A través de la Luna — Park Jimin

Capítulo II

 

—¡Alto! ¡Joven Park! Es la tercera vez que se equivoca por favor preste más atención— reprochó el maestro.

—Bien el siguiente— ordenó desviando su mirada frustrado.

Hanbin se levantó después de su estiramiento y le mostró una sonrisa desafiante a Jimin, comenzó a bailar al compás de la música. Jimin se sentó molesto no entendía el porque no le salía ese paso y a pesar de haberlo practicado durante incontables horas aun no lo lograba.

—Atención todos— dijo el maestro dando unas palmas. —Por último, hagamos una danza de dos personas, por favor elijan a sus parejas.

Todos los presentes comenzaron a escoger su pareja, una gran coincidencia es que, en todos los grupos de esta academia, tenían la misma cantidad de chicos y chicas. Nadie sobraba en cualquier actividad que se realizaba eran grupos pares.

Irene se acercó a Jimin, sin embargo, Jimin estaba inmerso en sus pensamientos.

—¿Bailamos? — Jimin la miró desconcertado. —E-esta bien— dijo sin más.

Pero en ese momento alguien más tomo la mano de Irene.

—Irene nosotros podríamos bailar— Hanbin la miro con cierta amabilidad.

—Lo siento Hanbin pero bailaré con Jimin— reprochó Irene, Jimin se sentía incomodo en medio de esta escena. Había escuchado unos vagos rumores de que Hanbin gustaba de Irene, Jimin no quería entrometerse en esta situación así que decidió ceder.

—Yo puedo hacerlo con otra persona Irene… tu puedes bailar con Hanbin— murmuró con una leve sonrisa.

Hanbin sonrió triunfante y tomo nuevamente a Irene sin que esta pueda decir algo al respecto.

Una jovencita un poco tímida se acerco al ver que Jimin estaba sin pareja y se ofreció a formar una, sin objeciones este aceptó.

El maestro dio unas indicaciones concretas acerca de lo que harían, una rutina sencilla, ya conocida y dominada por todos.

Cada uno tomo sus posiciones e iniciaron

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.

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Al termino de esto cada uno salió de la sala de practica en dirección de los vestidores.

Mientras Jimin se disponía en terminar de cambiarse Hanbin se paró a su lado, ninguno cruzó palabra, pero notoriamente Hanbin lo observaba con detenimiento analizándolo.

“¿Qué tienes que le atraes a Irene?” pensó su monologó. Poco antes de entrar a los vestidores Irene le había dejado en claro de que estaba interesada en el chico de labios gruesos y sonrisa bella junto a sus hermosos ojos. Algo que lleno de ira a Hanbin.

Al recorrer con su vista el rostro de Jimin notó sus labios gruesos. “¡¿Por qué tenía que ser Jimin?!”

—Que tengo en el rostro que no me has dejado de ver— musitó Jimin guardando sus pertenencias.

Hanbin avergonzado carraspeó su garganta. —Nada, no hay nada que ver y… no te estaba mirando.

—Bien nos vemos.

Jimin se colocó una bufanda roja una que había sido hecha a mano por su abuela, antes de venir a Seúl.

El clima de aquella tarde era frígida, en esta temporada solo se podía esperar la llegada de nieve, para dar inicio a los preparativos navideños y de fin de año.

Volvió a acomodar su bufanda esta vez tapándose la nariz para evitar enrojecerla, subió al autobús que lo llevaría a su nuevo hogar.

Tomó un respiro antes de entrar a este antiguo teatro. Y que con anterioridad ya había trasladado sus pocas pertenencias allí.

Mirando alrededor lo encontró agradable, el silencio que existía le transmitía serenidad, al levantar su cabeza vio ahí en el techo una abertura, no muy grande pero suficiente como para apreciar el cielo. Sin embargo, cuanto antes debía arreglarlo o la nieve inundaría el lugar.

Jimin sonrió ahora tenía un buen lugar solo debía mantenerlo en orden y limpio.

—Ya veremos si existe ese dichoso fantasma que ha ahuyentado a muchos— dijo con una media sonrisa.

Buscó una escoba; comenzaría por su habitación y arreglaría sus cosas. No había mucho que limpiar solo el fino polvo. Tenía curiosidad de ir a la única sala de práctica, y así lo hizo. Era un espacio totalmente alumbrado y abierto, con grandes espejos. Se sentó a admirar lo demás en el ambiente. El silencio sería ahora su compañero.

Mientras poco a poco cerraba los ojos para desconectarse de la realidad fue interrumpido por su teléfono. Era una llamada de Taehyung y con mucha pereza respondió.

Al final de la pequeña platica Jimin, fue hacia la entrada, Taehyung lo estaba visitando y para convencerlo trajo comida. El de simpática y sonrisa cuadrada caminaba muy cerca de Jimin mirando a todos los lados paranoicamente temiendo por si el fantasma aparecía.

—No era necesario venir— murmuró el de labios gruesos.

Y con una voz molesta y ofendida reprochó. —¡Yah! solo quise saber como estabas y si el fantasma había aparecido— Jimin rodó los ojos, el tenía la certeza de que no existían tales manifestaciones y que solo eran viejos mitos con la finalidad de espantar al oyente.

—Llegamos, puedes sentarte aquí— dijo con un tono de voz tranquilo. Taehyung se sentó sobre la cama y le extendió un recipiente que contenía ramen casero.

—Lo cociné antes de venir aquí— susurró para dar su primer bocado. —Veo que aún no hay nada pero si quieres cambiar de idea puedes venir a mi cuarto— soltó con la esperanza de permutar la decisión de su amigo.

—Ya te dije que no quiero incomodar a tu hermana.

—Pero...

—No Tae... además este es un buen lugar aquí mejoraré mi técnica, así que deja de preocuparte por ese fantasma que no existe— habló fastidiado. 

Taehyung no pudo decir nada más ya no tenía caso intentar convencer a Jimin, solo le quedaba apoyarlo.

—De acuerdo, pero como ya he dicho vendré todos los días a verte así que no te sorprendas— sonrió mostrando su caracterizada sonrisa.



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En el texto hay: park jimin, misterio amor, realeza musica y danza

Editado: 29.11.2020

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