—Hola, ¿la conozco? —pregunto Arusa.
—Hola querida —respondió ella suavemente.
— ¿Quién eres?
—Soy Lily, la extraña hermana de tu madre, acabo de llegar de viaje, estoy supercansada, ni te imaginas lo largo y agotador que fue mi viaje y ahora no tuve ni tiempo de arreglarme como es debido, estoy hecha un fiasco — y al decir eso forzó una media sonrisa— veo que ya estás grandecita, no te había visto desde el día en que naciste.
—Es verdad — pensó Arusa, jamás había visto una foto de ella en los álbumes familiares, pero su rostro le era muy familiar.
La mayoría de los varones de la reunión las miraban, como si fueran las únicas mujeres en el salón, Arusa asumió que era por su tía, pero tampoco podía negar que le gustaba esa nueva sensación de ser observada todo el tiempo y de ser el centro de todas las miradas masculinas.
Ella sintió que su cuerpo tenía vida con cada mirada que recibía, sonrió abiertamente mientras jugueteaba con su cabello coquetamente, jamás había hecho algo así, pero sentía que debía hacerlo, sentía que esa era su real naturaleza, por primera vez se sintió sexy y un fuego extraño la invadió internamente.
—Silencio, por favor —se oyó decir a su padre.
Pero Arusa no escucho absolutamente nada absorta como estaba con la presencia de su tía, su corazón le pedía a gritos que saliera corriendo, pero sus pies estaban como pegados al piso de mármol y su cuerpo parecía que tenía mente propia.
Ya se habían hecho las presentaciones y la mano de su hermana ya había sido solicitada en matrimonio, aun así, Ary pensaba que su hermana era demasiado joven para casarse, como alguien, a los veinticuatro años, podría pensar que casarse era la mejor decisión de su vida, cuando su vida recién empezaba, había tantas cosas que podría hacer, viajar, conocer gente nueva, tener una carrera.
Tan distraída, estaba divagando en su mente que no se dio cuenta de que el salón empezó a llenarse de humo, la gente gritaba mientras salía a empujones del salón, la casa se estaba incendiando, Arusa quiso salir también, pero algo la golpeó fuertemente en la cabeza y se desmayó.
—Ary, despierta por favor —escucho que le decían a lo lejos— sigue la luz, no te alejes, no mires atrás, Ary por favor, quédate conmigo, sígueme.
Esa voz, esa voz, ella la reconocería en cualquier lugar, esa voz era de Abbo, no había ninguna duda, era la voz de él, ¿es que estaba soñando de nuevo?, hasta cuando continuaré con esta fantasía, se dijo, pero ella no quería despertar, había logrado entrar al mundo de los sueños nuevamente, esta vez no se marcharía.
Alguien la jalo, trato de luchar para que no lo hiciera, no quería irse de ese lugar, afuera ya no había nada para ella.
— ¡Ary regresa! —Ordeno la sombra— ¡regresa! —y esta vez lo dijo con una voz que ella no le conocía, era una voz de orden, de poder y despertó, la casa estaba en llamas, pero Abaddona estaba ahí a su lado, tomándola de la mano.
—Ary, abrázate a mí, por favor —le dijo esta vez con delicadeza— abrázame fuerte y no te sueltes,
Ella cerró los ojos pensando que aún estaba soñando, de pronto sintió como un agitar de alas, un viento extraño y segundos después estaba fuera a unas calles de su casa, el sonido de las sirenas era cada vez más intenso.
Su preocupación por su familia hizo que deseara salir corriendo para poder cerciorarse de que nada les había ocurrido, pero él la retuvo a su lado.
—No, Ary, no es necesario que lo hagas, ellos están bien, tú eres la que me preocupas, te has dado un fuerte golpe en la cabeza, es un milagro que no se te haya partido, permíteme cuidar de ti unos instantes más, por favor.
Arusa se cogió la cabeza con ambas manos, la sentía a punto de explotar por el dolor, sus piernas se doblaron y cedieron provocándole una caída aparatosa, Abaddona la cogió entre sus brazos, la atrajo hacia si mientras besaba suavemente sus cabellos, ella sintió en el calor de su cuerpo el alivio que le hacía falta, se olvidó de todo y lo abrazo, como nunca antes lo había hecho, ya no era más una niña, era una mujer y tenía que aceptar que estaba perdida e irremediablemente enamorada de él.
Mantuvo los ojos cerrados, por el temor de que al abrirlos todo hubiese sido un sueño, pero se sentía tan bien su cuerpo junto al suyo, tocar su piel suave y sus fuertes músculos, quería creer que todo lo que estaba sintiendo era real, abrió los ojos lentamente y lo vio ahí, él estaba junto a ella, sentía su respiración agitada, el latido de su corazón acelerado, sintió sus manos tocar su frente, revisar entre su cabello algún rastro de sangre, se le notaba tenso y preocupado.
—Gracias a Dios que no hay nada —comento él— ¡qué extraño!, hubiera jurado que ese golpe te había roto algo.
Arusa lo siguió observando detenidamente, él tenía un rostro tan bello, si hubiera conocido a un ángel juraría que tendría el rostro de alguno de ellos, ¿pero qué hacía él con el torso desnudo?, todo empezó a dar vueltas de repente en su mente, el fuego, el golpe y luego lo vio aparecer como en un sueño, sin camisa, con unas hermosas alas negras de tonalidades verdosas, sus ojos eran oscuros y pudo ver la desesperación en su rostro cuando la agarro antes de llegar al piso, justo antes de que se desmayara; como era posible eso se preguntaba, es posible que eso fuera realidad, o era más bien que estaba volviéndose loca finalmente.
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Editado: 31.05.2022