Giuliana y John no habían llegado a donde lo habían hecho por simple suerte, sino que en verdad eran tremendamente dedicados a su trabajo, de modo que una vez que a Giuliana se le había pasado la ira en contra de Zabrit, se había sentado con John a discutir el contrato de aquel majadero y a decidir a quién iban a asignar como responsable de aquella representación, pues si bien ellos eran la cabeza de la agencia, no podían hacerlo todo ellos mismos.
John rio y después de despedirse, fue a su propia oficina, porque como había dicho Giuliana, no era que él abandonase mucho aquel lugar, y de hecho, lo había escuchado en más de una ocasión cuando decía que en las noches era cuando su creatividad era más productiva.
Después que había revisado lo que tenía pendiente, Giuliana apagó el ordenador y estaba dirigiéndose a la puerta cuando su móvil repicó y rogó a quien estuviese a cargo que ninguno de sus representados tuviese algún problema, porque si era así, lo enviaría directo a comunicarse con el jefe del recién creado departamento legal.
Giuliana sintió que algo muy frío recorría su espina dorsal, pero intentó conservar la calma, algo que sería imposible al escuchar el apresurado relato de Don. Giuliana era una fría mujer de negocios, pero en aquel momento sintió que su ordenado mundo se hacía pedazos, y en cuanto terminó de hablar con Don, se deslizó hacia el piso y comenzó a llorar con desconsuelo. Si bien su vida no había fácil, pues su familia había comenzado a desintegrarse en cuanto habían pisado aquellas tierras y a la vuelta de unos años lo había hecho por completo, era perfectamente consciente de que la suya había sido un paraíso comparada con la de Jesse, así que comenzó un furioso pleito con Dios acusándolo de ensañarse con aquella pobre criatura, pero en algún punto entendió la inutilidad del asunto y comenzó a llorar de nuevo, y su angustia fue en aumento imaginándose mil atrocidades y los muchos peligros que podía estar corriendo su sobrina. Estaba tan inmersa en su abismo de desesperación, que no sintió que la llamaban, algo que en cualquier caso no habría esperado tampoco, porque si bien los chicos del departamento de arte o aquellos que trabajaban de forma muy estrecha con John, solían quedarse hasta muy tarde o incluso toda la noche, los de este lado, como llamaban a los del departamento de representación artística, en principio casi nunca estaban en el edificio, pues sus labores las efectuaban directamente con sus representados y debían ir con ellos a diversos lugares como entrevistas, vestuaristas o estilistas y no era usual encontrarlos allí casi a ninguna hora y menos a aquella, y en el caso de los administrativos menos aún, porque ellos sí se marchaban a la hora correcta. Giuliana no tenía idea de cuánto tiempo llevaba allí, pero cuando intentó ponerse de pie pensando que John la estaba llamando, su mundo comenzó a girar a velocidades indecentes.
Si bien alcanzó a decir aquello, y de hecho pensó que lo había gritado, no se enteraría de nada más.
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Aunque Jesse había comprendido todo lo que Mihailo y Jeff le habían dicho, siguió negándose a ir a casa, pero como tampoco podía estarse tranquila, comenzó a limpiar aquel enorme departamento y los chicos decidieron ayudarla, pues encontraban peligroso que se esforzase.
Si bien no entendieron bien lo primero, sí lo segundo, así que se dieron mucha prisa en limpiar y ordenar. Al y Nathan que también se aplicaba en la cocina, se hicieron cargo de aquello, y aunque ya era tarde cuando terminaron, lograron que Jesse comiese y luego Mihailo la hizo acostarse con el argumento que en los próximos meses serviría para casi todo. El bebé.
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En la casa de los Zazvic habían tenido una pésima noche y con la posible excepción de los niños, aunque eso no aplicaba a Jonathan, nadie pudo dormir, de modo que amaneció y todos seguían en el salón con aspecto de estar enfermos. Pero las cosas iban a complicarse mucho y por distintos motivos.
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Editado: 22.09.2022