A través de la mirada de un asesino

23| Expedientes

big_ab1415e58f722370de56c5b8716eb02b.pngDetengo el tamborileo de mis dedos en el volante del auto al ritmo de la melodía reproduciéndose en la radio para ver la hora en el reloj que envuelve mi muñeca.

Suspiro cansino, ya lleva más de media hora ahí metida. ¿Qué tanto está haciendo? Se suponía que entraría, conversaría un poco con los oficiales para no levantar sospechas y, conforme pudiera, le iría tomando fotografías a los expedientes del caso de Anna, mi padre y de la jueza, Aimée.

El timbre de mi celular resuena repetidas veces dentro del vehículo, captando mi atención de inmediato. Me apresuro a sacarlo de mi bolsillo. Son notificaciones del grupo ese al que me unió Christian, en el que están todos los amigos de Leisha.

Abro el chat, se trata de algunas fotografías, y otras más que siguen llegando. No tardo en notar que es la pequeña acosadora, son los expedientes.

Las comisuras de mis labios se estiran hacia arriba, formando una sonrisa. Esa es mi chica. Francamente, no creí que los conseguiría. Después de todo, no se trata de cualquier cosa, pero una vez más nos demuestra que lo imposible puede volverse posible.

Estoy por abrir la primera fotografía para comenzar a leer los expedientes, conozco lo suficiente a Leisha como para saber que apenas se suba al carro, solo querrá hablar sobre eso; pero el golpeteo en el ventana me hacen apagar instintivamente el celular.

Bajo el vidrio y giro el rostro para ver de quién se trata, es el director Roy.

—Eh, muchacho, llevas mucho tiempo aquí afuera —resalta lo obvio, sin dejar atrás toda esa amabilidad que envuelve al hombre—. ¿Necesitas algo?

Niego con la cabeza—. No, solo espero a mi novia.

—¿Hablas de Leisha? —Asiento con la cabeza. El director se sorprende con mi respuesta, mas no agrega nada más al respecto.

Asiente con la cabeza y se despide con un movimiento de cabeza. Se aleja del vehículo con la intención de adentrarse en el edificio pero, como si recordada algo, vuelve a acercarse.

Antes de que llegue hasta mí, la puerta del copiloto se abre. Volteo a mi derecha, alcanzando a ver a Leisha adentrándose en el auto.

Se inclina para dejar un casto beso en mis labios antes de sentarse y, mientras se pone el cinturón, exclama—: Hola amor.

Enarco una ceja en su dirección y, por la forma en que me observa, no me cabe duda de que ha actuado así porque ha escuchado mi conversación con el director. No entiendo su necesidad de mostrarse cariñosa delante de él, pero no me quejo.

Espero pacientemente por si el director Roy seguirá con su camino y se acercará a decirme lo que sea que haya venido a su mente hace unos instantes, pero en lugar de hacer eso solo vuelve a interponer distancia entre nosotros.

No le tomo importancia y enciendo el auto. Una vez escucho el motor rugir, arranco en dirección a mi casa, donde nos esperan los chicos para iniciar con la investigación.

Apenas salimos de vacaciones y la chica ya quiere llenarnos de deberes y hacernos contestar preguntas que ni los profesionales pueden.

—¿Amor? —cuestiono, burlesco, una vez nos encontramos alejados de la estación de policías. Veo de reojo a la acosadora, alcanzando a vislumbrar sus mejillas tornándose de rojo por la vergüenza.

—Déjame —murmura, mirando hacia el exterior, apoyando su peso en la puerta, como si quisiera salir del auto—. Fue lo primero que se me ocurrió, imagínate si se enteran que filtré la información de los casos, estaríamos en grandes problemas. —Hace aspavientos con las manos—. Podríamos terminar en la cárcel.

Río por sus ocurrencias—. Solo iba a decir que no sonaba tan mal —admito, encogiéndome de hombros—. Al menos viniendo de ti.

Su sonrojo se vuelve aún más notorio. Leisha oculta su rostro detrás de sus manos, robándome otra carcajada.

Ninguno de los dos vuelve a decir nada en el camino a casa.

Al llegar, la chica es la primera en bajar, lo hace con el vehículo aún en marcha. Por mi parte, me tomo mi tiempo para apagar el motor, bajarme del auto, asegurarlo y, ahora sí, seguirle el paso.

Luce inquieta, irradia más energía que de costumbre, pero no me extraña, después de todo, está en su salsa, es lo que ha hecho desde que es una cría y aprendió a amarlo en vez de odiarlo para sobrevivir. Así que verla tan entusiasmada por resolver los casos, es un deleite para mis ojos.

Abre la puerta con desespero y de igual forma se adentra en la vivienda, los chicos dentro le dan la bienvenida y le hacen saber que están listos para comenzar. Así que aquí estábamos, siete estudiantes de 5to semestre de preparatoria, cada uno con un signo del zodiaco diferente y personalidades que nos hacían únicos, preparándonos para realizar una investigación que no nos incumbía a ninguno de nosotros, pero que por una chica en común estábamos dispuestos a unir fuerzas por lograr su objetivo.

Leisha tenía algo en contra de que no se impartiera justicia, y no le importaba que la persona no siguiera con vida, deseaba aun así que las cosas se revelaran tal cual pasaron, razón por la que decidió hacerse cargo de los casos ella misma.

Una vez Dustin y Nenúfar terminan de cerrar todas las cortinas y la estancia queda completamente en penumbras, Leisha camina hasta quedar parada en el centro de la sala y detrás de ella se alcanza a ver una proyección con las fotografías que tomó.

—Estos son los expedientes de los casos —explica, pasando rápidamente de una fotografía a otra—. Dustin y Danna, revisarán el expediente de Asier Leclerqc; Payton y Nenúfar, el expediente de Aimée; y Chris y Jaeger, el de Anna.

—¿Y tú qué harás? —la cuestiona Christian.

—Leeré los tres casos y los compararé, algo me dice que podría tratarse de un asesinato en serie —admite—. Ustedes más que nada deben encontrar quiénes son las personas más sospechosas.



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En el texto hay: misterio, poderes, suspeno

Editado: 21.09.2024

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