Acechame Nathan

8. Soy leyenda, nadie podrá olvidarme.

Sabía que me había excedido, estaba hasta el cuello lleno de preocupaciones, los errores que no había cometido en todo el año, los cometí todos en quince minutos. Todos salieron, unos lloraban, otros estaban increíblemente felices de haber tenido una experiencia cercana a la muerte, que payasos.

Enseguida escuché a la gente comentar que unos habían soñado que un ataque terrorista de este calibre nos iba a destruir, otros comentaban que sintieron un presentimiento de que había una bomba como tal en la escuela, que estupidez.

Que gente tan mentirosa, nada había sucedido y ya decían que habían tenido premoniciones de esto. El caso es que este evento marcó la historia de la escuela, esta sería sin duda, una historia que los chicos de la escuela relatarían a sus hijos con orgullo. La anécdota de cuando estuvieron a punto de morir en manos de “Al qaeda” hasta ese punto tan extremo llegaron los rumores pero ahí se quedaron, solo rumores. Nunca nadie supo exactamente lo ocurrido ya que al día siguiente la policía llegó a la escuela a investigar lo sucedido, había muchos testigos, todos querían hablar y relatar su versión de los hechos.

Unos contaban una historia y otros una aún más fantástica, todos concordaron en dar el nombre de Bill pero dado a que habían inventado cosas tan absurdas, la policía no lo tomó en serio y pensaron que simplemente fue una broma de algún estúpido sin nada que hacer, yo. Ahí murió la investigación.

La policía no lo tomó en serio ni los profesores pero la gente de la escuela que ansía tener algo como esto con qué aferrarse, algo que los mantenga asustados, una leyenda urbana de que hay algún asesino acechándolos. Al parecer eso avivaba las conversaciones y el interés de la gente, así que cada mensaje que envié después de lo ocurrido se volvió viral, todos se lo tomaban muy en serio y lo más genial de todo es que nadie ha visto en persona a Bill, y aun así le creen como si fuera Jack el destripador. Que ignorancia.

El caso es que ya no hacían otra cosa más que hablar de Bill y de las supuestas señales demoniacas que habían visto pre- ataque, unos aseguraban que habían sentido un olor putrefacto recorrer los pasillos unos días antes y otros decían que habían sentido presencias, o aún peor, ¡que vieron demonios que trataban de advertirles! ¡Literalmente! ¿Un demonio por qué querría salvar a alguien? Esos fueron unos de los tantos rumores que empezaron a circular en los pasillos de la escuela.

Llegó la famosa y tradicional semana santa, fechas muy buenas para descansar y meditar sobre mí mismo y sobre lo bien que me estaban saliendo las cosas… joder, Mickey tenía razón, no engañaba a nadie haciéndome el fuerte. Estaba enganchado con Mía hasta lo último de mí, gracias a Bill, había logrado despejarme un poco y hasta no la vi en esos días. Para semana santa mi hermana va a la iglesia todos los días y me hace ir con ella, a regañadientes papá va con nosotros. Desde que mamá falleció cuando yo tenía tan solo trece años, a papá se le dificultaron las cosas con nosotros, tuvo más deudas y recaídas que nunca. Mamá se llamaba Lucía, igual que mi hermana.

Ella era la persona más divertida y preciosa del planeta, ni siquiera en sus últimos instantes dejó de mostrarse carismática y alegre, fue muy optimista, inteligente, desprendida, amorosa y cualquier cosa buena ella la tenía. Nunca ha dejado de dolerme su muerte, no hay un solo día en que no la extrañe y piense como serían las cosas si siguiera con nosotros.

Recuerdo los grandes almuerzos que le servía a papá o cuando me arropaba por las noches… de hecho, cuando papá nos dijo que mamá había fallecido decidí escribir algo en mi cuaderno.

Dulce eras y con ser estrella soñabas.

Y cantar ópera era lo que más anhelabas. Hubo una noche en que estuviste cansada Y decías que todo te mantenía estresada.

-

Eso duró muy poco porque el siguiente otoño Nos llevaste a pescar y te veías más descansada. Llevaste un vestido de flores satinadas

Y papá estupefacto te llamó maravilla

Y nos hiciste chocolate en una noche tan fría.

-

Mamá, fuiste mi sueño de hoy y 

deseo de mañana.

Si tan solo tres noches tú me acompañaras. En una te haría pay de manzana

Y te pondría un poema en la mesa. Porque eso era lo que más te encantaba. En la segunda llegarías a mi asombro

Y te encendería doce velas y en cada una pondría los nombres De cada una de tus favoritas novelas.

En el tercero recaería en llanto pero tú no lo permitirías. Y sentiría que no aguanto pero aun así me sonreirías.



#47023 en Novela romántica
#30966 en Otros
#4495 en Humor

En el texto hay: acosador, romance, amor

Editado: 28.11.2018

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.