Academia De Reinas

Capítulo 38: El Legado de los Guardianes

La tarde ya se desvanecía cuando Alina y sus amigas se reunieron en su rincón favorito de la biblioteca. La luz dorada de la puesta de sol iluminaba suavemente las estanterías llenas de libros antiguos. El aire olía a polvo y a historias olvidadas, pero la quietud de ese lugar siempre las hacía sentirse seguras, como si nada pudiera interrumpir la paz que hallaban entre esos muros llenos de sabiduría.

De repente, un extraño y antiguo libro cayó con un sonido suave en medio de su círculo. El sonido del golpe fue tan limpio y resonante que todas las chicas se miraron sorprendidas. Alina fue la primera en acercarse al libro. Era un tomo grueso, con una tapa dorada que brillaba a la luz, casi como si tuviera vida propia. El emblema de cada casa estaba grabado en la portada: un sol radiante, una sombra profunda, una llama perpetua y una raíz enroscada. Un símbolo más que no podían identificar, que no se encontraba en ninguna otra parte.

—¿Qué es esto? —preguntó Syra, con un tono curioso, a pesar de que su rencor hacia Alina siempre mantenía una distancia palpable entre ellas.

Alina lo tomó con cuidado, como si el libro fuera más valioso de lo que parecía. Al abrirlo, la primera página reveló palabras escritas en un lenguaje antiguo, pero al instante las palabras comenzaron a brillar con intensidad y, como un eco resonante, las chicas pudieron entender cada sílaba.

"Cuatro guardianes, cuatro fuerzas, cuatro destinos entrelazados. La Reina de la Casa Olvidada, hija del corazón puro, será protegida por estos cuatro. Su magia será el lazo que une a todas las casas, pero solo si la herencia de los cuatro guardianes resplandece."

El silencio reinó por un momento. Las chicas, con el corazón acelerado, comenzaron a leer en voz alta, cada una con un temblor en la voz.

"De los hijos del Sol, el fuego que ilumina el destino, la magia de la verdad y la justicia." Lyselle miró el emblema de Solaris en la tapa del libro. Su pertenencia a esta casa siempre la había hecho sentir cercana a la luz, pero nunca pensó que tenía un papel tan crucial en el gran plan.

"De las sombras del abismo, el protector de secretos, quien camina en silencio entre la mentira y la verdad." Neria, con su siempre presencia enigmática, se sintió invadida por una extraña sensación, como si hubiera llevado la oscuridad en su corazón toda su vida, sin saberlo.

"De la bruma eterna, el guardián de las almas perdidas, quien puede sanar lo que el corazón ha roto." Aeliana, siempre tan curiosa, se sintió identificada con las palabras sobre Lumeria, la casa que representaba la clarividencia y la sanación. Un escalofrío recorrió su columna, pues sabía que ella siempre había sentido la necesidad de ayudar a los demás, aunque nunca supo por qué.

"De la raíz de la tierra, quien cuida el equilibrio, la fuerza de la naturaleza misma." Syra, que había sido la más distante de todas, ahora se veía unida a algo mucho más grande de lo que jamás había imaginado. La magia de Theralis, la conexión con la tierra y las criaturas místicas, ahora cobraba un nuevo significado. ¿Era posible que ella también estuviera destinada a ser algo más?

El libro comenzó a desvelar más secretos mientras las chicas continuaban leyendo.

"Y de la Casa Olvidada, la heredera del corazón puro, la reina que será despertada por el amor y el sacrificio de sus guardianes. Juntas, ellas detendrán el fin que se aproxima. Solo si las cuatro fuerzas se unen, podrá evitarse la oscuridad que cubre los cielos."

Alina, al llegar a esa última línea, sintió que el suelo bajo sus pies temblaba. El emblema de la Casa Olvidada brilló con fuerza en la tapa del libro. Ella era la Reina que debía ser despertada, y las cuatro chicas a su alrededor, cada una con un vínculo con una de las casas antiguas, eran sus guardianas.

—Esto… no puede ser real —susurró Lyselle, mirando el libro en estado de shock.

Alina, sin embargo, sintió algo profundo y verdadero. Todo lo que había vivido hasta ahora, cada prueba, cada misterio, parecía llevarla a este momento.

—Somos las descendientes de los guardianes. —dijo Alina, con la voz temblorosa, pero decidida—. Cada una de nosotras está ligada a una de las casas. Las casas que nos dieron poder, pero también responsabilidad. Y ahora sabemos que todo esto… ha sido siempre el destino. El ciclo se repite.

Neria asintió lentamente, sus ojos oscuros brillando con una luz nueva, una comprensión de algo que había estado oculto durante mucho tiempo.

—Y tenemos que detener lo que viene. —dijo Neria, su tono firme, casi como si aceptara por fin el peso de lo que esto significaba para ella y para el mundo.

"El ciclo se repite… pero esta vez será diferente. Las sombras ya no podrán separarnos." Aeliana murmuró las palabras del libro en voz baja, como si también estuviera aceptando su lugar en el tejido de los destinos.

Syra, que siempre había sido la más reacia a aceptar su propio poder y destino, miró a las otras chicas con una mirada seria y decidida.

—Entonces, ¿qué hacemos ahora? —preguntó, un fuego nuevo en sus ojos.

Alina miró a sus amigas, sabiendo que juntas podían enfrentar lo que fuera que viniera. Ahora todo tenía sentido, aunque el peso del futuro les pesaba sobre los hombros. Aún así, no podían evitar sentir una extraña paz. Ya no estaban solas en esto.

“Nuestro amor nos salvará. Juntas, nuestras almas serán la barrera contra la oscuridad.”

Alina cerró el libro con suavidad, sus pensamientos un torbellino de emociones, pero también con una extraña sensación de unidad. Sabía que estaba destinada a este momento, y que nada ni nadie podría detenerlas ahora.




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