Academia de Brujas

Veintidós.

• I V Y •

Hacía mucho frío en el abismo. El aire gélido rascaba sin piedad mi piel desnuda, a la vez que susurraba inquietantes lamentos.

Es tú culpa. Es tú culpa. Es tú culpa.

Me prometí a mi misma no llorar, que reprimiera cualquier muestra de debilidad, de lo contrario los haría enojar y las consecuencias serían peores, un infierno más severo que este.

A lo lejos sus bestias clamaban una espeluznante canción, ¿estarían llamándome? Me abracé tanto a mis rodillas que dolía, tratando inútilmente de ocultar mi rostro para así evitar cualquier contacto visual con ellos, todos ellos.

Es tú culpa.

• ✧ •

Desperté en medio de la madrugada y mi respiración la noté acelerada.

Solo fue otra pesadilla, me dije.

Las hebras de cabello pegadas a mi rostro me hicieron percatarme del sudor que bañaba mis extremidades y no pude evitar la sensación de sentirme como un desastre. 

Dioses, ¿era tanto pedir poder dormir por una vez?

Forcé mi cuerpo a sentarme y procedí a mirar por los alrededores, tratando de asimilar que este preciso momento era la realidad. No habían voces tenebrosas, tinieblas ni mucho menos ese frío desgarrador en los alrededores. 

Sin embargo, para mi estremecimiento, la oscuridad de la noche era semejante a la de mis pesadillas.

No recordaba cuanto tiempo tenía que no salía de estas cuatro paredes, que no comía y que mis pesadillas se habían intensificado de manera considerable. Lo último que había rozado mi mente fue aquella noticia de Eliah Lewis que despertó mis peores miedos.

La muerte revivió mi paranoia.

Hice un esfuerzo sobrenatural por levantar mi cuerpo de la cama, la frescura del piso bajo mis pies descalzos me golpeó, provocando que emitiera un gemido en queja. El otoño estaba aquí en su máximo esplendor, había notado a través de la ventana que las tonalidades de naranja había decorado los alrededores de la academia y las corrientes de aire advertían que en cualquier momento tendría lugar la llegada del otoño.

Haciéndome con una chaqueta sobre mis hombros, decidí que era momento de hacer aquello que rondaba en mis pensamientos hace mucho tiempo. Enfrentar la situación, porque nadie más lo haría.

Aunque el sol no salía aún, supuse que era cuestión de unas horas para que la adoración matutina empezara, y según lo tenía planeado, la persona con la que me disponía a tratar debía de estar despierta enfrentando sus responsabilidades diarias.

Para cuando llegué a las oficinas administrativas de la academia, ubicadas justo en el centro de la edificación, no fue difícil descubrir cual sería la oficina principal ya que era obvio gracias a las grandes puertas dobles de roble talladas con intrincados diseños que danzaban entre si. Era tan temprano que no había nadie para detenerme cuando atravesé sin previo aviso esas puertas.

Del otro lado, había una biblioteca. Estantes marrones forraban las paredes, repletos de libros conocidos y desconocidos, algunos de lenguas que nunca había visto y otros que por alguna razón podría jurar que desprendían cierto brillo. En medio de las filas de volúmenes, detrás de un dorado y largo escritorio, se encontraba sentada la directora Aurora con un libro entre manos.

—Deberías de estar dormida, Bren —. dijo sin develar ninguna emoción.

Allí dentro era cálido; tal vez habría algún hechizo pensé, o simplemente se debía a la chimenea que se iluminaba tras la directora, la delicada luz amarilla delineaba sus redondeadas facciones.

—Lo siento, resulta que una bestia suelta en las afueras me quita el sueño.

No recordaba cuando fue la última vez que había hablado con alguien, el sonido de mi voz resultó raspado y provocaba cierta molestia en mi garganta, como si hubiera estado gritando por horas como en mis pesadillas. Por su parte, la directora mantuvo el rostro duro tensando la quijada.

—¿Que quieres? —Imperturbable, nunca apartó la mirada.

—Quiero respuestas.

Sin titubear, me acerqué a una de las dos sillas que posaban frente a su escritorio.

—Usted hace unos días me había contado sobre la muerte del compañero de Tramy.

Ella me sostuvo la mirada por un segundo imposiblemente largo, y luego asintió lentamente. Yo proseguí:

—Si mal no recuerdo, fue bastante explícita relatando sobre las mordidas extendidas por toda su espalda y los huesos expuestos, por eso se me ocurre que el estado del dragón podría ser similar al que fue encontrado Eliah Lewis.

La directora parpadeó, ligeramente sus labios se separaron reflejando su sorpresa. Claramente no estaba preparada para declaraciones como esta en plena madrugada.

—¿Crees que Tramy también fue la responsable de la muerte de Eliah?

—No, yo misma me encargué de encerrar a Tramy ese día —. Me apresuré a responder.— Lo que quiero decir es que tal vez la muerte del dragón y la del brujo estén relacionadas; puede que algo mucho más grande y terrible de lo que imaginamos está preparándose para llevarse más vidas.

La declaración sonó peor que en mi cabeza, no pude detenerme cuando las palabras salían una tras otra y mi desesperación emergía junto con ellas.

Aurora abandonó su estado de sorpresa luego de un momento, y echándose hacia detrás y abrió una gaveta de su escritorio. Me extendió lo que parecía ser una hoja de papel, la cual en una esquina tenía grabado un circulo que en su interior acunaba: la luna, el sol y las estrellas elevadas en un mismo plano sobre las montañas. Era el sello real.

INFORME DE INVESTIGACIÓN : ISAIAH LEWIS

Rebusqué entre las lineas con rapidez, ¿una hoja de papel era suficiente para resolver una muerte tan horrible? no era justo, cualquiera merecía más que esto.

—El rey envió una comisión de profesionales para resolver la situación, ya la investigación concluyo cuando se descubrió una familia de quimeras que deambulaba cerca del cadáver.



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En el texto hay: academia de magia, romance, brujas

Editado: 11.08.2021

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