A través de la mirada de un asesino

28| Libra

big_b0e7eb310f6a997f1fb8534efdd57b5f.pngEstamos en clase de biología y el profesor ha apuntado en el pintaron los aprendizajes y las competencias que se esperan que desarrollemos con la práctica de laboratorio que haremos pasado mañana.

Ahora el profesor se encuentra sentado en una esquina del escritorio, esperando a que terminemos de copiar lo que ha escrito o, al menos, dándonos el tiempo que cree que necesitamos para terminar.

Voy en el cuarto aprendizaje de cinco y solo puedo pensar en que la escuela tiene grandes expectativas en nuestras capacidades.

Al menos en ciencias puedo decir que me va bien.

Pasan alrededor de 5 minutos cuando el profesor se pone de pie, toma el borrador y ejecuta su acción, borra todo el pintaron para comenzar a anotar los materiales que necesitaremos junto con el procedimiento.

Se escucha un coro de quejidos mientras que yo suspiro aliviada porque justo acababa de anotar el último punto.

Copio lo que puedo a la par que el profesor continúa escribiendo hasta que llena todo el espacio del pintaron.

Pasamos la hora así, anotando cosas y más cosas en nuestras libretas, y no es hasta los últimos 10 minutos de su clase que se toma la molestia de explicarnos verbalmente y con palabras menos rebuscadas, qué es lo que haremos en el laboratorio.

El resto de las clases pasan con tranquilidad. En algunas pasamos a temas nuevos y en otras repasamos los últimos vistos.

Se puede decir que hasta disfruto de mi tiempo en la escuela, claro, hasta que llegamos al almuerzo y sé que lo que sigue es la clase de dominio.

—A ustedes les gusta su clase porque es verdaderamente dinámica y no tienen una maestra que solo se autodesprecia y desprecia a todo el que es libra —digo, hundiendo la cabeza en el pecho de Jaeger—. ¿No es así, Nenúfar?

La chica asiente con la cabeza tímidamente, lo que me hace dudar de si realmente piensa así o solo me está siguiendo la corriente.

—No debe estar tan mal —justifica Dustin.

—Que no debe estar tan mal —repito, incrédula—. Me mandó a dirección la semana pasada solo porque la trae conmigo. Incluso el director dijo que no había motivo para llamar a mis padres, y eso que él también me tiene fichada.

Todos se ríen de mí, incluso Jaeger, lo que hace que no me lo tome tan a pecho y le busque el lado divertido a mi propia historia.

—Eso es porque eres demasiado problemática, Leisha —dice Chris.

Arqueo una ceja en su dirección. ¿Qué no escuchó lo que dije? No había motivo alguno por el cual mandarme a la dirección y llamar a mis padres. Literalmente solo se me cayó mi libreta al piso cuando la estaba sacando para intentar anotar algo de lo que decía, si es que llegaba a decir algo interesante o importante. El sonido hizo eco en el salón y la profesora Meyer dijo que lo había hecho a posta para interrumpirla.

Les conté lo que pasó a mis amigos ese mismo día, cuando nos encontramos a la salida y, tal cual hicieron hace unos segundos, todos se rieron de mí.

—Pues yo no creo que sea una chica problemática —respondo, y le enseño la lengua en un acto infantil.

—¿Y cómo es que siempre terminas metida en problemas? —cuestiona, retándome—. Por ejemplo, cuando Jaeger y Cole se estaban peleando y tú terminaste en medio, o cuando Cole y Daniel se pelearon y, repito, terminaste en medio.

—Solo soy demasiado curiosa —justifico de manera desinteresada.

La mención de Cole me descolocó por algunos segundos. No es que tengamos su nombre por prohibido, pero aún me siento mal por dejar las cosas de lado sin haber encontrado a la verdadera mente criminal detrás de los asesinatos. Al menos me consuela un poco saber que las cosas ya van a mejor en la casa de los Nelson.

La conversación continúa y cambiamos de tema un par de veces, pero parece que el día de hoy yo soy el tema central, y no solo eso, sino también su payaso personal.

Me parece que el tiempo pasa demasiado rápido, porque en menos de lo que canta el gallo suena el timbre.

Poco a poco todos los estudiantes se van poniendo de pie y pronto solo quedamos nosotros en la cafetería, junto con un par de estudiantes más que se han quedado platicando con sus amigos.

Me pongo de pie mientras voy refunfuñando. Jamás me cansaré de repetirlo, odio esa clase.

Los chicos continúan riéndose de mí y Chris tiene que prácticamente empujarme por la espalda para conseguir que les siga el ritmo porque no tengo ninguna intención de moverme de donde estoy.

Cuando llegamos a los salones nos despedimos no sin antes fijar un punto de encuentro a la salida. Iremos al café de la abuelita de Chris después de clases.

Completamente desganada, entro al salón y, como me es costumbre, tomo asiento en uno de los últimos lugares, mientras que todos se sientan en los primeros, justo frente al pintaron.

Una sonrisa se instala en mis labios, me alegra que a pesar de que somos amigas Nenúfar no cambie ese hábito solo por seguirme.

La maestra no tarda mucho en entrar al salón, desde ya despotricando contra los libras. Ruedo los ojos cansada de escuchar siempre lo mismo.

Luego de alrededor de media hora corta su aburrido discurso para que hagamos una actividad. La misma de siempre, juntarnos en binas y describir qué está sintiendo nuestro compañero. La única diferencia es que es ella quien arma las parejas.

No nos toma mucho tiempo completar la actividad a todos, y esta vez no me meto en problemas por pretender ocultar información ni nadie es expuesto ante los demás.

La maestra nos manda sentar para seguir hablando o, más bien, perder el tiempo en lo que la clase concluye. Envalentonada, alzo la mano al aire para pedir la palabra, cuando me la da pregunto:

—¿Podemos hacer algo diferente?

La clase me aburre, pero siempre he pensado que con un buen entrenador podríamos aprender a hacer más de lo que creemos. Solo hay que investigar un poco para averiguar todo lo que un libra ha podido lograr hasta el momento, y quién sabe cuánto falta por descubrir. Nuestro poder es el menos estudiado.



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En el texto hay: misterio, poderes, suspeno

Editado: 21.09.2024

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