Aaron

«Hobbie»

Ingresó a su Mercedes Benz y al momento de retroceder un auto chocó contra el suyo y por inercia su cabeza con el volante ¡Tremendo susto!  No era nada grave, pero aún así el conductor debió parar y ver si estaba o no bien ¡Hombres estúpidos están criando! Se grito internamente mientras volvía a encender su auto y se marchaba del estacionamiento.

Al llegar a su casa lo único que hizo fue dirigirse a su cuarto y darse una ducha. Pensó que sus padres aún seguían en el trabajo, y como desde hace dos años que su niñera había muerto no quería a ninguna otra allí. Así que en teoría nadie más que ella estaba. 

Salió con dos toallas, una enredada a su cuerpo y otra a su cabello. 

¡Estefanía! Sintió su cuerpo estremecerse al oír su voz, quizá su cabeza le estaba dando una mala pasada. El teléfono de casa sonó y aún con el corazón acelerado fue hasta el y contestó.

  • - Sí, diga- silenció del otro lado- ¿Quién habla?. Eh, no estoy para juegos, ¿Quién habla?- al ver que no respondían decidió colgar.

 

Cambió su ropa y en su maletín volvió a hechar una toalla limpia, lentes y gorros de natación y por supuesto su bikini deportivo.

Decidió no usar el auto esta vez, preferiría mandarlo a ver por si es que existiera algún daño que ella no se había percatado con anterioridad.

Subió al Uber al que había llamado antes y en aproximadamente veinticinco minutos había llegado a su destino. 

  • - Que tenga buenas tardes, señorita.
  • - Usted también, José.

 

Fue hasta las duchas para ponerse el bikini, debió hacerlo desde que salió pero su mente estaba muy ocupada con ese extraño momento que no lo pensó.

Nadar, es lo único que le calmaba los nervios, tenía una enfermedad no tan grave pero que no dejaba de fastidiarla a cada momento del día, ni siquiera cuando se iba a dormir, tenía que pasar tiempo para poder hacerlo. Hizo un recorrido a toda la piscina y comenzó con la coreografía, la agua bajo su cuerpo le daba una tranquilidad inmensa que no se podía explicar. 

  • - ¡Ya vamos a cerrar, señorita!- gritó una mujer.- ¡Quedan diez minutos!.

 

Estefanía asintió, salió y cuando estaba envolviendo sus cuerpo con la toalla unos ojos del mismo color que los de ella le llamaron la atención. 

  • - ¿Qué haces aquí?
  • - Es un club.
  • - Sabes a lo que me refiero.
  • - No, la verdad no.
  • - Aquí en la piscina.
  • - ¿Qué no era obvio? Estaba mirándote, preciosa.
  • - Debes estar bromeando, ¿Me has seguido?- cuestionó cabreada y rápidamente su mente conectó algunas cosas.- ¡Tú eres el que has llamado y no contestado! ¡Gilipollas!.
  • - No, querida, no. Sólo imaginé que estabas aquí. No hagas conjeturas tan rápido.
  • - Sólo aléjate ¿Bien?- pasó por su lado y golpeó su hombro con el suyo, fue hasta los vestidores.
  • - Yo te quería pedir que todo lo que pasó el año pasado lo dejes allí. En el pasado.- Estefanía se volteó y lo encaro mostrando sus dedos.
  • - Uno: este es el vestidor de chicas; dos: Si no te alejas de mí lo voy a seguir haciendo y tres: Eres mi profesor de historia, así que por tu bien aléjate, porque juro que le digo a toda la escuela la clase de persona que eres ¿Bien?

 

El sujeto se acercó y Estefanía retrocedió hasta que su espalda chocó contra un metal ¡Joder, él pensaba intimidarla, otra vez! Su cuerpo la enjaulo sin darle tiempo a moverse. 

  • - A mi no me das órdenes, tú sabes que tuviste la culpa de ese accidente, y si no te quedas callada juro que te haré la vida imposible.- su nariz chocó contra su cuello y ella con sus manos lo separó.
  • - Yo no lo llamaría accidente, sólo era tu alumna y tú mi maestro. Te aprovechaste de tu autoridad para sobrepasarse conmigo y me obligaste.
  • - Sólo digo que pienses las cosas antes de decir, tus palabras pueden traer consecuencias.
  • - Aléjate.
  •  
  • Gómez se retiró de aquel vestidor no sin antes darle una mirada cínica a Estefanía. Y ella por otro lado tendría que tener mucho cuidado con ese profesor, no dudaba en que podría repetirse lo de la vez pasada y llegar a ser algo serio para ambos.

Una vez cambiada, caminó hacia las afueras, estaba agotada y quería dormir pero no debía ya que antes de eso iba a pasar por una tienda a ver algunas cosas que faltaban en casa. Plaza vea aún seguía abierto. Café, leche, huevos y otra cosa fueron necesarios para retirarse de allí. 

  • - ¿Qué hace la rubia?- Estefanía siguió caminando sin hacer caso a lo que aquel hombre había dicho- ¡Vaya, pero si tenemos a la princesa de hielo!
  • - ¡No jodas, viejo verde!- gritó sin voltearse, sus ojos conectaron con unos verdes antes de que el tipo de unos 55 años la tomara del brazo y la empujara hacia dentro de un atajo muy oscuro. El tipo la tomo desprevenida y le tapó con un trapo lleno de una sustancia química y lo último que vio fue a Aarón.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.