Perdí la noción del tiempo, pero tampoco me importaba eso, mi única preocupación era que nuestros labios pronto se separarían. Carter fue el que tomo la iniciativa, pero a pesar de que su boca ya no estaba sobre la mía, su aliento aún rosaba mis labios acariciándolos y estos hormigueaban por la sensibilidad. Su respiración era pesado y frenética y de inmediato sentí alivió al saber que yo no era la única en ese estado. Sus ojos estaban dilatados y el brillo en ellos era de lujuria y deseo, solo podía rezar para que los míos no se vieran del mismo modo, no quería delatar mis emociones y quedar así de expuesta.
-Creo que no nos reconoció. Y debo admitir que me equivoqué, después de todo si parece un buen tipo.
Me quedé en silencio simplemente viendo su rostro y no lograba entender cómo podía hablar tan tranquilo después de lo que había ocurrido y entonces comprendí, él solo me había besado porque Marcus nos habría reconocido de inmediato al vernos. Claro, está era su forma de demostrarme que también podía seguirme la farsa de ser “pareja” que yo había iniciado en el hospital y vaya que le funcionó a la perfección porque incluso yo me lo creí. Él desvió la mirada mientras se aclaraba la garganta y yo aproveché el momento para escaparme del encierro entre su cuerpo y el árbol.
-Es bueno que no nos haya descubierto; y que suerte tiene mi madre de saber escoger a los hombres.
Carter me miró con una pregunta en sus llamativos ojos, pero antes de que él hablara las nubes que habían estado avanzando sigilosamente por sobre la ciudad abrieron sus compuertas. Al principio solo fue una ligera llovizna casi imperceptible y por un momento me plantee sentarme allí a dejar que está cayese sobre mí. Pero lo que había empezado como una llovizna pronto se convirtió en un torrencial diluvio acompañado de luces surcando el cielo mientras sus estruendosos sonidos retumbaban por el sitio.
- ¡Ven! ¡Debemos cubrirnos!
Carter comenzó a correr sin fijarse en que yo no le seguía el paso y en cambio caminaba tranquilamente. Collins se volteo a ver que me tomaba tanto tiempo alcanzarlo ya que él ya había llegado bajo la lona de un kiosco, pero yo aún estaba a dos metros de este y sin ningún apuro.
- ¡Parcker! ¿¡Qué demonios esperas!?
- ¿Cómo que qué hago?
- ¡Me refiero a que muevas tu culo!
- ¡Oye! ¡Primero que nada, no me hables así y segundo! ¿De qué sirve apurarme si de todas formas ya estoy empapada? Además; ¿nunca te enseñaron a no correr durante una tormenta eléctrica?
- ¿Qué? No.
-Pues, no deberías hacerlo ya que atraes los rayos.
Le escupí muy segura una vez estuve junto a él y me quedé mirando hacia los árboles para observar la lluvia azotarlos sin compasión mientras ellos simplemente la aguantaban. Unos veinte minutos después fue evidente que el aguacero no nos daría tregua para llegar a casa, así que decidimos que lo mejor era arriesgarnos e irnos ahora que aún había luz diurna antes que esperar a la noche.
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Editado: 29.06.2024