Capítulo tres : Tú nombre
Era incapaz de pronunciar palabra, ¡maldición! Tenía esos ojos azules mirándome como lo más insignificante de este increíble mundo, mientras mi corazón latía desbocado por una persona tan fria y misteriosa como el.
Su sonrisa se torció, unos de su mechones cayo entre sus ojos.
—¿O eso fue lo que querías escuchar?
—¿Quien quesiera escuchar esa propuesta por alguien como tú? —aleje su arma.
—Una persona desesperada, como tú -
—excuse me?
—¿Que te crees? ¿Señor del mundo? —aprente los dientes.
—Estoy en eso —cerré la boca a su repuesta. Su cara estaba demasiado sería como para estar bromeando.
—Como si fuera a creerte.
—No necesito que un ajeno a mi vida me crea, me vale mierda tu opinión.
—Como sea —me alejé. En serio, tengo un don de enamorame de todos los imbéciles del mundo.
Él me miro, para despues darse la vuelta mientras caminada de prisa hacia el parqué. ¿En serió me iba a dejar sola en medió de la nada?
—¡Hey! —corrí detras de él —¿A donde vas?
—A donde no te importa.
—¿Porque crees que te pregunte? — dije sarcásticamente, chasqueó su lengua.
—Deja de seguirme, estorbo —nos detuvimos en frente de un lamborghini negro.
—¿Porque no me ayudastes desde un principio? —lo mire—Estabas muy tranquilo como si no estuviera pasando una casi violación en frente de tu nariz.
—Porqué no era mi problema —rodeó lo que al parecer era su auto.
—Eres una persona impasible —me miró —,si me fueran asesinado ¿Sentirías culpabilidad por no haberme ayudado?
—No—su cara estaba completamente inexpresiva.
Eros se tenía estar revolcando en su tumba. Él abrió la puerta su auto, lo mire inquieta.
—¿No piensas llevarme a mi casa? —alzó una ceja.
—¿Y crees que soy un príncipe azúl?
—No, pero por lo menos se cortes una vez desde que nos conocimos —cruze mis brazos.
—Veté, por favor.
—De ese modo no, ¡ni siquiera se en donde estoy! —dramátice.
Me miro enojado, al parecer no era bueno hablando con las personas.
—Bien, pero te dejare en la entraba de la gran vía —sonreí.
Subimos al auto y después de regaños del que no tocara nada. Llegamos al lugar en donde desde un principio me perdí. Era tonta, si fuera caminado unas cuadras más, abría llegado desde hace mucho a mi acogedora cama.
—Ahora bajate —,lo mire atónita.
—No me puedo ir así después de lo que me paso —si me echaba así, lo iba a fastidiar.
—¿Que quieres, estorbo? —gruño.
—Que me lleves a mi casa, ¿que tal si me quieren violar de nuevo?. ¿Y si quieren vengaza? Te quedará en la conciencia que me dejastes y me botastes y mi fantasma te atormentara por todas la noche en tu cuarto para jarlarte los pies.
—Móvil.
—¿Ah? —vi su mano estendida hacia mi.
—Dame tu maldito móvil —fruncío el seño. No tiene nada de paciencia.
Saque mi móvil y se lo entregue. Él tecleo rápidamente en mi pantalla, para después tirarmelo en la piernas.
—Ahí tienes mi numero, cuando llegues a casa me envías un mensaje y listo. —agarré el celular.
—¿Y esto de que me sirve para cuidarme en mi trayecto a casa? —alcé una ceja a su dirección.
—Si el mensaje no me llega sabré que te violaron o te mataron. Mandare gente a tu busqueda.
—¡Oh, que esperanza! —rodeé los ojos.
—Ahora bajate —lo mire digustaba.
—Ya me bajo, solo quiero una última cosa —me miro hastiado—,tú nombre.
—¿No lo sabés?
—¿Porqué crees que te pregunte?
—Karma, ahora bajate—lo mire pestañando.
—¿Qué? —fruncío el seño.
—¿No vas a preguntar el mío?
—No me interesa, ahora bajate —chasqueé mi lengua mientras salía del auto.
—¡Me llamó Afrodita, imbécil! —cerré con fuerza la puerta del auto.