Academia de Brujas

Dieciséis.

• I V Y •

La cara de Circe reflejaba confusión, y con razón.

No podía dar crédito de lo que vi, solo recordaba echar un vistazo al interior del gimnasio y en el centro de todo, descansaba una gran masa de piel rojiza. Un conjunto de membranas, musculos y espinas que se erigían sobre una larga cola.

Un dragón, me percaté despues.

Para mi suerte, estaba de espaldas y no reparó en mi presencia. Por lo que pude salir tan rápido como había entrado.

— No puedo creer que te hicieran esto — Circe decía preocupada.

— ¿Qué se supone que deba hacer con el dragón?

La rubia me miró, y podría jurar que el color abandonó su rostro.

— ¿Intentarás entrar ahí de nuevo?

Arriesgarme la vida ante un estúpido juego, era una mala idea si lo planteabas así. Pero para nada pensaba rendirme con facilidad.

Me encantaba siempre sorprender a las personas, hacer cosas que no se esperan que podría hacer. Muchos lo ven como una necesidad de la aprobación externa, yo lo veía más como un estilo de vida.

De mi podían decirse muchas cosas, pero ser una miedosa sin lugar a dudas no era una de ellas.Con mi orgullo en juego, no tenía otra opción.

— Entraré — dije con determinación.

Circe lucía preocupada. Siendo sincera, a veces me compadecía de ella y todos los demás que lidiaban conmigo.

— Si mueres, no quiero tener nada que ver con esto.

— Si muero, cuida a Lucas bien.

Lo pensó por unos segundos.

— Trato hecho.

• ✧ •

Y me dí la vuelta, hacía el gimnasio.

Aún no caía en cuenta, ¿Como se supone que superaría esta prueba? No contaba con instrucciones o alguna idea concreta de lo que querían de mí. Pelear con esa criatura estaba fuera de las posibilidades pensé, la directora había sido lo bastante clara como para que tengamos claro que era nuestro deber protegerlo. Lastimarlo no traería mas que malas consecuencias.

Pensando en lo absurdo que sonaba la advertencia en esta situación, me reí. Como si Tramy, necesitara protección alguna, pensé, en realidad eramos nosotros los brujos quienes estaríamos en verdadero peligro si debiéramos enfrentarnos a eso.

Tomé una respiración profunda, y mis manos se posaron sobre las manillas de la puerta. Me aseguré de abrirla lentamente, para evitar hacer ruido, como si eso me diera alguna ventaja.

Asomé la cabeza y lo encontré en la misma posición que antes, esa masa gigantesca echada en medio del gimnasio, contrastaba su roja y oscura coraza con el azul claro que era el suelo del gimnasio. A su alrededor, aparatos para ejercitarse lo flanqueaban.

Grandes ventanales a los lados iluminaban el lugar, la luz dorada que se infiltraba bañaba la roja piel de la criatura. La escena en otras circunstancias, se me habría antojado como magnifica.

Me obligué a mi misma a pensar. Tienes un dragón rodeado por aparatos, algo debes de buscar aquí. ¿Pero qué es?

Desde la distancia, aprecié a esa cosa, que me superaba algunas diez veces en tamaño. Me percaté que seguía echado, inmovil.

Estaba dormido. Gracias a los Dioses pensé.

Con cuidado, lo rodeé cuando alcance a estar lo suficientemente cerca. Quise asegurarme aun más de que estaba fuera de peligro, ahí fue cuando se me ocurrió.

¿Y si lo que buscaba estaría en uno de los aparatos?

Si, tenía sentido. Rodear el dragón dormido, y con cuidado recoger lo que sea que buscaba, sin despertarlo.

Pero habían tantas maquinas y objetivos que buscar entre todas sería muy tardado, y la verdad me estaba desesperando.

Tenía que hacerlo rápido.

Si estuviera en un punto lo suficientemente alto, pensé, podría ver todo a la vez.

Así, lo hice. Estirando una mano invoqué un escalón de hielo.

Subí en el, pero para mi sorpresa el dragón despertó.

Su cuerpo tembló, sus grandes fosas olisqueando en el aire, buscandome. Giró el cuello y me vio.

No supe que hacer.

Esos grandes ojos inyectados de un intenso color amarillo me estudiaron, sus pupilas casi tan rojas como su piel. Tenía la cabeza muy alargada y a los lados unos cuantos colmillos me saludaban.

Tiene que ser una broma.

Sin más que pensar, corrí sobre los bloques de hielo. A cada segundo invocaba más y más, por lo que estaba sin rumbo alguno elevandome en el lugar.

El dragón, se levantó y se acercó con lentos pasos al nacimiento de mi escalera, la cual a ese punto parecía una especie de espiral que seguía dibujandose bajo mi voluntad en las alturas.

Reveló una larga cola que en la punta tenía incrustadas unas púas grises, tan gruesas que parecían más bien rocas que terminaban en punta.

Yo estaba tan alto que noté que casi llegaba al techo. Me di cuenta que en el medio el agujero en realidad era una entrada, un segundo piso. Un lugar seguro donde me podría ocultar hasta que llegase ayuda.

Sorprendiendome, estrelló la cola en la escalera, provocando así un sonido demasiado fuerte. Piedra contra hielo.

Bajo mis botas, pude sentir el mundo inclinandose tambaleando. La gravedad haciendo de las suyas, pero no podía caer estando tan cerca. Debía correr, más rápido, más rápido.

Otro golpe seco, y la escalera se vino abajo.

Estaba a punto de caer cuando estaba tan cerca, que podía casi tocar el borde del segundo piso, podía ver una luz a la distancia, podía apreciar los barrotes de una jaula en su interior.

Apunté con los dedos a la jaula, rezando porque fuera lo suficientemente fuerte. De mis manos salieron enredaderas y ramas que se atascaron a los barrotes.

Respiré.

No caí.

Colgando de las enredaderas en el techo, me permití mirar hacia abajo y observé todo el hielo esparcido y roto cubriendo los aparatos y el suelo en su alrededor. Si hubiese fallado pensé, estarían así de quebrados y esparcidos mis huesos.



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En el texto hay: academia de magia, romance, brujas

Editado: 11.08.2021

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