Las clases se dictaban en el segundo edificio, atravesando el extenso jardín, el laberinto y los establos. Nunca había estado en un laberinto, quizás está también podría ser la primera vez para incursionar me en uno y tantas otras cosas en ese mundo increíble.
Algo extraño resultaba de todo esto, no lograba sentirme desanimada, sentía la pérdida, la ausencia y el vacío de la vida que perdí pero desde un lugar de extraña paz, impulsandome a seguir y comenzar a vivir plenamente. Es tan complejo de explicar pero quizás de algún modo retorcido, mi madre y mi hermana o sus almas me acompañaban aquí.
Las clases no eran muy numerosas, los alumnos éramos divididos por niveles de conocimiento, no por edades. Entonces, compartía clases con dos ancianas, algunos que aparentaban mi edad y un grupo de cuatro que fingían ser mayores pero dudaba mucho que lleguen a los 18 años.
La primera clase fue de historia, dictada por una diminuta mujer de voz estridente y nariz puntiaguda, como esta clase era la más básica de todas, comenzó por el principio, el inicio del mundo, de los mundos, y como la magia fue drenada solo al nuestro.
<< nuestro>>
Seguía pareciendo extraño, por momentos esperaba despertar de este sueño inverosímil pero si me pellizcaba, estaba ahí en una clase de historia de Zaryhf, uno de los cinco reinos de Degryn. Al parecer en el inicio de los tiempos, cada uno estaba regido por un líder, y Zaryhf era el que los unifica, era el punto medio entre todos, la zona neutra, la capital de la sabiduría donde estaban las cinco academias de artes mágicas.
Sin embargo hace algunos siglos atrás y varias guerras que voy a demorar años en recordar, los reinos se unificaron en uno solo, con sus cinco capitales, regidos actualmente por Larhys mi ambiciosa tía, que ya debe estar deseando mi muerte, aunque tenía que admitirlo, el plan de mi padre tenía todo el sentido. ¿Quién buscaría una enemiga, una potencial regente, una poderosa hechicera aquí?
Una academia de bastardos, no queridos, campesinos que nunca respetaron sus ancestros y por ende, no transmitieron la sabiduría ni la magia, hijos de humanos, lo peor de lo peor.
La clase terminó tan rápido como empezó, así que tomé el único cuaderno que llevaba conmigo y una anticuada pluma que Atyra me dio, y me marché dispuesta a recorrer los jardines hasta la próxima clase.
(...)
A mis espaldas, el grupito petulante de adolescentes reía, había pasado demasiados años de mi adolescencia temiendo a grupos como aquel, pero ahora, en este momento, eran el menor de mis problemas. Querían hacerme daño, estaban buscando la manera de molestar, podía olerlo, sentirlo en cada fibra de mi cuerpo que me indicaba que algo estaba mal.
Entre al salon cuando uno de ellos tomó un mechón de mi pelo, no tiró de él pero dejo que se escurra entre sus dedos.
Era más alto que yo, su pelo rojo como las llamas estaba revuelto y había unos ojos miel detrás de esa cara pecosa.
— Que lindo– dijo con un tono lascivo.
— No me toques otra vez — no tenía tiempo para esto, quería golpearlo en la maldita cara, aunque sus otros tres amiguitos serían un problema también.
— Tranquila— Dijo dando un paso más hacia mi.
No termine la frase porque un viento suave se instaló en medio de la habitación, dejando ver el cuerpo de Theon que se materializaba junto a su escritorio, sus ojos ahora rojos me miraban, los miraban. No fue necesario que dijera palabras para que la clase se sentara en sus pupitres y preste total atención.
El rojo en sus ojos cesó, y volvió ese verde esmeralda. Me dirigió una de sus miradas toscas antes de suspirar y comenzar a hablar.
— Bienvenidos a la clase más difícil que tendrán, emplear hechizos puede ser difícil pero protegerse de otros, es aún peor, no voy a mentirles…—
Mientras Theon hablaba, el pelirrojo estaba moviendo sus dedos, generando una pequeña ventisca que movía el cuaderno de una joven al final del salón. La pobre aún no caía en la cuenta de que estaban jugando le una broma pesada, y miraba hacia las ventanas buscando algún espacio por dónde el viento estaría entrando.
— Voy a ser muy claro con ustedes— Dijo Theon molesto, era evidente que noto el jueguito y su voz sonó como un estruendo— Esta clase es de hechizos básicos, algunos para defenderse —- estaba arrastrando las palabras mientras inspeccionaba a cada uno de nosotros, podría jurar que todos estaban intentando tragar saliva cuando comenzó a caminar entre los pequeños pasillos — y otros para atacar— esta vez fijó su mirada en el grupito, el pelirrojo no le bajó la mirada, un desafío candente y podría jurar que a Theon se le estaba por escapar una sonrisa. — Sin embargo la magia no debe ser usada simplemente por el placer de dañar, no aquí, no en mi clase.—
Theon estaba volviendo a su escritorio cuando el grupo río por lo bajo. podía sentir su irá contenida, sus pensamientos intentando refrenarse, cuando se giró y miró fijamente al pelirrojo.
— ¿Cómo te llamas? — Preguntó.
— Polin– Sonrío éste.
— No te llamas Polin, tu nombre es… Lorean pero como es del cobarde de tu padre, no es de tu agrado usarlo ¿no es así? —
El joven palideció e intentó rehuir de la mirada de Theon pero ya era tarde, ya sus ojos no eran de él, ni su cuerpo, podíamos ver el pánico que amenazaba con hacerlo llorar cuando su cuerpo se movió involuntariamente, cuando Theon lo hizo caminar y colocarse frente a la clase. Intuía que Lorean estaría luchando con todas sus fuerzas pero no se comparaban con lo que Theon era capaz de hacer.
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Editado: 21.06.2024