Me senté con mis brazos cruzados en la orilla de la cama, mientras él acomodada algunas cosas en mi ya invadido closet.
Miré con enojo cada unas de las cajas amontonadas perfectamente cerradas con cinta amarilla. Mi pierna se estremecía con impaciencia haciendo vibrar casi todo mi cuerpo.
¿No deberías estar molesta no? Recarqué en mi mente, estás con el chico que te robada suspiros en la cafetería.
— Entonces —cerró con suavidad la puerta de madera —, cojones es una expresión.
—Si —resoplé — ¿De donde vienes, de narnia?
—¿Narnia? —sus ojos se agrandaron— Eso que.
—No preguntes —apreté mis brazos —¿Acaso nunca asistístes a una escuela?
Él me miró por un momento para después negar chasqueando la lengua disgustado.
— ¿Acaso es posibles? —lo miré incrédula —No te creó.
—No me interesa — abrió una caja. Puse los ojos en blanco.
—Todavía no me has aclarado ¿porqué mierdas estas en mi departamento y con todas tus cosas?
Suspiró mirándome hastiado.
—¿No vas a dejar de preguntar hasta que te diga una repuesta? — se levantó.
—No —sé detuvo en frente de mi. Lo miré retadora.
—Si te dijera que huyó ¿me creerías? —su mirada era impasible.
—Eso depende —chasqueó su lengua —, el caso aquí es que ¡estas en mi departamento gratis!
—Tú madre tiene un departamento en la gran ciudad —mis ojos se agrandaron.
—¡¿Qué?! — sé sentó a mi lado — ¡¿Cómo?! —titubie.
—Ella te contó como nos conocimos —recordó, asentí —, no fue difícil saber todos sus datos.
Esa traidora.
—Espera, ¿dices que esa es tú paga? — alzó sus hombros.
—No lo dijo, es un hecho — miró el suelo. No me convenció del todo.
—Sigo sin saber porqué estas aquí —entre cerré los ojos.
—Conformate con mi presencia mujer —sé levanto —. Apartir de hoy seras la que limpia —puse los ojos en blanco.
—Espera, espera, espera — me levanté — . No porque estés aquí, vas a venir a darme ordenes en mi propio departamento.
Y por primera vez conociéndolo, él sonrió con sorna.
—La única que esta de más aquí —me señaló —, eres tú.
Hizo una pausa.
—No has pagado nada de lo que debes — camino hacia la puerta recogiendo su ropa de una caja repleta —, te exijo que lo hagas.
—¿Exigir? ¿Exiges mucho no crees? —dije con sarcasmo, él me miró — ¿en que parte no te a quedado claro que esté es MI departamento?
Cerro los ojos — Entonces, llamare al superintendente y le diré que todavía no has pagado.
—Ja, ¿y creés que le tengo miedo a él? —sonreí más por su cara incrédula —Cosita linda, no juegues con fuego.... Te puedes quemar.
—Bien, la mudanza pasara por ti a las 1 de la tarde. Ten lista tus cosas —mi mandíbula estaba que llegaba al suelo.
—¡¿Qué?! — titubié — Espera — cerré los ojos —¡¿Qué?!
—Estas en mi edificio ¿se te olvidó? —oh, mierda.
—No, claro que no —crucé mis brazos. ¿A quién carajos queria engañar? Obviamente, se me olvidó.
—Bien —me miró unos segundos —, pero antes de eso, tienes que arreglar mis demás cosas.
—Espera rumpelstiltskin, ¡esté no era parte del trato! — bufó.
—¿quieres que te responda, fiona?
—¡Pues claro! Todas las preguntas en mi diminuto cerebro quieren ser respondidas.
—Entonces, hagamos un contrato — parpadeé varias veces.
—¿Un contrato?
—Si — abrió la puerta del baño — Pero primero me iré a vestir.
—¡No! — él paró en seco, sonrei nerviosamente —Digo, no... no.. no a al aborto — empecé marchar con mis brazos alzados simulando un cartel de protesta.
Él me miró unos segundos para después negar , salió dejándome completamente sola.
Me tiré a mi cama frustrada, ¡casi me descubre! Pero la vista estaba tan buena que no sé como en esos momentos no me sonjore hasta morir.
Y ahora, mi corazón latía a millones por segundos.