Ingresó a su Mercedes Benz y al momento de retroceder un auto chocó contra el suyo y por inercia su cabeza con el volante ¡Tremendo susto! No era nada grave, pero aún así el conductor debió parar y ver si estaba o no bien ¡Hombres estúpidos están criando! Se grito internamente mientras volvía a encender su auto y se marchaba del estacionamiento.
Al llegar a su casa lo único que hizo fue dirigirse a su cuarto y darse una ducha. Pensó que sus padres aún seguían en el trabajo, y como desde hace dos años que su niñera había muerto no quería a ninguna otra allí. Así que en teoría nadie más que ella estaba.
Salió con dos toallas, una enredada a su cuerpo y otra a su cabello.
¡Estefanía! Sintió su cuerpo estremecerse al oír su voz, quizá su cabeza le estaba dando una mala pasada. El teléfono de casa sonó y aún con el corazón acelerado fue hasta el y contestó.
Cambió su ropa y en su maletín volvió a hechar una toalla limpia, lentes y gorros de natación y por supuesto su bikini deportivo.
Decidió no usar el auto esta vez, preferiría mandarlo a ver por si es que existiera algún daño que ella no se había percatado con anterioridad.
Subió al Uber al que había llamado antes y en aproximadamente veinticinco minutos había llegado a su destino.
Fue hasta las duchas para ponerse el bikini, debió hacerlo desde que salió pero su mente estaba muy ocupada con ese extraño momento que no lo pensó.
Nadar, es lo único que le calmaba los nervios, tenía una enfermedad no tan grave pero que no dejaba de fastidiarla a cada momento del día, ni siquiera cuando se iba a dormir, tenía que pasar tiempo para poder hacerlo. Hizo un recorrido a toda la piscina y comenzó con la coreografía, la agua bajo su cuerpo le daba una tranquilidad inmensa que no se podía explicar.
Estefanía asintió, salió y cuando estaba envolviendo sus cuerpo con la toalla unos ojos del mismo color que los de ella le llamaron la atención.
El sujeto se acercó y Estefanía retrocedió hasta que su espalda chocó contra un metal ¡Joder, él pensaba intimidarla, otra vez! Su cuerpo la enjaulo sin darle tiempo a moverse.
Una vez cambiada, caminó hacia las afueras, estaba agotada y quería dormir pero no debía ya que antes de eso iba a pasar por una tienda a ver algunas cosas que faltaban en casa. Plaza vea aún seguía abierto. Café, leche, huevos y otra cosa fueron necesarios para retirarse de allí.