Futuro, ¿para qué?
Del pasado sigo alimentándome,
en el presente ahogándome.
Vengo y voy, voy y vengo.
Miro por la ventana y sí, sigue lloviendo.
El cielo se ve post-mortem,
¿pero por qué la fotografía que tomé
parece una bella noche?
Hasta en los huesos viejos únicamente
sigo moribunda buscándote.
El frío de este invierno congeló tu alma.
Esta primavera florecerá una vez más,
pero sin su encanto habitual.
¿Por qué no está él?
¿Por qué todo está helado si no está él?
Este es el final cruel.
Ya no soy la doncella del castillo de miel.
Giro una y otra vez hacia abajo
soy un espiral.
Me mareo, me desarmo
y vuelvo al mismo lugar.
Sobre mis ojos soy una foto antigua,
el mundo pierde esplendor, la vida se vuelve ambigua.
Suponía que mi temperatura era normal
pero el hielo sigue, continúa igual.
No se derrite una gota,
melancolía brota,
y una vez más
se congela mi sangre y mi hogar.
Tarareo una melodía miserable,
pienso en ti y pre-mí sale,
vuelvo al momento donde fui feliz,
donde había matiz, no conocía el sufrir.
Donde burlar a la muerte era nuestra meta,
donde tu aroma y calor eran mi puño y mi letra.
Y aunque aún eres fuente de todas mis ideas,
yo fui tu gran obra de arte,
una pieza inigualable.
El frío de este invierno congeló mi alma,
sigo buscándote en cada sábana,
tu presencia vaga.
Veo eclosionar una crisálida,
y aunque para mí ya no queda salida,
con algo de tu esencia los colores volverían,
mis letras serían menos frías.
Después de ti no hay nada que me abriga,
se congela el caramelo, se congela.
Se siente dulce pero se pega mi lengua,
no puedo evitar la cadena perpetua.
Las nubes cubren por completo el cielo,
los diamantes son cristales de hielo
y yo la reina de las nieves
que espera por su amor que no vuelve.