Acordes de Salvación

Capítulo 11

Nicole

¿Estaba siendo infantil por sentir celos sin ser nada? Tal vez.

¿Yo le gustaba? Quién sabe. Preguntas que no me dejaban de molestar mientras comía a su lado.

—¿Ya puedes siquiera hablarme, Nicole? —su tono era frustrado mirándome con carita de perro mojado.

Bufé algo molesta, aunque me parecía tierno su pequeño drama.

—Solo déjame escuchar la película, odio la gente que habla mientras miro algo interesante.

—¿No soy interesante? —preguntó recostandose boca arriba, haciendo que su chaqueta y camiseta de levantaran un poco dejando ver su abdomen con un tatuaje.

Mis ojos de fueron allí por un momento, y me ruborice cuando él se incorporó y notó dónde tenía la mirada.

—Oh —dijo divertido mientras yo sentía mis mejillas arder— Me lo hice a los dieciséis luego de una fiesta, larga historia.

Tragué saliva cuando se quitó la chaqueta y levanto su camiseta hasta su pecho para que viera el tatuaje.

Era un dragón que empezaba debajo de la primer costilla, recorría todo su abdomen, terminando en la V de su cadera y se veía que seguía un poco más abajo de donde comenzaba su pantalón.

—Veo que ahora sí, soy más interesante que la película— murmuró bajando su camiseta y yo negué divertida.

—No te creas, drama king. Los tatuajes solo son tinta que no se borra. Más cuando no tienen un significado.

—¿Y quién dijo que no tengo tatuajes con significado? —dicho esto de quitó la camiseta y se dió la vuelta mostrándome su espalda.

Lo que ví me dejó helada. Varias cicatrices surcaban su piel, heridas que en algún momento habían sido demasiado profundas.

Se notaba que le habían arrancado pedazos de piel que ahora eran heridas superficiales. Debian tener años, pero como habrá dolido.

Me acerqué lentamente a él acariciando sus cicatrices y sentí como se tensaba. Automáticamente me detuve, no quería molestarlo.

El se giró apretando los labios.

—No tiene tinta, pero lo tendré toda la vida.

—Kev... ¿Que sucedió?

El apartó la mirada de mi y respiró hondo, como si hablar del tema aún lo afectara.

—Confio en ti, Safe.

—Prometo no decírselo a nadie. —susurré— Pero si no quieres, no debes decírmelo, en serio.

—Quiero hacerlo. —se sentó en mi cama aún con el torso desnudo— Luego de la muerte de Bárbara, mis padres peleaban muchísimo. Mi madre se fue de la casa y mi padre me maltrataba. Decía que era mi castigo, por haber arrebatado la vida de esa niña.

Yo no puedo creer lo que estoy escuchando, de pronto siento que mi corazón se acelera y la rabia corre por mis venas. Maldito bastardo que maltrataba a su hijo, quiero matarlo.

—Un día todo se salió de control. Tomó un rastrillo de metal y me lo clavó en los hombros arrastrándolo por mi espalda. Me arrancó la piel y casi muero desangrado de no ser por los vecinos que vinieron a rescatarme. —susurró mirando al suelo derramando un par de lágrimas mientras su voz se cortaba.

Lo abracé sintiendo mi corazón romperse con sus palabras. No puedo creer que haya pasado por tanto, y yo que lo había odiado por muchos años.

Acaricié su espalda y él apoyo su cabeza en mi hombro tomando aire.

—Dime que tu padre está preso.

—De hecho lo está, pero en unos años estará en libertad y no sé qué pasará. —murmuró preocupado.

—¿Y quién cuidó de ti desde entonces?

—Horfanatos, familias transitorias. De casa en casa hasta que tuve dieciocho y me pude ir a la calle por mi cuenta. Conocí a un tipo que vió que tenía talento, así que me acogió y me llevaba a las plazas para cantar y recolectar algo de dinero.

Yo no digo nada, sé que con cada palabra que dice se libera aún más. Solo asiento en silencio y Acaricio su cabello mientras él suspira cerrando sus ojos.

—Lo siento. —se incorpora frotando sus ojos— Tú ya tienes suficiente con tus problemas y yo vengo a cargarte con los míos. Me desubique. —murmura buscando su camiseta.

De pronto siento la ansiedad de abrazarlo, de hacerlo sentir bien. Y eso hago, tomo tu nuca pegandolo a mi apretando su cuerpo al mío en un abrazo.

Él queda rígido dos segundos con sus manos al aire, pero luego se pega a mi y me envuelve en un abrazo tierno.

Esconde su cabeza en mi cuello y de pronto escucho que comienza a sollozar. Acaricio su cabello suavemente sobando su espalda.

No digo nada, no hace falta. Ahora mismo siento que algo entre nosotros cambió.

Algo dentro de mi se rompe cuando se separa un poco y me mira con sus ojos cristalizados por las lágrimas.

Y entonces me reflejé en ellos. Vi su alma y la mía unirse por el dolor.

Mi pecho se contrae al verlo llorar, solo quiero llenarlo de mimos y que nadie más lo quiebre nunca.

Acaricié su rostro sonriendo levemente cuando él hace un puchero.

Jamás lo había visto así, tan transparente, tan vulnerable, tan humano.

De pronto la imagen que tenía de él antes se rompe, y solo puedo ver a Kevin. Este Kevin que es mi amigo, que me cuida y me contiene. Y que es más sensible que yo.

—Quiero que sepas que mientras yo viva, nunca más estarás solo, Kevin. —susurro en voz baja sin apartar mis ojos de los suyos.

Él sonríe y mira mis labios ladeando su cabeza para luego levantar la vista hacía mi.

—Mientras yo viva, haré lo que sea por hacerte sonreír. Tu sonrisa ilumina mi alma. —murmuró y yo inevitablemente me vuelvo a sonrojar como una niña pequeña.

—Lo bueno de tener alma, yo creo que la perdí hace mucho.

—Eso es mentira. —sonrió inclinándose hacia mi besando mi mejilla y el calor comenzó a recorrer mi cuerpo— Eres increíblemente sentimental, no puedes ocultarte de mi. Sé que tienes un gran corazón.

Enarco una ceja mirándolo fijamente con una sonrisa ladina.

—Crees conocerme, pero apenas sabes mi nombre.

—Enseñame lo que no sé de ti.

Kevin me gustaba, no lo admitiría jamás, pero si que me gustaba.

Me atraía su forma de ser, era como un imán para mí mal humor y aún así jamás se enfadaba conmigo.




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