Absurdamente verdad

Capítulo 3

-Celeste, ¿podés sostenerlo derecho, por favor?-Habló mi madre mientras movía mis brazos para "enderezar" el cuadro que estaba sosteniendo, así ella podría tomarle una fotografía y venderlo por internet.

Lo iba a vender contra mi voluntad. Aunque estaba casi segura de que tenía un bajo costo en el mercado, tenía un enorme valor para la familia, ya que era una herencia de los padres de los abuelos de mis abuelos o algo así, y lo conservábamos en una caja olvidada con otras cosas. Aún así, no quería dárselo a cualquier persona que pagara una cantidad absurda de dinero, me parecía bastante injusto.

Pasé los dedos sobre la pintura, se trataba de una mujer vestida con prendas blancuzcas y lo que parecía ser un estilo de chaqueta amarilla, combinada con sus amarillos zapatos. Se encontraba recostada sobre un sofá verde con algunas sábanas y almohadas en él. Daba cierta curiosidad el solo verlo.

-¿Ya le sacaste?-Pregunté bajando el cuadro, y dejándolo sobre el sofá.

-Sí, no estoy segura de cuánto pueden darnos por ella.-Respondió con una mueca de duda en su rostro.- Voy a poner 15 dólares y vemos que ofrecen.

Miré a Tom, quien estaba bañándose en el suelo de la sala, pacientemente. Cuando lo llevamos al veterinario unos días atrás, nos dijo que se trataba de conjuntivitis, y con los lavados que le ha proporcionado mi madre diligentemente, se le veía la mejora rápidamente, sus ojos ya casi habían vuelto a la normalidad.

Un mensaje entrante me hizo moverme del sofá donde me había recostado. Mientras veía el vaivén de la cabeza del gato sobre su pelaje, saqué el celular del bolsillo delantero de mi pantalón y lo desbloqueé. Se trataba de Sandra.

"Vamos al cine? tengo entradas gratisss"

"está bien, pero vamos a ver esa del tiburón."

"noooooo no me gustan ese tipo de pelis"

"We, dale, despues decidimos"

"Pasa por casa en dos horas, tengo que bañarme"

"dale"

Miré a mi madre, que había vuelto a dejar el cuadro en el lugar silenciosamente. Me miró con una expresión rara... y después de unos segundos caí en la cuenta.

-Se acerca la fecha de...-Comenzó, pero la interrumpí rápidamente.

-Lo sé.-Dije poniéndome de pie.-No creo que pueda acompañarte, perdón.

Sacudió su cabeza, mostrándome una sonrisa triste. La entendía, no podía saber ni la mitad del dolor que podía estar sintiendo, pero sabía la razón, y podía entender las razones por las que extrañar a mi padre cada segundo de su existencia hiciera que respirar fuera tortuoso, lo entendía. Sabía que se sentía culpable, al igual que yo, y que tenía muchos arrepentimientos... al igual que yo.

La única diferencia era que ella lo aceptaba, y trataba de sobrellevar la situación, en cambio yo no podía hacer eso, porque no soy fuerte, ni tampoco podía soportar siquiera la idea de que fuera real. Porque la evitaba, a toda costa. Podía pensarlo, decirlo en mi cabeza, pero jamás podría decirlo en voz alta o oirlo por alguna razón ajena a mi.

-En un rato voy a ir al cine con Sandra.-Hablé tratando de cambiar de tema, y volver a la rutina, que aunque me hacía sentir que me ahogaba, era mejor que abrir los ojos a una realidad que no estaba preparada para enfrentar.

-Está bien, no vuelvas tarde.-Dijo sonriendo sin mostrar sus dientes.

-Mamá, tengo diecisiete...-Empecé a quejarme, como siempre lo hago cuando ella me quiere poner toque de queda.

-Uy si, que grande... acá antes de las diez.-Dijo rodando sus ojos.-¿Querés café?

Asentí con la cabeza y ella se fue a la cocina. Estaba bien de tiempo, y que eran las cinco, así que iba a salir de casa a las siete. Mi cabeza comenzó a divagar hasta que sonó mi teléfono desde el sofá, donde lo había dejado.

"qeres juntarte hoy??"

Se trataba de Christian, el pesado y denso Christian, quien no me dejaba respirar, aunque me había sorprendido, porque hacía unos días que no me llenaba el chat de mensajes, así que supuse que no me iba a escribir más, pero ahí estaba.

Él no me gustaba, tampoco era un amigo, solo hablábamos porque yo le gustaba, además de que era entretenido cuando estaba aburrida, a lo mayor que habíamos llegado eran a unos cuantos besos después de clases, afuera del colegio en invierno. Todavía me acuerdo de como me abrazaba pensando que después de eso ibamos a casarnos o algo, incluso su enorme sonrisa me había dado algo de ternura en su momento.

Me pareció algo tentador el verlo, ya que aunque no me gustara él, sí me gustaba como besaba.

"Voy a ir al cine con Sandra, perdón"

No tardó ni diez segundos en leer el mensaje y comenzar a responder.

"Si qeres ns vms despues"

"Yo te aviso si puedo"

Apagué la pantalla después de enviarle el mensaje y me fui a mi habitación a cambiarme. Decidí dejar la propuesta abierta, debido a que capaz que después del cine se me fueran las ganas de verlo, o capáz que a Sandra se le ocurriera alguna otra cosa para hacer. Solo sabía que necesitaba distraer mi cabeza con algo, porque ultimamente los buenos pensamientos no eran los que sobresalían.



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En el texto hay: diario, relatos de la vida

Editado: 14.04.2019

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