen la miro unos segundos y se sentó sobre la manta junto a ella.

— ¿Ya consiguió adaptarse a su nuevo hogar?

— No, aún no.

— Puedo preguntar porque está sola aquí.

— Últimamente todos están muy ocupados con sus vidas, y yo tengo un pequeño vacío existencial.

— En pocas palabras está usted aburrida.

— Exactamente, acabamos de mudarnos y yo no tengo nada que hacer.

— ¿Y los demás?

— Ellos tienen sus vidas, mi hermano y Emily tuvieron a Nathan y Chris y Mishka… están muy ocupados.

— Ya veo.

— Señor Andersen.

— Dígame.

— ¿Qué era eso? — le dijo señalando las ruinas.

— Quisieron hacer un comedor para los trabajadores — respondió él — pero la señora callo enferma y jamás lo terminaron; aun cuando la señora se recuperó.

— ¿Cómo fue trabajar aquí? — le preguntó Elizabeth.

— No fue fácil, siempre tenía mucho trabajo que hacer — respondió él — Yo también era muy inteligente y si quería hacer algo o investigarlo siempre tenía que escaparme.

Elizabeth sonrió por la naturalidad con la que Artur dijo eso.

— Seguro que usted era el único aquí que se escapaba de trabajar para estudiar y no para divertirse.

— ¿Quién dijo que no me divertía?

Arthur se levantó y extendió su mano hacia Elizabeth.

— Sé que dijo que no quería levantarse — le dijo — pero hay algo que me gustaría mostrarle.

Elizabeth lo miro uno segundos y se agarró de su mano y él tiro de ella para ayudarle a levantarse.

Caminaron por hasta llegar a una parte apartada de la propiedad en donde se habrá el campo.

— ¿No pensara en secuestrarme o sí?

— No — respondió él con un poco de malicia — Ya habrá tiempo para eso.

Ante el comentario Elizabeth sonrió.

— Aquí es — dijo El señor Andersen parándose a la sombra de unos árboles que entrelazaban sus ramas, en el lugar había mucha maleza y el prado estaba cubierto por pequeñas florecillas moradas que emanaban un ligero perfume.

— ¿Qué paso aquí? — le pregunto Elizabeth.

— Infarte a una vaca.

Elizabeth lo miro y era como si tratara de procesar la información

— ¿Qué?

Arthur la miro y sonrió ante la expectación de que provocaría en ella la anécdota que estaba a punto de contarle.

 — Yo tenía unos 15 años cuando esto paso estaba haciendo mi aparato en secreto en el corral porque de ese modo no me llamarían a trabajar y tendría algo de tiempo para terminar mi invento...
 

Pero mientras lo armaba exploto.

No tenía la más mínima idea de que las vacas podían correr tan rápido... la encontraron como a media milla... creo que le dio un infarto.

Elizabeth comenzó a reírse por que se imaginaba la escena de la vaca corriendo a toda velocidad.

El señor Andersen miraba a Elizabeth y se reía de su risa y ella se avergonzó.

— No me imagine que usted pudiera ser graciosos — le dijo.

Hubo un silencio de unos breves segundos en lo que Elizabeth se reponía y Arthur pensaba.

—  Ya que esta aburrida que le parecería ir conmigo a mi laboratorio, podría ayudarme con mis cálculos o mis experimentos.

— Sí — respondió ella, aunque después lo pensó.




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