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No entendía lo que estaba ocurriendo, pero ver a la abuela y hermana de Evolet no era para nada una sorpresa placentera.
Mucho menos, cuanto Emily se internó sin permiso en sus aposentos, hurtándole un momento tan especial, consiguiendo que la castaña saliese corriendo para comprobar lo que ante sus ojos seguía siendo un mal sueño.
Pero, no lo era.
De ninguna manera podía tomarse cómo aquello, cuando antes de perseguirla fue detenido por su cuñada solo para admirarlo de manera inapropiada y después decirle unas palabras, que, aunque no le sorprendían, eso dejaba más que claro que la guerra entre hermanas era un hecho.
«—Tarde o temprano regresará a los brazos que verdaderamente pertenece, porque usted iba a ser mi marido, solo mío»
Ni siquiera se tomó el trabajo de responder ante aquello, solo negó para de manera contundente deshacerse de su agarre, e ir tras la única mujer que merecía toda su atención.
Hallándola en los brazos de su padre inconsolable, mientras sus hermanos y madre la observaban de lo lejos sin acercarse, y la abuela de esta admiraba la escena con patente hastío a punto de levantar el bastón, seguramente para recordar viejos tiempos.
Y de ninguna manera dejaría que eso ocurriera.
Sobre su cadáver la volvería a maltratar.
Se aclaró la garganta haciéndose notar de su padre, que lo observó de manera penetrante, y devolviéndole el escrutinio de la misma manera accedió a cederle a su esposa.
Esa que, al verlo, como si fuese una niña pequeña saltó a su regazo, sin importarle estar casi desuda quedando con la piel de sus piernas expuesta enrolló estas a su cintura, y sin mayor complicación metió la cara mojada en su cuello, amortiguando de esa manera los sollozos que no cesaban.
—Ya, mi loquita —dijo en un susurro, besándole el cabello —. Si quieres nos vamos —no quería verla de esa manera.
El cuerpo se le puso rígido ante su sugerencia.
Hasta levantó la cabeza, mostrándole su rostro hinchado y enrojecido.
Observándolo con los ojos inyectados en sangre, que le hicieron retorcer la boca del estómago, con la firme intención de responderle y solo pudo boquear, porque otra voz se alzó en medio de ellos.
Tensando el ambiente de manera abismal.
—Siendo la misma desvergonzada de siempre —la pedantería en cada letra —. Deja de hacer un espectáculo que no te sienta, y ve a adecentarte que no hice un vieje para apreciar como terminas de amarrar a tu marido, Evolet del perpetuo Socorro —en respuesta intentó bajarse de su regazo, pero no se lo permitió.
—Óigame, vieja bruja —esa fue Aine —. No le hable asi a mi hermana —parecía que fuera a echar fuego por la boca.
—¡Aine! —trató de reprenderla su madre, pero le resultaba difícil cuando claramente no estaba a gusto con lo que escuchaba —¿Qué se te ha enseñado sobre respetar a tus mayores? —espetó tratando de regular el tono.
—Que se deben de tratar de la misma manera que ellos lo hacen, porque la edad no da indulgencias con respecto a la decencia —Alistair la aplaudió, a la vez que carraspeó cuando recibió una mirada fulminante de su progenitora.
—Si me permite indicarle —de nuevo doña Guillermina —. esa niña necesita un correctivo, antes de que se vuelva un dolor de cabeza insostenible.
—Cosa que no le afecta, señora Guillermina como tampoco el comportamiento de mi mujer, porque ninguna de las dos es de su incumbencia —Evolet se apretó más contra su cuerpo, cuando escuchó que salía en su defensa —. Asi que, le pido encarecidamente que se ocupe de lo que realmente le afecta, como lo es su nieta la señorita Emily Wrigth, que no conoce el significado de privacidad —el silencio que le siguió fue denso —. Es bienvenida si recuerda su lugar —si no tenía las puertas abiertas para retirarse —. En su debido momento mi esposa le dará la bienvenida, el cual no es ahora porque es temprano, y aún estamos en proceso de seguir descansando, por eso nuestras fachas —ni siquiera se había puesto el sol del todo, y lo explicaba por sus parientes.
Mas nada.
» Con su permiso, y debido respeto nos retiramos a nuestros aposentos —sin más que añadir, aun con Evolet cargada regresó por donde habían salido, agradeciendo que no estuviera Emily cuando hicieron camino de vuelta, ya que se la toparon en los pasillos con los ojos brillando de ira pura.
Ni bien estuvieron de nuevo con la privacidad del caso se permitió soltarla.
Pero, esta no se apartó de su cuerpo.
Por el contrario, enterró el rostro en su pecho respirando con dificultad, mientras agradecía que el llanto hubiese cesado.
Por eso, sin decirle nada.
Solo atrayéndola más a su cuerpo entendiendo en parte su actitud, pero algo le decía que había más.
Mucho más.
Solo que, si ella no estaba preparada para contárselo, no era quien para obligarle forzando sus tiempos.
Como pudo la regresó al lecho, tapándola con las sábanas cuando la tuvo recostada sobre su cuerpo.
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Editado: 20.05.2023