Capítulo un poco largo. Disfrútenlo. ;)
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De vuelta en la universidad, el día transcurría con tranquilidad. Nani empaquetó tres pedazos de pastel, tanto para Kate, para Sofi y para mí.
Fue una alegría que el profesor de la segunda clase faltara; ayer nos quedamos hasta tarde con papá en una maratón de películas, estaba un poco cansada. Con nuestras cosas a mano nos dirigimos a nuestro lugar habitual en el parque de derecho, desparramándonos en la grama sentimos el aire en nuestras mejillas y dejamos que nuestros pulmones se llenaran de aire fresco. Seria mentira decir que era aire puro, pero no había otra opción.
Bien, mientras nos deleitábamos con las porciones de pastel comentábamos cosas triviales y les narraba alguna de las cosas sucedidas el día anterior. Envueltas en nuestra agradable conversación no nos dimos cuenta de que August y compañía, ósea Santi, se acercaban hacia nosotras. Fui consciente de este hecho cuando Sofi bufó ruidosamente con su mirada puesta en algo detrás de mí. Giré mi cabeza hacia el objeto de su mirada asesina y encontré a los dos chicos caminando lentamente con aire de supermodelos hacia nosotros. No había duda del atractivo que ambos desprendían.
—Pero que ven mis ojos—comentó Santi con una sonrisa pícara—. August creo que he muerto y he ido al cielo por haber encontrado a estos ángeles en mi camino.
—Ja, típica frase. Tan cliché; deberías intentarlo más fuerte Santi—atacó Sofi.
—Disculpa preciosa, pero con ángeles me refería a Kate y Gia. No te sientas especial—Sofi se puso roja del enfado.
—Eres un idiota, estúpido…
—¡Suficiente! –exigió Kate—Me atrevería a decir que o hubo o hay algo entre ustedes que te aseguro Sofi, vamos a descubrir. Ahora, compórtense como dos jóvenes maduros.
—Santi desconoce esa palabra.
—Y tú eres la reina de la madurez, ¿verdad?
—De acuerdo, párenle chicos—pidió August—. Hola chicas, no queríamos incomodar, solo pensábamos saludarlas.
—Tranquilo August, tú eres bienvenido.
—¡Sofi! –exclamé sorprendida.
De pronto Santi se acercó rápidamente a ella y le susurró algo en el oído lo que la puso como un tomate. En ese momento no sabría decir si de rabia o de vergüenza. Era un tanto confuso, Santi reía mientras rosaba distraídamente su pulgar en la mejilla de ella. En serio, Kate y yo necesitábamos averiguar lo que había ahí.
Por otro lado, August había aprovechado aquel momento en el cual me encontraba distraída con la situación de mi amiga, para acercarse a mí, lo suficientemente cerca como para oler su perfume. Unos dedos empezaron a trazar patrones en mi mano.
—Hola Perle, ¿Cómo estas hoy? –sentí los vellos de mi piel erizarse. Joder, si lo tenía demasiado cerca, los susurros en mi oído. Me alejé sutilmente.
—Hola August, estoy muy bien gracias. Y ¿tú?
—Muy bien, mucho mejor ahora que te he visto.
—Esa frase también es un poco cliché.
—Lo sé, pero es la verdad. ¿estabas comiendo esto? –preguntó señalando la tajada de pastel en mi pequeño contenedor.
—Sí, ayer fue el cumpleaños del papá de Gia y su nani hizo uno de sus famosos y deliciosos pasteles. Deben de probarlos, es como tener un orgasmo.
—¡Joder! –exclamé.
—August creo que debemos probar eso. ¿Puedes compartir un poco conmigo, Sofi? –pidió Santi amablemente. Una tímida sonrisa apareció en los labios de ella y le dio la mitad de su pastel, fue tierno.
—Entonces Perle, ¿compartirás el tuyo conmigo?
—Santi puede darte un pedazo del suyo.
—Lo siento, hombre—Santi se encogió de hombros—. Esto está delicioso. Kate tienes razón, ¿Gia, tu abuela puede hornear uno para nosotros?
—Claro, ¿le diré cuanto va a cobrarte? –Por la expresión de Santi, creo que pensó que sería gratis.
—Lo siento chico lindo, negocios son negocios—le guiñé un ojo. Tenía mis momentos atrevidos.