Narra Nicole
El viaje en el auto fue increíblemente largo.
Alex conducía y se la pasó haciendo malos chistes todo el camino, fastidiandome. Aunque Adam se mostraba encantado y en algunos soltaba una carcajada.
Perfecto, dos idiotas y cuatro horas de viaje. Tomé mis auriculares y me puse a escuchar música mientras miraba por la ventana.
Comenzó a reproducirse "Barco de Papel" de Anette Moreno "asi fue te imporó lo exterior, olvidaste el interior" decía la línea final.
Mordí mi labio inferior y miré a Adam de reojo. Su cabello castaño se despeinaba por el viento que entraba por su ventanilla apenas abierta, y con el atardecer de fondo su perfil se veía como la portada perfecta de alguna revista.
Sonreí de lado y agaché la mirada para sumirme de nuevo en la música de Lewis Capaldi que estaba sonando.
Cuatro horas después llegamos a mi pueblo. Estaba exactamente como cuando lo dejé hacia casi dos años.
-¿Vivias aqui Nicole? - preguntó Adam anodadado cuando bajó y vió la gran casa que se erguía delante nuestro.
-Bien dijiste, vivía. Es casa de mis padres, no mia - dije con un deje de enojo.
Él negó con la cabeza divertido ignorando mi poca sutileza y tomó nuestras maletas.
-Solo intenta que tu suegra no te coma crudo - le dijo Alex sonriendo de lado palmeando su espalda.
- ¿Mi suegra? - preguntó sonriendo.
- Solo ignora al torpe - respondí fulminando con la mirada a Alex.
- Entendido Jefa - se burló mientras caminaba con las maletas hasta la puerta de entrada.
Alex y Adam se quedaron detrás de mi esperando que golpeara la puerta.
La última vez que estuve aquí, fue cuando papá me dio dinero a escondidas y me fui a Los Ángeles para probar suerte con la música. Fue el único que me apoyó.
Mí madre queria que fuera abogada como ella o buscara un esposo que me mantuviera. Discutí con ella, me dijo que si salía por la puerta no me atreviera a volver.
Suspiro con los nudillos a punto de golpear la puerta pero no puedo hacerlo. Me tiembla el cuerpo. No merezco estar aquí.
No he triunfado en la música, tengo un salario peor que bajo y mí vida es un desastre. No podría mirarlos al rostro.
—No puedo —susurro bajando mí puño y cerrando los ojos.
Siento una mano en mí hombro que me reconforta.
—No dejaré que nadie te haga sentir mal —susurra mí primo con una sonrisa compasiva mientras le brillan sus ojos azules.
—Gracias —respondo aliviada.
Tener algo de apoyo al enfrentarme a mí madre me hace sentir mejor.
Suspiro y golpeo la puerta que a los segundos se abre y me quedo boquiabierta al verla parada frente a mí.
—¿Nicole? —preguntó como si hubiera visto un fantasma y a los segundos se le iluminó la mirada y ensanchó su sonrisa.
—¿Maia? —pregunté como idiota correspondiendo al fuerte abrazo que me estaba dando.
Maia había sido mí única "amiga" durante la primaria y secundaria. Ella me consideraba su mejor amiga, aunque para mí la palabra "amigo" era demasiado fuerte y sentía que estaba reemplazando a Becca al decirle "mejor amiga" a alguien más.
Pero Maia se asemejaba bastante a eso.
—Dios, creí que no volvería a verte —susurró en mí hombro mientras Alex pasaba por nuestro lado cargando las maletas y entraba a la casa.
Se separó de mí y clavó los ojos en Adam agachando la vista sonrojada.
Hice una mueca ante eso, no necesitaba ver esto ahora.
—Hola soy Maia—se presentó ella tímidamente ofreciéndole su mano.
Él la aceptó cortésmente con una sonrisa.
—Adam Black, es un placer señorita.
Maia era de mí estatura, tés blanca y ojos marrones, con el cabello rizado del mismo color que sus ojos.
Una belleza sencilla, no necesitaba maquillaje para verse bonita. Ella lo era sin siquiera intentarlo.
Luego de unos segundos de su mutuo contacto visual carraspeo incómoda y Maia se hace a un lado para que podamos pasar.
—Tu madre está esperandote —dijo señalando hacia el interior de la casa.
Camine unos pasos y Adam se adelantó cuando de repente Maia me toma del brazo haciendo que me gire para verla.
—Nicole hay algo que debes saber...—comentó nerviosa— Tu madre... Cree que te fuiste a los Ángeles a buscar marido. Eso fue lo que tú padre le dijo para que te dejara en paz.
—Eso quiere decir... —negué con la cabeza rápidamente.
—Que ella creerá que tu amigo es tu novio — murmuró sin sonreír.
Mire a Adam que se estaba presentando con mí madre la cual lo envolvía en un abrazo.
Mierda.... Esto no podía estar pasando.
—¿Cómo sabes que es mí amigo y no mí novio? —pregunté confusa.
—Alex me ha mantenido al tanto pero no creí que te fuera a convencer de venir, perdí mí apuesta, le debo un pastel al maldito— dijo riendo.
Suspiré y me enfoque en Adam y mí madre. Adam no merecía envolverlo en esa mentira y además papá estaba muriendo. No servía de nada que fingiera algo que no era.
—Le diré la verdad —respondi decidida mientras me encaminaba hacia mí madre pero Maia se interpuso en mí camino.
—¿Estas loca? Tu madre le ha dicho a todo el mundo que te fuiste a buscar esposo y que regresarias cuando lo tuvieras, estaba orgullosa de ti. Te ha esperado todo este tiempo —mirandome con tristeza— Le romperas el corazón.
—Ella me lo rompió cuando aplastó mis sueños, además tarde o temprano terminará por descubrirlo— respondí cuando veo a mí madre acercarse a mí con una sonrisa.
Mí madre nunca fue cariñosa conmigo, era fría, distante. Nunca estuvo para mí cuando la necesite, ni era de esas madres que te aconsejaban o escuchaban. Ella solo daba órdenes.
Pero me descolocó cuando vi lágrimas por su rostro y una enorme sonrisa.
—Hija, has vuelto a casa —murmuró llorando y pude notar sincera alegría.
—Hola má... —antes de que termine de hablar me abrazó con fuerza.
Tarde unos segundos en reaccionar por la sorpresa, pero correspondi a su abrazo.