Aberrantes

Capítulo 32 - Caballito de mar

Lebanon y Guyana habían caído de pie con dureza, la única manera de haber saltado sin coger un rasguño fue sostenerse por los cables que usaba el elevador para subir y bajar en cada piso, no se quemaron los dedos por la velocidad en que descendían gracias a los guantes que siempre cargaban puestos. Mientras que Blue Velvet calló con la misma elegancia de un gato, el volar lo hacía todo más fácil. Los tres entraron al aposento oscuro. A Blue Velvet le tomó un chasquido de dedos para que la electricidad volviera al lugar. Parpadeó repetidas veces para que sus ojos se «apagaran».

Lebanon y Guyana podían ver el lugar. Un pasillo extenso y a sus costados diferentes habitaciones repletas de máquinas relativamente nuevas. No estaba abandonada, no estaba en un horario laborable.

—De acuerdo —habló Blue Velvet caminando a grandes zancadas por el extenso corredor—, esa cosa es muy grande como para entrar por esas puertas así que va a temer tomar las escaleras. Allí es dónde entras tú, Lebanon.

—Dime el plan completo y luego...

—¿No confías en mí? —preguntó Blue Velvet viendo sobre sus hombros como los hombres se esforzaban por seguirle el paso.

—Sí confío, pero...

—Bien —Blue Velvet se detuvo en seco—, entonces vas a ir a esta habitación, es donde se manipulan las máquinas centrales como puertas, elevadores etcétera, vas a hackear el sistema, apagamos las luces de los primeros pisos, más que todo las tres primeras, evitarás que el elevador baje hasta acá y nos darás la señal de cuando entre ese gigante de hierro o bronce, lo que sea, y dejarás que una mujer tome las riendas de vez en cuando, jamás digas que no a una mujer que posiblemente esté en su periodo ¿Entendido?

Blue Velvet había dicho cada palabra sin perder tiempo entre espacios. Lebanon asintió una vez y antes de que pudiera decir algo más Blue Velvet extendió su mano en dirección a la puerta y esta se abrió en un desliz. Blue Velvet no quería estar allí más tiempo, quería salir de allí si le era posible.

—Entré en el sistema —habló Lebanon por el comunicador—, voy a hackear los elevadores y puertas.

—¡Bien! —exclamó Blue Velvet con placidez. Continuó caminando con Guayana a sus espaldas—. No esperaba menos de ti.

—¿Y yo qué haré? —preguntó Guyana. Le costaba estar cerca de la chica lo cual era sorprendente llevar su paso a causa de los enormes tacones de aguja (o navajas) que traía puestos.

—Necesito que tú estés pendiente de estos.

Al final del corredor se encontraba un gran laboratorio. Cilindros de cristal llenos de líquidos, unos de color azul, otros verdes, eran dispersos colores, incluso algunos estaban vacíos. Blue Velvet evitaba verlos a toda costa, subió la mirada y el techo no estaba resguardado por nada, eran diversas tuberías esparcidas y llegando a una sola dirección, a uno de los cilindros llenos de líquidos. Blue Velvet alzó sus brazos y una de las tuberías se había desprendido cayendo exactamente en sus manos. Guyana sabía que todo esto ocurría gracias a sus poderes como Aberrante.

Blue Velvet se la ofreció. Le impresionaba el hecho de cómo una manguera tan grande pudiera ocupar esas pequeñas manos tan delicadas, la sostenía como si se tratara de una pluma. Blue Velvet de nuevo le hizo una señal de que lo sostuviera. Guyana la aceptó y la sostuvo con ambas manos, realmente no era tan pesada como lucía.

—Bien, caballito de mar —afirmó Blue Velvet con una sonrisa. Tocó su oído para hablar por el comunicador—. Lebanon, la jaula 021 tiene conexiones con los canales 32, 34 y 35 si no me equivoco. Necesitaré que actives solamente la 35 cuando te lo pida ¿De acuerdo?

—De acuerdo —respondió Lebanon—, pero ¿Cómo sabes...?

Antes de que Lebanon pudiera terminar, Blue Velvet se alejó y cruzó a la derecha. Más frascos enormes donde contenían líquidos y más enredaderas de cables encima del todo.

—No tenemos tiempo —respondió Blue Velvet e hizo el mismo procedimiento dejando a Guyana sostener el tubo a sus espaldas.

Extendió sus brazos, el cable se desprendió manteniendo un extremo en el techo y el otro en sus manos. Esta vez lo soltó dejando que se mantuviera en el aire. Volvió con Guyana.

—Caballito de mar, por allá hay otra de estas cosas sueltas, cuando te diga que vayas a ella, lo haces ¿Entendido?

—Entendido —respondió él colocando los ojos en blanco. Nunca iba a saber el significado de ese apodo, pero no le gustaba que le llamara de esa manera.

—Bien...

Blue Velvet hizo un ademán de caminar, pero Guyana la detuvo tomando su brazo con una mano mientras que la otra ocupaba la manguera. Sus miradas se encontraron por primera vez en mucho tiempo. Una parte de ella quería golpearlo por haberla tomado de esa manera, pero otra... otra sentía algo diferente. Sus mejillas comenzaron a arder y no se había percatado de lo alto que era Guyana.

—Cuídate, por favor.

Los ojos de Guyana eran un azul intenso, ni siquiera el cielo se podía igualar a esos ojos brillantes llenos de preocupación y a su vez de ternura. Nunca lo había visto de esa manera tan vulnerable en su vida. Ni siquiera cuando pelearon la primera vez, admitía que sentía cierta chispa de pasión cuando se encontraron en cada pelea que tenían, pero jamás una con tanto calor, tanto deseo.



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En el texto hay: poderes, peleas, aberrantes

Editado: 24.09.2018

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