Capítulo uno :Perdón, señor perfecto
¡Maldicion!
¡Maldición!
¡Maldición!
Agarraba desesperadamente servilletas de la mesa de unos cliente, mientras trataba de limpiar toda la mancha negra que había en su perfecto y musculoso trozo. ¡Mierda, Afrodita concentrate!
No dejaba de Inhalar ese varonil perfume, mientras mis manos no dejaban de moverse entre su pecho.
—Detente —su fría voz recorrió todo mi cuerpo.
—En verdad lo siento mucho —agarre otra servilleta —,dejeme arreglar lo que dañe.
—¿No escuchaste? —agarro mi muñeca con fuerza —Te dije que te detuvieras.
Mi mirada chocó con la persona algunas ves quise que me hablara, con la persona que muchas veces espiaba en secreto y con la persona que salía en mis sueño. Eros, aunque en lo más profundo de mi ser sabía que no se llamaba así.
Sus ojos azules tan claros y sus labios tan perfectamente hechos dejaban a mi imaginación en el olvido.
—¿El gato te comió la lengua? —alzó una ceja desinteresado.
—Lo siento, solo.
—¿Solo que? Deramastes todo el café encima de mi apropocito.
—Perdón, señor perfecto —ironicé.
—¿Dispulpa? —fruncío el seño.
—No le tire el café apropocito, fue un accidente.
—¿Y crees que con decirme eso, mi traje se va a reglar? —se hacerco más, demasiado.
—Ya le dije que lo siento.
—Una disculpa no es suficiente —vi como agarraba la oreja de una taza —¿Que tal si estamos iguales?
Me quedé paralizada mirando sus ojos frios. El café corría por toda mi cara hasta llegar a mi ropa. El dejo la taza en la mesa de las dos personas que lo veían en shock, mientras yo no salía de mi trance.
Con mis manos trate de quitarme el café que caía por mis ojos. El tenía su cara completamente serena mientras colocaba sus mano en los bolsillos.
—Eres un... —lo mire con los labios fruncidos.
—¿Que esta pasando aqui? —¡Supervisora! Vino a mi salvación de este este diablo sexy.
—Su personal, derramó todo el café en mi camisa blanca recién nueva —se cruzo sus brazos.
—Eso no es verdad.
—Exijo que la despidan —hizo un intentó de sonrisa.
¿Qué? Este imbécil, ¡no se conforma con una dispulpa sincera!. Estoy igual de empapada que el, y no lo e corrido del local.
—Debería considerarlo —otra que me quere fuera —,pero por los momentos no podremos joven Múller.
Sus ojos se dirigieron en mi. Dejandome ver lo disgustado que estaba. Desde el sol de hoy me e estado preguntado porque me gusta, tal vez por su físico, sus cabello casi blanco, su altura, su ojos,su sonrisa, sus labios, su tracero. ¡Ya!
El era el ultimo hijo de los Múller, mejor conocido, el cacho múller. El nació entre una relación muy mal vista entre el señor Múller y una criada.Dicen que la señora Múller, en navidades, siempre les compraba juguetes y las mejores cosas a sus hijos, mientras que a el. Solo se dedicaba a ver a sus hermanos abrir regalos. Y esperar un regalo que nunca llegó.
El me dedicó una ultima mirada antes de irse con un señor de traje que lo llamaba. Sentí que el aire que estaba conteniendo podría ser libre.
Lo sabía, sabía que su caracter era muy difícil e imbécil. Más tonta era yo por estar enamorada de alguien así. Y me preguntaba ¿Porque tuve que enamorarme de alguien que en la vida me da a ver? . Y que ahora me odia al parecer. Que manera de conocer a tu Eros.
Después de el espectáculo que hicimos, la supervisora se disculpo con todos y todo volvió a la normalidad, execto que me suspendieron por una semana. Y lo peor no era eso, no, ¡me bajaron el sueldo! Ya no podré comprar ese Ferrari rojo que tanto había soñado y constado ahorrar, no porque mi sueldo no alcanzará, sí no que todo lo gastaba en chocolates.
El café por una rara razón estaba casi vacío, era viernes y lo entendía pero siempre se Llenaba en estos días, tal vez fue por la lluvia. Así que la supervisora nos dejo pase para irnos temprano a casa. Hestia emocionada camino hacia mi con la intención de dejarme por un chico, dijo que la esperaban a fuera y después de un acalorado abrazo se despidió.
No me quedaba de otra que irme sola por las oscuras y agradables calles de Venecia. Me despedí de todas para comenzar mi caminata noturna.
Eran las 10 y las calles no había nadie,
no me daba miedo caminar sola, pero en las noticias habían selañado de ante mano que con frecuencia han habido violaciones. Y no es que fuera lunática pero por si acaso ya tenía mi sombrilla en manos.