Absurdamente verdad

Capítulo 4

Ahí estaba de pie delante de nosotras la razón por la que Sandra quería venir al cine. Vistiendo impecablemente como siempre, con sus manos en los bolsillos delanteros de su jean, con su pelo perfectamente peinado, mirándonos con una ceja enarcada y una sonrisa burlona, que causó cosas dentro de mi que no puedo explicar.

-¿Qué película van a ver?.- Dijo mientras se acercaba a nosotras, no entendía esa confianza, solo porque hagamos un proyecto juntos no significa que pueda hablar tan confiadamente, ¿verdad?-Yo vine a ver Megalodón.

-Ay, nosotras también.- Habló Sandra, y la miré con el ceño fruncido a más no poder. Esa era la última película que ella quería ver.

-¿Eh?-Hablé sin despegar mis ojos de ella, quien se alejó y me miró como si me estuviera perdiendo de algo obvio.

-Sí... lo habíamos decidido por chat...-Sonrió hacia Carlos, quien seguía de pie frente a nosotras.-¿Viniste solo?

En el momento en el que Sandra formuló esa pregunta, lo noté visiblemente incómodo y avergonzado. Siempre había tenido sospechas de que no tuviera amigos por su personalidad horrenda, pero jamás me lo había planteado en serio, porque incluso yo tenía a Sandra.

-Eh... sí...-Dijo poniendo una mano en su nuca mientras miraba el suelo, y no pude evitar relacionarlo con las películas, cuando el protagonista estaba avergonzado pero se veía extremadamente hermoso tratando de ocultarlo.

-Si a Celeste no le gustaba este tipo de películas iba a venir sola también.-Sonrió Sandra, y fue la primera vez que le quise pegar por tanta falsedad.

-Suerte que me encantan, ¿no?-Dije mirándola de soslayo.

-Sí, vamos a sentarnos juntos.-Habló otra vez Sandra empujándonos a ambos hacia el interior de la sala, donde nos absorvió la penumbra.

Como lo supuse, Sandra se olvidó de mí una vez que entramos, y en dos segundos los perdí de vista, por lo que decidí sentarme por mi cuenta. Sin muchas opciones, me senté al lado de un señor que me miraba de formas que no me agradaban para nada, aunque por suerte no intentó hacer nada durante la película.

Casi dos horas después estaban pasando los créditos. Todos comenzaron a aplaudir, se pusieron de pie y comenzaron a irse. Tardé un poco salir del atontamiento que me dejaba siempre una pelicula en el cine.

Cuando salí al exterior, el viento frío chocó en mis brazos desnudos, haciendo que automáticamente me abrazara a mi misma mientras esperaba por Sandra en la salida. A los minutos, cuando estaba por irme, salieron riendose demasiado fuerte ambos.

-Oh, ahí estas.-Dijo Sandra como si estuviera borracha. Carlos se alejó un metro de ella, como si los hubiese atrapado toqueteándose.-Te perdimos en la sala.

-Creo que fue más bien un "te abandonamos", pero como sea.-Dije malhumorada, no me gustaba esa complicidad que se veía entre ellos, y menos verlos tan sonrientes, ¿desde cuando Carlos sonríe tanto?

-Ay no seas exagerada, no es para tanto...-Habló y Sandra soltó una risa tonta.

-Como sea, yo me tengo que ir, me están esperando, hagan lo que quieran.-No sabía porqué me había enojado tanto, pero ahí estaba dándoles la espalda y caminando lejos. Cuando estuve lo suficientemente alejada como para que no me vean, saqué mi celular y llamé a Christian para que me vaya a buscar.

No sé porqué, pero volví al cine para esperarlo. Me alegré al ver que seguían allí de pie, conversando, aunque eso hizo que me enojara más.

-Oh, volviste.-Dijo Sandra en un tono despectivo notando mi presencia. No entendí esa reacción.

-Vamos a comer una pizza, ¿venis con nosotros?-Habló Carlos en tono amable, y por un segundo me imaginé que habían cambiado cuerpos o algo así.

-Tengo otro compromiso.-Respondí. Decidí no hablarle a Sandra, ya que parecía que tenía algo estancado en su cabeza que no la dejaba pensar con claridad, tal vez mañana tendría la mente más clara.

El auto de Christian se detuvo justo frente a mi. Me despedí de ambos con la mano antes de abrir la puerta y deslizarme en el asiento del copiloto.

-¿Qué querés hacer?-Preguntó después de darme un beso en la mejilla para saludarme.

-¿Pizza?-Dije con una sonrisa, la que él imitó, acelerando y conduciendo por las calles que estaban casi desiertas.

Christian notó que tenía frío por el movimiento que hacía con mis manos por mis brazos tratando de darles calor, y me tendió un suéter rojo que tenía en el asiento trasero para que me lo ponga.

-Tendrías que haber traído abrigo.-Dijo sin apartar la vista del frente. Le agradecí, y sin oponerme me puse la prenda, que desprendía el mismo aroma que había sentido la vez que nos besamos.

-Es re calentito.- Dije mientras me hundía en el suéter. Lo escuché reír, y a los minutos escuché el motor apagarse.

Esperé en el auto mientras él iba a comprar una para llevar, ya que salía más barato así según Christian, y como yo no iba a pagar nada, no me opuse.



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En el texto hay: diario, relatos de la vida

Editado: 14.04.2019

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