Heyden
Siento que mi cuerpo esta hirviendo en calor, mi garganta se siente seca, como si no hubiese bebido agua en días. Me remuevo en mi ligar incomoda, abro mis ojos con dificultad, ya que están igual de pesados que mi cuerpo. Mi vista esta borrosa y no puedo vislumbrar nada mas haya de mi nariz.
No recuerdo muy bien que sucedió cuando Hendrick nos descubrió, no sé donde estoy y me da miedo pensar que puedo estar en una sala de torturas.
Giro mi cabeza a la derecha, sigo con la vista borrosa y solo puedo ver objetos o personas irreconocibles. Hago lo mismo del lado contrario y obtengo el mismo resultado.
¿Donde estoy?
Obligo a mi mente a reaccionar, mi cerebro da la orden pero mis piernas no se mueven de su lugar, se sienten pesadas y puedo jurar que me inyectaron algún sedante. Algo al frente llama mi atención, fuerzo mi vista un poco, y cada vez más noto mi alrededor. Estoy dentro de algo que parece una capsula de vidrio, justo como en una escena de Gravity Falls.
¿De esto hablaba Lilieth cuando dijo lo de las capsulas con humanos?
Más movimientos prenden la alerta en mi interior, me pego más al vidrio que hace de base en mi espalda. Observo a mi alrededor cuando recupero mejor la visión, y mi pecho brinca del miedo y la angustia al ver a mis amigas de la misma manera que yo.
Una hilera de capsulas del mismo material están a mis costados, al frente hay otras igual y aunque no logro divisar todo, sé que en algunas hay humanos. A mi derecha se encuentra Lilieth con la cabeza gacha, al frente de ella esta Kohem, Lia y Sia están al lado de la asiática.
Pero, ¿donde esta Tecier?
Nos separan casi dos metros y medio de espacio, ninguna se mueve o mira al frente. ¿Estamos muertas?
"No, no, no, ellas no pueden estar muertas." —me digo comenzando a entrar en pánico.
Me levanto con la poca movilidad que tengo gracias al sedante y al poco espacio de la capsula. Golpeo frenéticamente el vidrio para tratar de llamar la atención de mis amigas, pero ninguna reacciona. Golpeo, pateo e incluso grito hasta casi quedar desgarrada, pero nada sucede.
—¡Lilieth! ¡Kohem! —grito desesperadamente.—¿Me escuchan?
Nada.
Respiro agitadamente, me doy aire con las palmas pero siento que este me asfixia. La vista se me nubla con la llegada de lagrimas que amenazan con salir de mi, gracias a la impotencia y el miedo que me ocasiona estar encerrada.
—¡Lilieth! —suplico, con la garganta llena de dolor, los ojos llorosos y el pánico apoderándose de mi sistema.
—No pueden oírte. —su voz me hace reaccionar impulsivamente gracias al miedo que me causa—. Estas capsulas no permiten que el sonido entre o salga, a menos que se active con un botón. —informa James, mi padre.
Aunque ahora ya no lo veo como un padre.
Su mirada llena de tristeza cae en mi, me observa con pesar pero no hace nada para sacarme de este maldito lugar. ¿A eso llamaba ser padre?
Luce abatido, su ropa esta desaliñada al igual que su cabello, sus ojos están semi hinchados y su nariz se tiñe levemente de un tono rojizo. No quiero pensar que estuvo llorando por la situación en la que me encuentro, me estaría mintiendo a mi misma.
Él nunca sintió ese afecto paternal hacia mi.
Detrás de él se asoman otros rostros familiares: Hendrick, Louis, Aker y Óscar. Todos los mentados se pasean a través de la habitación observandonos como si fuéramos una atracción de circo. Louis se detiene en Kohem, Óscar en Lilieth y Aker en mi.
El socio de James chasquea su dedo, de un instante a otro, un chico que no había notado, presiona unos botones que están sobre lo que parece una mesa de metal, la que puedo asegurar es el mando de control de estas cápsulas. Hendrick posa su mirada sobre todas nosotras y habla:
—Es un gusto para mi que estén reunidas aquí, conscientes. —inicia—. Aun no proceso porqué creyeron que no nos daríamos cuenta de su huida. Vigilamos sus movimientos 24/7 niñas, sabemos que hacen, con quien y que hablan. Tal vez no puedo entrar en la mente de la ideadora del plan, pero en la de ustedes si. —asegura, y le creo.
Mis amigas y yo nos observamos sin decir nada, aunque nuestras miradas tristes y decaídas dicen más que mil palabras. Lili posa su mano sobre el cristal del vidrio, casi queriendo tocarme e imito su acción a pesar de no poder sentir su tacto. Me sonríe triste, le de vuelvo la sonrisa y varias lagrimas caen de nuestros ojos.
—Hubiesen estado mejor si no hubiesen tratado de irse, ¿no? —cuestiona Louis, aun observando en dirección a Kohem.
—No hubiese cambiado nada. —espeta molesta la asiática.
Le doy la razón a mi amiga, de una u otra manera estaríamos en la misma situación, solo que no nos daríamos cuenta por qué alterarían nuestros recuerdos.
—Tal vez no, pero no vivirían con el recuerdo de las dolorosas pruebas que haremos en ustedes.
—¿Porqué nos hacen esto? —llora Lia, casi al borde del colapso.
—Por qué hicimos un trato. —asegura Hendrick.
—Yo no hice ningún trato con ustedes, locos de mierda. —grita Lilieth con todo el odio posible.
—Ustedes no, pero sus padres si. —confirma James, observando un punto fijo en el suelo.
El que antes llamaba padre, relata como hicieron un trato con nuestros padres biológicos. Nuestros padres fueron amigos cercanos de James, Hendrick y Louis, ninguno de nuestros padres tenían conocimientos en el área de la ciencia, pero disfrutaban ver los resultados que esta tenia en objetos.
Tal era su fascinación que accedieron a ser la incubadora humana de posibles super humanos. Como ellos ya salían con alguien en este tiempo, decidieron usar el esperma o ovulo de sus parejas para la procreación de los fetos.
El tiempo pasó, y exitosamente las mujeres quedaron embarazadas y llevaron en sus vientres a lo que hoy en día somos nosotros. Cada mes nos inyectaba un compuesto químico que nunca antes había sido probado por humanos. Pudimos haber salido expuestos a reacciones adversas del compuesto e incluso nos pudo causar la muerte, pero para la alegría de todos, eso no sucedió.