Caminábamos tomados de la mano, me estaba acostumbrando a esto, se siente tan bien. Nuestras manos entrelazadas, caminando entre los edificios de Londres a media tarde mientras los autos pasan a nuestro lado sin detenerse. Caminamos rumbo a un café bar a las orillas del rio, que según las reseñas que había leído del lugar que había encontrado en internet, era una excelente elección para una cita. Y lo mejor es que no estaba tan lejos de la universidad así que podíamos caminar.
El aire fresco colándose entre las hojas de los árboles antes de que se llegara el momento de que cayeran le daban ese toque especial al paisaje que quedaba detrás de nosotros ante de adentrarnos en ese establecimiento. Había pocas personas, unos cuantos ojos curiosos se posaron en la puerta de la entrada.
—Bienvenidos —nos recibió un chico de nuestra edad a juzgar por su apariencia, quien nos guio hacia una de las mesas que tenían vista al río.
—Es un lugar agradable, ¿no crees? —mire alrededor.
—Es un buen lugar porque estás aquí conmigo —sujeto mis manos sobre la mesa —gracias, llegue a sentir algo de nostalgia, porque por primera vez estaría lejos de mi familia, pero no deja de ser especial porque estoy contigo.
Cada una de sus palabras lograban entrar en mi corazón causando un revuelo, cada vez que lo escucho decir cuanto significa para él que estemos juntos me hace sentir tan afortunada. Y pensar que no esperaba esta serie de acontecimientos si lo hubiese premeditado hace meses.
—Creo que esto es lo que estuvimos buscando, tu querías algo estable -aunque no lo fue al principio- y yo quería un amor de verdad —antes de que él pudiese responder llego el chico de la entrada a tomar nuestra orden para después irse.
—Ahora nos tenemos el uno al otro, y así será por mucho más tiempo.
Nuestra conversación durante la tarde en ese café fue agradable, verlo con una sonrisa mientras me hablaba de lo que había hecho, de la conversación con sus padres y su hermano, lo que lo hacía poner feliz y algo triste, y como no, se había alejado de las personas con las que ha estado toda su vida. Me habló de sus amigos quienes no paraban de enviarle mensajes esta mañana mientras estaba en clases y él revisaba el teléfono mientras el profesor estaba contando una de sus anécdotas como profesor en esa universidad. De algunos de sus compañeros con los que se estaba llevando bien, y de cómo no se sentía aislado entre personas que ya se conocían de hace tiempo.
—¿Y por qué no lo dices frente a frente? —pregunto mirándome a los ojos mientras caminábamos de regreso al departamento —lo de la carta.
—Bueno, no puedo, me distraes, me pones nerviosa, decir esas palabras no es tan fácil, todos somos directos hasta que nos desafían al corazón.
—No sé de dónde sacas tantas cosas —me dio un pequeño beso en la frente —pero me gusta.
—Leo demasiadas novelas románticas, y veo series, películas, y ahora tengo a quien me llena la mente de esos pensamientos románticos. Aunque no todo es ese romance meloso que te imaginas, creo que esos libros solo disfrazan el amor real, no todo es color de rosa, prefiero más ese romance trágico a un felices para siempre. Porque no todos los finales en la realidad son así de perfectos.
—Cada vez me sorprendes más.
—¿No te lo esperabas?
—Lo suponía, por el hecho de que a veces estas llorando muestras sostienes un libro a medianoche.