Capítulo cinco :¿Qué diablos?
El silenció reinaba por todos lados de mi pequeño departamento, él estaba sentado viendo un retrato de mis padres y yo de años anteriores.
Mientras mi cabezota imaginaba una y mil preguntas que hacerle. ¿Sera que tiene novia? ¿O es homosexual? ¡No! ¡Todo menos eso por favor!. No es que tenga algo contra los homosexuales, más bien con mis compañeros de trabajo a veces los shipeaba. Pero sería desgarador saber que le gustan los hombres.
¡Un desperdicio con tanto cuerpo!
Me rasque la cabeza nerviosa, ¿Y si no le gustaba ningunos de los géneros? ¿Y si era asexual? Gire un poco mi cabeza, bueno, puede ser metrosexual por su cuerpo bien formado. Y su cara tan bien hecha, en lo personal, me importaba un pepino si el tipo era o no de una criada. Esa mujer hizo un buen trabajo.
Lo mirada de arriba a bajo, mientras que el seguía viendo el retrato como lo más desinteresado del mundo.
—Y ¿Quieres un café? —ya estaba cansada de este silencio tan hostil.
—Si.
—¿Con azúcar o sin azúcar? —alcé una ceja.
—Sin.
—¿Completamente solo?
—Solo.
—¿Con galleta o sin galleta?
—Sin.
—¿Con leche o sin leche?
—Sin.
—¿Con taza o sin taza? —me miró.
—Con.
Suspire, este hombre en verdad hacia que perdiera la paciencia. Me levante dirigiendome hacia la cocina, agarre la cafetera y servi las dos tazas de café, claro, la mía con bastante azúcar.
Regrese, dándole la taza de café. Él solo estaba tomando lentamente su café tan amargo. ¿Como se lo tomada tan tranquilamente? Yo hago eso, y me muero del sin sabor.
—¿Y a qué se debe tu visita? —sonreí.
—Me obligaste a entrar —me miro.
Mierda, verdad.
—A bueno, eso tiene explicación —hice un toque en mi mejilla —.Solo que no quería que se exparcieran rumores raro.
—Es natural —miro su café —¿Quien quería estar con una estúpida como tú?
Casi el café me sale por la nariz por haberme atragantado.
—¿Que dijistes imbécil? —me miro.
—De paso estúpida, sorda —cruzo sus piernas.
—¡No estoy sorda! Escuche perfectamente —fruncí mis cejas.
—¿Entonces porque preguntas?
—Es que tú eres... tú eres tan... eres un... —las palabras no me salían mientras lo señalaba.
Por una razón, su mirada me decía una y otra vez que era una estúpida y tonta. El solo me veía con esos ojos tan fríos y ya toda mi valentía se es fumaba.
—Como sea —chasqueó la lengua —,eres un estorbo y estúpida a la vez por no haberme avisado.
—¿Te importó? —fruncí mi boca.
—No me importa los seres descerebrados —hecho sus cabellos hacía atrás —,solo me iba a quedar en la conciencia de que mate a alguien, pero en verdad quería saber si estabas realmente muerta. Que decepción.
—Como ves, estoy bien ¡Gracias por preguntar! —puse los ojos en blanco.
—Me voy—se levanto dirigiéndose hacia la puerta.
—¿Tan pronto?
—En realidad perdí mi tiempo con un burro —abrió la puerta.
—A que... —abrí los ojos —¡¿Como dices que dijistes imbécil?!—me hacerque a el dispuesta a pelea.
Me miro sin una emoción encima, para después cerrar la puerta en toda mi cara.
Agg ¡Este maldito! Me hace molestar y se va como lo más normal. Me dirigí hacia el mueble, agarre un cojín y lo empecé a golpear imaginandome su hermosa, sexy y suculenta cara. ¡Deminios! Ni siquiera podía decir que el muy cabrón era horrible.
Después de un rato de haber descargado mi irá con el cojín, lo abracé y empecé a meterle la espuma que yacia afuera por la presión que hice.
De repente empezaron a tocar la puerta, me levante y me dirigí a ver quien era el que tocada tan rápidamente.
—Le vas hacer un... —apenas había entre abierto la puerta, cuando esta choca en toda mi cara haciendo que mi nariz se aplastara.
¡Pero que Deminios!
Karma corrió hacia todas las ventanas de mi apartamento, la verdad no eran muchas solo dos, la más grande estaba en mi habitación y una pequeña que dejaba ver toda la ciudad en la sala.
Cerro con seguridad la puerta mientras movía el mueble hacia esta. ¿Que estaba pasando aquí?. ¿Porque se veía tan enojado y frustrado a la misma vez? Esperen, el siempre se ve así.
Lo miré mientras entraba a mi habitación.
—¿Pero que diablos haces? ¿No que te ibas porque perdistes tu tiempo con un burro?
—Callate, estorbo—gruño. Fruncí el seño.
—Yo me calló cuando me muera y me de la regalada gana, cabrón — coloqué mis brazos en mi pecho —.Además, estas en mi apartamento, no tienes poder aquí.