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(Londres – Inglaterra)
Portman Palace.
Febrero de 1808…
Una palabra.
Una sola maldita palabra se necesitaba para describir lo que había sido su relación con Evolet, desde la llegada de sus muy preciadas parientes.
Declive.
Toda parecía estancando, o bien sea sin algo positivo que añadirle a sus días.
Lo seguía mirando con adoración infinita.
Diciéndole palabras subidas de tono, que después la hacían sonrojar por su lengua tan larga que no podía parar.
Eran un matrimonio en todo el sentido de la palabra, incluyendo las noches de pasión, donde no podían tener las manos alejadas del otro.
Todo viéndose bastante bien desde ese punto. No obstante, sabía que algo ocurría y no quería decírselo.
Notándolo en la manera, que acechaba la relación que habían fomentado en esos meses Alistair y Emily.
Como su hermano parecía cada segundo que pasaba embelesado por ella, mientras tenía actitudes poco amables con su esposa, cuando desde un inicio quiso hacérselas de protector.
Claramente se había dejado influenciar por una cara bonita.
Y de eso llevaban alrededor de dos meses.
Ya habiendo retornado a Londres, sin poder seguir huyendo de las obligaciones.
Teniendo que asistir a las veladas que eran invitados, sirviéndoles de chaperones a Emily, al querer conocer todo lo que se había perdido por culpa de su hermana.
Alegando que de alguna manera se lo debía por robarle el marido, y lo peor del caso es que lo había dicho en pleno desayuno con todos presentes.
Siendo avalada por Alistair.
¿Cómo no notaba la arpía que lo estaba asfixiando con sus encantos superficiales?
Era hermosa.
Eso nadie se lo negaba.
Pero, ahora que había dejado al descubierto su comportamiento disfrazándolo de bromas sin sentido, es que reafirmaba que Evolet no era la mala de la historia.
Mas bien resultaba la victima de ese par de arpías que tenía como abuela, y hermana.
Porque la primera no se quedaba atrás.
En un par de ocasiones le recordó su lugar, porque quería tomar a Evolet de su sirvienta cuando ella seria la ama, y señora de todo lo que estaba gozando por su hospitalidad.
Sin importar sonar humillativo.
Después de todo, la señora no se cortaba a la hora de mandarla como si fuese la señora Mera, que se había puesto a su servicio desde el minuto cero de su aparición.
En todo caso, y con aquello analizado, continuaba con la zozobra de que su relación estaba en algún punto estancada.
Corroborándolo cuando en pleno salón de baile, tras estar reanudado apariciones sociales.
Siendo esta vez en la residencia del vizconde de Portman, y teniendo más de la mitad de las mujeres pestañeando en su dirección, simplemente desapareció sin darle importancia cuando tuvo la certeza de donde estaban sus nuevas amigas.
Teniendo una afinidad especial con Lady Ailia Thomson, cuando fue la única que hizo acto de presencia en su reunión de fin de año.
Y se repetía, que eso no le disgustaba.
Ni siquiera era lo que lo tenía asi de pensativo, si no el hecho de que aparte de dejarlo solo, también andaba acechando a Alistair, mientras el hacía lo propio con ella.
No perdiéndole pisada de ninguno de sus movimientos como en días anteriores, que hasta le había comentado al respecto, y parecía nerviosa por su acotación, pero solo salía con la excusa de que no le gustaba que dejara de hablarle cuando ya lo consideraba un hermano, y que hasta que no le dijera la razón, no lo pensaba dejar de acechar.
¿Qué si le afectó?
Le dolió como la mierda.
Sin embargo, no le parecía tan descabellada su respuesta, cuando el cambio de actitud no había pasado desapercibido para nadie.
Ni siquiera para su padre, que una vez le comentó que debía de averiguar por qué de la actitud de su hijo menor, antes de que se entrometiera en asuntos que no le competían, porque la muchacha se ganó su voluntad, y no le parecía justo que la trataran de esa manera, y la haría respetar como fuera.
Sencillamente no le dejó elección, empezando porque tampoco la tenía desde que veía vital que se abriera en ese aspecto.
¿Qué le ocurría exactamente?
Tras una bocanada de aire, y pedirle al grupo de disolutos que entretuvieran a sus amigas para no ponerla sobre aviso, o que le dieran alguna traba pudo internarse por los pasillos, siguiéndola sin que se diese por enterada.
Algo sencillo, teniendo en cuenta que lo despistada nadie se lo quitaba.
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Editado: 20.05.2023