La mirada de la enfermera fue de indiferencia, pero en sus gestos podía ver sus prejuicios. No me quería ni imaginar a Carter; lo que debía estar pensando y las preguntas que tendría para hacerme.
-¿Y usted? – le pregunto la mujer a Collins. - ¿Tiene algún parentesco con el niño?
-Si señorita. Soy su padre.
-¿Qué?
Ella realmente parecía sorprendida y ya éramos dos la verdad. Mire a Carter y en su rostro vi seriedad y convicción, él no me estaba juzgando ni pensaba mal de mi. Él me estaba ayudando. Incluso dijo ser el padre de Theo. Me entregó la tablilla y yo comencé a completarla rápidamente y sin rodeos.
-¿Estás seguro? Porque no sabíamos nada al respecto…
-Karen, si te digo que lo soy es porque lo soy y punto.
Karen. Entonces ellos se conocían de antes y al parecer ella no estaba nada contenta con la noticia.
-Como tu digas Carter, pero por tu bien, espero que sepas lo que haces. Cuando tú padre sepa de esto… eso si que no quiero verlo.
-Entonces, estás de suerte: porque nadie te dijo que debías verlo.
Karen lo miro con una ceja elevada y sus labios se curvaron en una sonrisa para nada amable y muy cínica mientras tomaba la tablilla que yo le estaba devolviendo.
-La verdad Carter es que, eras mucho más divertido cuando estábamos juntos. La pasábamos bien y tú lo sabes.
-Nosotros jamás estuvimos juntos, solo fue una aventura durante mi peor momento. Y de eso hace ya 5 años, trata de superarlo y vivir más en el presente y dejar atrás el pasado.
-¿Me estás hablando en serio? Tu… ¿De verdad la prefieres a ella? – Preguntó de manera déspota y con asco mientras me recorría de arriba a bajo con su mirada. - ¿Qué te ofrece ella que yo no?
-Karen. – Carter suspiro y yo conocía ese suspiro, estaba cansado, preocupado y sin ganas de discutir. - ¿De verdad crees que es el lugar y momento adecuado para discutir esto? Tienes más personas aquí que necesitan anotarse.
-Mi compañera puede encargarse sola perfectamente como lo está haciendo, ahora responde o, si no quieres discutirlo aquí, puedes ir a mi casa. Cómo en los viejos tiempos.
-Tu en serio no te das por vencida.
-No. Sabes que no y de verdad ¿Qué te ofrece ella que yo no?
-Peyton me ofrece algo que ni tu ni ninguna a logrado hacer hasta ahora. – Carter me miró a los ojos y sin titubear le respondió, pero creo que también era una confesión para mí. O para ambos.- Ella me ofrece algo real y duradero.
-¡Ja! ¡Por dios! – Me sobresalté por el grito de Karen y no fui la única, todos los que estaban cerca nos miraron: algunos molestos y otros simplemente curiosos por saber lo que estaba pasando. - ¡Eres como un niño pequeño al que le vendieron espejos de colores! ¿¡Qué no ves que ella no te ama!? ¡Ella no te conoce! Y estoy segura que ni siquiera sabe lo de Adam.
-¡Cállate Karen!
-Oh, entonces es cierto; ella no tiene ni puta idea de lo que pasó con tu hermano. Entonces, tampoco sabe que tú lo estás cuidando por la culpa que sientes, pero tranquilo, yo te entiendo y sabes que siempre lo hice. Siempre voy a hacerlo y estoy para ayudarte en lo que necesites. En cambio, ella – me miró de reojo con asco – no te ama como yo. ¡Ni siquiera te está defendiendo!
Sentí que ya era suficiente de esta locura de estar exponiendo así a Carter y sus secretos, cuando él estuviera listo, me lo diría o quizá no, pero como fuera él tenía el derecho a guardarlos. Cómo yo. Además, estos minutos en los que estábamos soportando las locuras de la ex y acosadora de Carter, eran minutos que no recuperaríamos y en los que no estaba con mi hijo.
-¡Ya cállate bruja acosadora insensible! – Ahora, era a mi a quien todos miraban, pero era con respeto y atención – No logro entender como es que una lunática desquiciada como tú consigue trabajar aquí. ¿Qué no te das cuenta que esto es un hospital? No es un lugar propio para que saques a relucir tus problemas para la superación de relaciones fallidas. Tienes a cientos de personas esperando a ser anotadas para poder atenderse y mientras, nosotros – tome a Carter del brazo y él abrazo mi cintura – tenemos a nuestro hijo siendo atendido en emergencias y deseamos verlo y saber cómo está. Tu por tu parte, puedes ir a tomarte un tecito de tila o doparte con calmantes, pero haz tu trabajo y déjanos respirar.
Carter y yo nos fuimos caminando con la cabeza bien en alto, y, aunque por dentro me sentía mal por algunas palabras que le había lanzado, no podía evitar sonreír ante los aplausos y abucheos de aprobación que recibí a mis espaldas.
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Editado: 29.06.2024