Acordamos que me pasarían a buscar a las seis para ir a la fiesta de Raúl, les conté abiertamente mis sentimientos hacia Mía y aunque no me comprendieron, decidieron ayudarme a separarlos. Además, serían mis nuevos cómplices y me acompañarían a seguir a nuestros compañeros, los hermanos vigilarían a Raúl en las tardes afuera de su casa y Mickey y yo vigilaríamos a Mía en las noches.
Un día antes me ayudaron a enviar mensajes aún más épicos que los anteriores, aunque la mayoría los hice solo yo pero creo que ellos me dieron la inspiración. Los hermanos le mandaron más de setenta mensajes seguidos a Austin y Sara, los cuales no eran tanto amenazantes sino vulgares, eso sí que era genial. Todos provenían de Bill, ya contaba con más de tres mil amigos y no sé ni cómo los tenía si a todos los insultaba.
Me vestí con una camisa azul y no es por halagarme pero me veía muy bien, quedaba bastante bien con mi cabello oscuro. Llegaron a las seis en punto en el coche de los hermanos, Santiago lo conducía y Mickey iba de copiloto, Martín iba detrás. Los hermanos traían atuendos bastante parecidos, suéteres similares pero en todos diferentes y del resto llevaban lo mismo puesto, mismos jeans, mismo calzado. Por el contrario a todos nosotros, Mickey llevaba un atuendo que parecía sacado de televisión o de revistas, un pantalón caqui ajustado con una correa que combinaba con su camisa de mangas cortas y zapatos clásicos.
Íbamos ya andando cuando Mickey me dijo:-Te vez tan sensual con esa camisa que en este momento desearía ser tela para abrazar tu torso desnudo-
Estando adentro, nos sentamos en la sala. Había demasiada gente y la mayoría eran de la escuela. Los hermanos son diferentes físicamente pero del resto son exactamente iguales, se visten de forma similar, tienen un tono de voz parecido pero no les gusta la misma persona, a Martín le gusta Lisa, una chica de primer año, es bastante bonita y Santiago decía que no le gustaba nadie, en cambio Mickey decía que yo le gustaba pero los hermanos lo delataron diciendo que a él le gustaba cualquier persona que tuviera el cabello largo y un pene. Él se fue cuando lo llamó Daniel, un chico de último año y ya sabíamos para qué era.
Entonces me quedé sentado con Martín y Santiago pero poco después una chica obligó a Santiago a irse a bailar con ella, así que me quedé solo con Martín. Nos aburrimos enseguida y tan solo cinco minutos después ya nos disponíamos a irnos, cuando dos chicas se nos acercaron para invitarnos a bailar con ellas, la que me invitó a mí, tenía el cabello castaño con ondas, muy bonita y la otra era alta, tenía el cabello negro y ojos claros. Aceptamos y bailamos con ellas, qué lástima que Mía no me estuviera observando, quisiera que le dieran celos.
Unos chicos nos brindaron unos tragos y accedimos, no era la primera vez que bebía pero como llevaba meses sin hacerlo, a los pocos me hizo efecto muy rápido y me sentí bastante alegre. No recuerdo el nombre de la chica con la que bailaba pero lo que sí recuerdo es que antes de medianoche le dije que la quería besar, no sé por qué le dije eso y ella accedió, como si eso hubiera sido lo que había estado esperando toda la noche. La besé con ganas, llevaba meses sin besar a alguien, la última fue Kris y anteriormente fueron solo otras dos chicas más. Estábamos en un rincón y ella no paraba de besarme, me apretaba bastante junto a ella. Rápidamente mi respiración se fue agitando y sabía que quería hacerlo, la chica me dijo que vivía a unas pocas casas… salimos, estábamos en la entrada, ella estaba en frente de mí, me agarraba ambas manos.
No recuerdo de qué estaba hablando porque vi a Mía bajarse de un taxi con dos chicas más, venía vestida de forma similar pero juro que se veía preciosa y volví a sentir ese feo dolor de estómago que me da cada vez que la veo. Ella me estaba mirando y yo fingí que no la había visto, entonces besé a la chica para darle celos a ella, entrecerré los ojos para ver un poco su expresión pero no me estaba mirando, eso me decepcionó.
Entonces le dije a la chica que fuéramos a su casa, quería dejar de pensar en Mía así fuera por una noche, me llené de rabia, celos y tristeza cuando nos íbamos, ni siquiera pude saludarla ya que me miró con desprecio y no me acerqué, odiaba la idea de que no me quisiera.
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Me tiró sobre su cama y empezó a besarme estando encima de mí. Yo estaba agitado, no pensaba en nada y no quería parar, la chica me arrancó los jeans con fuerza y acto seguido se quitó el vestido y todo lo que traía puesto.
Observé detalladamente sus senos redondos y rosados, volvió a montarse encima de mí y me entregó los preservativos.
Editado: 28.11.2018