Atención: La siguiente escena se desarrolla en Barcelona y con personajes que hablan Catalán, por lo que los diálogos son en ese idioma, pero entre paréntesis () aparece la traducción.
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Barcelona, 1 semana antes del Minuto 0
Tomo otro trago de mi whiskey y permito que mi mirada divague por el lugar. Hombre y mujeres elegantes van de un lado a otro, con copas llenas y sonrisas plenas. En su mayoría, estas personas, sonríen con la cabeza y no con el corazón. Casi que puedo ver como se mueven los engranajes dentro de sus cráneos, girando sin parar: «a este le saludo porque puede ser un gran aliado», «a este mejor ni lo miro porque no me interesa su negocio». Es triste, pero en este mundo muchas relaciones de amistad se consolidan bajo la etiqueta "por conveniencia", más triste aún es que el amor también lo haga.
A lo lejos veo a mi hermana menor, "la mediana de los Soutos", es de hecho la portadora de mayor convicción. Me sonríe y me saluda suavemente con su mano enguantada y le devuelvo el gesto. Ella no hubiera necesitado la aprobación de todos nosotros, ni siquiera la de nuestro padre, para casarse con el hombre que ahora está a su lado. Así de segura es ella, otros—entre los que me incluyo—no tanto.
La fiesta está en su auge, a pesar de lo temprano que es, la música suena y se pierde en el campo. Debo reconocer que la idea de hacerla en la casa de campo familiar tampoco es que fue tan mala. A este punto mis pies ya me reclaman un descanso, o quizás sea que esta es mi cuarto vaso de whiskey. No es que tenga baja tolerancia al alcohol, pero esta bebida siempre me ha pegado más, hoy necesitaba justamente eso. No todos los días ves como tu hermana menor encuentra un compañero de vida antes que tú.
Un mozo pasa y le pido un nuevo vaso, el mío lo acabo de vaciar de un saque. No transcurre ni un minuto cuando en mi mano tengo más liquido ámbar que beber. Entonces siento una presencia a mi lado, y no me hace falta mirar para saber que se trata de nuestro mayordomo Branimir.
—Senyor (Señor)—dice con su voz siempre tan pacifica— és vostè anomenat pel seu pare, l'espera en el seu estudi en cinc minuts. (es usted llamado por su padre, lo espera en su estudio en cinco minutos.)
Era algo que me suponía, aún tengo un castigo pendiente, por el último imbécil que salve. No el de hace una semana. El anterior. De modo que si se enterase del último tendría más problemas, espero haya llegado a destino sin dejar huellas que me involucren.
—Ja li queden quatre minuts, senyor (Ya le quedan cuatro minutos, señor)—puntualiza el mayordomo que hoy viste un elegante esmoquin.
Me limito a agradecerle mientras salgo de mis pensamientos para volver a la realidad. Le entrego mi vaso de elixir y me dispongo a verle la cara a mi padre. A dar la cara. «Venga—me animo—a por ello» y me cacheteo ambas mejillas para despabilar.
—Avanci (Adelante)—grita una voz áspera desde el otro lado de la pesada y masiva puerta del estudio de mi padre. Brevemente me pongo a pensar que táctica podría llevar a cabo para derrumbarla. Seguro que solo prendiéndole fuego podría moverla de su sitio, lo que claro, demoraría un tiempo. Lo que no lleva nada de tiempo es mi entrada y mi entendimiento de que volveré a salir. Unas maletas se divisan junto a uno de los asientos frente al escritorio, al que mi padre señala para que me siente. Así lo hago.
—Hola pare (Hola padre)— saludo mientras me tiro en el sillón, pero inmediatamente me enderezo porque veo un boleto de avión sobre el escritorio.
—Hola, hola em diu el descarat est (Hola, hola me dice el descarado este)—le comenta y señala a su asesor personal, Dominick, quién asiente sin abandonar su rostro serio tan característico—. Perquè, hola, fill estimat. No caminem amb voltes (Pues, hola, hijo querido. No andemos con vueltas)—se acomoda en su asiento, por lo que su rostro se cubre de penumbras—han arribat a les meves mans, proves que has fets de les teves. (han llegado a mis manos, pruebas de que has hechos de las tuyas.)
El boleto de avión me mira desde el escritorio, siento la presencia de las maletas, y dos opciones llegan a mi mente: o bien mi padre ha decidido que ya mejor sería darle mi puesto a mi pequeña hermanastra, que apenas pasa la mayoría de edad; o bien me embarcará a una misión.
— Jo només segueixo els meus princip (Yo solo sigo mis princip)— y no acabo de hablar cuando mi padre me interrumpe con un golpe en el escritorio, tan fuerte que no puedo evitar cerrar los ojos, y mis oídos quedan vibrando aun cuando mi padre trasforma su rostro de furioso a comprensivo. Ya lo hemos hablado, no es la primer vez. Ya le he explicado que el negocio familiar está en buenas manos conmigo, pero eso no nubla mi sentido de la justicia, ni mi sentir como ser humano. Algo que él no alcanza a comprender del todo. A sus ojos solo soy un niño rebelde con aires de héroe.
— Sebastià, tu saps que el meu temps en aquest món s'esgota més ràpid del que volgués. Però no puc, em nego, a anar-me sense estar segur que això (Sebastià, tú sabes que mi tiempo en este mundo se agota más rápido de lo que quisiese. Pero no puedo, me niego, a irme sin estar seguro de que esto)—abre los brazos mostrando la habitación, mientras rodea el escritorio para acercarse a mí—
quedarà en les acurades i respectables mans del meu fill major. Tu (quedará en las cuidadosas y respetables manos de mi hijo mayor. Tú)—me apunta con énfasis—heretaràs tot això. (heredarás todo esto).
Le miro a los ojos. Este es mi padre, el Jefe Primero de la Mafia Española, el JEPME. Así lo comprueba el tatuaje que lleva en la nuca, bajo el cabello, tatuaje del que también seré portador algún día. Título que llevaré con honor, pero no permitiré que él me lleve a mí, como lo hace con mi padre. Este me mira con expectativa, seguramente espera que me defienda para chantarme en la cara sus dichosas pruebas, pero no caigo en su trampa una vez más. No soy tan niñato como piensa.
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Editado: 23.04.2021