Capítulo 2
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-Si, dos habitaciones... Ujum... Primer piso... Si... -Respondió a todas las especificaciones que la inmobiliaria le hacía para su nuevo departamento, justo a la orilla de la playa en una de las zonas más altas de la ciudad, cumpliría el deseo de su abuela de vivir sus últimos días a la orilla del mar.-De acuerdo, iré en un par de horas-Colgó
-¿A donde irás?-Preguntó Mercedes preocupada, con aquel tono que rompía el alma , uno de miedo a la soledad.
-Iremos a ver nuestro nuevo apartamento- " estoy de vuelta por ella, porque de ser por mí, jamás habría regresado"
El taxi de ida hacia el apartamento que le ofrecían no charló, justo como le agradaba a Antonia, bajo del auto y ayudó a su abuela a bajar, pensó que podría contratar a alguien, una señora grande y fuerte que pudiese ayudarla a caminar y que estuviese pendiente de ella a todo momento, pero iba por pasos. Acomodarse en otra ciudad le resultaba tedioso. Cuando viajó a New York no pasó las mejores situaciones al principio, le molestaba la incomodidad en cuanto a la vivienda.
Entró al conjunto residencial, que se veía prometedor, ajustado a los lujos a los cuales estaba acostumbrada. Al tocar el timbre del apartamento salió un hombre, alto, delgado, cabello rizado, una espesa y larga barba, de ojos miel y sonrisa perfecta.
-Bienvenidas, señorita... ?- Ofreció su mano, a Antonia se le hacía muy familiar el rostro, quizá si le quitara la barba podría identificar de quien se trataba, porque evidentemente era alguien relacionado con su pasado.
-Antonia De Heel-
-¡No puede ser! ¿¡Toni!?--Exclamó el hombre que estaba boquiabierto. Hacia mucho que nadie le llamaba Toni, de hecho, solo sus amigos de la adolescencia le llamaban así.
-¿Javier?-
-¡Estas buenísima!-Se lanzó en un abrazo que Antonia no rechazó, ni su comentario. Era cierto, estaba mucho más hermosa, su cabello color chocolate estaba más brillante, sedoso y suave, su rostro más fino, de un tono más claro quizá por el clima, la figura ni hablar, las jornadas de gimnasio semanales y buena alimentación hizo de su cuerpo una maravilla. Los azules ojos ahora tenían otro brillo, uno más vivo, las cejas bien contorneadas y sus labios rosas tan pequeños como solían serlo.
-Esa estúpida barba te hace ver cómo un suggar daddy-Susurró en medio del abrazo, que la abuela observaba esperanzada de alguna señal heterosexual de su amada nieta.
-Sigues con tus putas bromas malas-Se separó dejando las manos en los hombros de Antonia.
-Ah pero mi puto vocabulario ha mejorado en comparación-Rió-Oh, esta es mi abuela, nos queremos mudar aquí...no sabía que eras agente inmobiliario-Presentó a la dulce anciana a su lado que le sonrió al hombre.
-De hecho soy gerente principal, pero hubo un problema de personal y tuve que atenderte yo,¿el destino no crees?-
Javier le mostró el apartamento por encima mientras su abuela lo recorria detenidamente y trataba de imaginárselo como un hogar ideal, con sus plantas medicinales y todo.
-¿Que te trae nuevamente por aquí?-Se sentó Javier en un sofá, el apartamento era amoblado.
-Es una larga historia pero puedo resumirtela sin tabúes y ningun tipo de tacto.
-Nunca haz tenido ningún tipo de tacto Toni-Y ahí estaba de nuevo, haciéndole recordar todo sobre Toni.
-Mi abuela tiene cáncer y la abandonaron, vine de New York para darle unos últimos días como ella quería. En frente del Mediterráneo en su tierra.-Soltó
-Wow... Lo lamento mucho-Dijo Javier sin exactamente saber que decir.
-No lo lamentes jovencito, voy a morir pronto y eso no es una novedad-Intervino la abuela desde la cocina examinando la estufa.
-Tiene razón-Asintió Antonia.
-Todos en tu familia sois tan francos... Oye, he leído sobre ti en revistas y todo, te has vuelto muy importante pero nunca aparecías en muchas fotos... ¿Porque?-
-Basta con mi nombre-Respondió Antonia, tan altiva como siempre, tan poderosa. Con aquella aura que derrochaba poder y exito, empoderamiento y determinación. Pero no siempre fue asi, Toni tuvo una juventud dificil, siempre le costó relacionarse con las personas a pesar de que tenía amigos, sobre todo, se encaprichó hasta los huesos con una joven como ella, y en aquella etapa tierna de no saber lo que se quiere, ella lo supo todo en cuanto conoció a Naima. Naima Gidi era su nombre, de un cabello oscuro y ojos negros, oscuros como el espacio, de baja estatura pero de cuerpo bello y perfecto. Toni se convirtió en una chica de poesias que brillaba como el sol que eran los ojos de Naima a pesar de su oscuridad.
Pero cuando se es joven la mayoría de veces no distingues entre lo que quieres, lo que necesitas y lo que debes. Entonces esa jovencita quería amarle, y ello se convirtió en una necesidad y por tanto, debió tambien satisfacer su falencia. Pero en el amor no siempre se consigue lo que quieres, es mas, cuando se es correspondido con los sentimientos pasa a ser un acontecimiento raro. Y cuando Toni no tuvo a quien quería, entonces le necesitó por siempre, y aquello la estaba matando lentamente, cocciendola desde adentro ante la vista de sus familiares y amigos, incluso ante la propia vista de quien causó la llama. Fue cuando debió alejarse, de la forma mas brutal y dura posible, porque si sobrevivió a no obtener lo que quería y necesitaba, tambien sobreviviría a lo que debía hacer. Volar, directamente al otro lado, en direccion opuesta a su pasado, arrancar desde las raices todos los vinculos incluso de la tierra. Atravesar el oceano y los cielos, y dejar que la brisa de un nuevo mundo, una nueva vida le detuviese el sangrado constante de las heridas de su pasado, dejar que un nuevo sol le diera vida, que un nuevo dios le diera fe, que otras constelaciones le cumplieran sus deseos... Cuando hizo lo que debía, en el momento justo, Toni renació en una nueva tierra, con una nueva vida, y nuevas ideas que la condujeron directo al exito, porque de haberse quedado, jamás habría notado que su destino real era revolucionar el mundo, que no era una dama de flores y poemas, que no era mas Toni, la chica de las poesías y el alma rota. Ahora era Antonia Sharick De Heel Árbues, reconocida en todo el mundo por dar otro paso hacía una globalizacion suprema. Toni tuvo que dejar de existir para que Antonia tomara el control, y era ella quien tenia las riendas de su vida, una mujer que alguna vez tuvo temor de hacer lo que debía, pero gracias al destrozar ese miedo fue cuando obtuvo lo que necesitaba y lo que muy en el fondo quería. Paz.