Capítulo V
Historia del pasado
Kantu volvió a despertar en cama, a su alrededor estaban sus amigas, buscó con la mirada y no vio ni a su abuelo ni a Derick.
—Derick se fue en la madrugada, ya sabes por el amanecer, dijo que vendría en cuanto se ocultase el sol… seguro que en unas pocas horas estará aquí, no te preocupes —habló Dánae.
—¿Y mi abuelo?… ¿Cómo está? ¿Dónde está? ¿Está bien? —preguntó alterada por su preocupación.
—Tranquilízate, él está bien, solo… está en el hospital… por el golpe que recibió anoche. —Kantu se levantó aun sintiéndose débil.
—Quiero verlo.
—Aún estás débil —dijo Dánae.
—¡No importa! Quiero verlo.
Sus amigas no pudieron hacer nada por detenerla así que solo la ayudaron a alistarse y la llevaron a ver a su abuelo, quien dormía por los anestésicos que había recibido. Kantu estaba impactada al ver a su abuelo así en cama y en el hospital, trajo a ella recuerdos del pasado que prefería no recordar.
—No te preocupes —dijo Diana—. Derick se encargó anoche de borrarle la memoria sobre lo ocurrido con el golem. —Kantu seguía pasmada viendo a su abuelo—. Vamos a dejarla sola un momento. —Se llevó a Dánae con ella dejándolos solos, esa escena le recordaba a Kantu lo ocurrido con su madre cuando ella también estuvo en el hospital luchando por su vida, volvió a revivir esos sentimientos, la tristeza, la desesperación, el dolor de ver a alguien que amaba en un hospital. Sentía que el corazón le latía con fuerza, las manos le temblaban y respiraba agitada, tenía un nudo en la garganta que le molestaba y sabía quién era el culpable de todo.
—Discúlpame, abuelo —dijo entre lágrimas—. Lo lamento tanto, tanto. —Se acercó a darle un beso y entonces tomó valor—. ¡Adael! Él es el culpable de todo —sin decir más salió rápidamente hacia el bosque adentrándose en lo profundo, estaba furiosa, habían lastimado a la persona que más amaba en la vida, sentía que la sangre le hervía, estaba dispuesta a todo y no le importaba lo que pudiera pasar—. ¡Adael! —gritó al vacío—. Adael, ¡sal de donde estés!, Adael… Adael —lo llamó sin parar incontables veces—. ¡Maldito desgraciado! —Se sintió molesta al no tener respuesta y entonces…
—A qué se deben tus gritos, humana, podría oírte hasta en el inframundo. —Adael estaba muy tranquilo apoyado como siempre contra un árbol, ella al verlo tan tranquilo se lanzó contra él sin recibir respuesta—. ¡Eres un maldito desgraciado! —lo amenazó con el broche—. No te vuelvas a meter con mi abuelo o mis amigos, ¡la cosa es conmigo, no con ellos! —Él la miró serio, acercó su mano hacia la mano de ella, con la cual lo amenazaba, y cerró fuertemente el puño de ella sintiendo una leve quemadura en su mano al tener contacto directo con la energía del broche, aun así no la soltó.
—¿Viniste hasta aquí solo a decirme eso? —dijo Adael mirando fijamente a Kantu como si la quisiera hipnotizar.
—Derick me dijo cuál es tu plan —le replicó ella—, quieres cargar el broche con energía negativa para así recuperar tus poderes sellados, cosa que no entiendo, qué poderes más puedes querer o tener si ya eres fuerte. —Ambos se miraban fijamente.
—¿Derick?… Ese nombre me irrita. —Parecía estar molesto, apretó aún más la mano de Kantu, haciendo que esta se quejara por el dolor que le produjo—. Le queda mejor… el traidor —dijo serio.
—¿Por qué es un traidor? ¿Porque ayudó a sellar tus poderes? —le increpó sin importarle la presión que sentía en la mano—. Para qué quieres más fuerza. —Adael comenzó a reír a carcajadas.
—¿Que él ayudo a sellar mis poderes dices? —siguió riendo—. Escucha, humana, él no ayudó a sellar mis poderes… lo que hizo fue traicionarme por la espalda, ¡como los cobardes! —Soltó la mano de Kantu sin alejarse de ella—. Y por qué quiero recuperar mis poderes no es asunto tuyo, humana.
Kantu se quedó mirándolo, no entendía por qué le decía eso, acaso ellos habían sido cercanos en el pasado. Pensó en por qué Derick no quería contarle nada de cómo se convirtió, ni lo que realmente había ocurrido cuando sellaron los poderes de Adael.
—Te daré el broche pero deja en paz a mis seres queridos —le dijo más tranquila, él sonrió.
—Me darías el broche que salva al mundo de los seres malignos como yo por tus amigos —le dijo sarcásticamente—, cómo se nota que no sabes nada del broche, ni de tu misión, ni de lo que significa ser la elegida. —Acercó su rostro hacia el de ella hasta quedar prácticamente nariz con nariz, frente a frente, haciendo que el corazón de la muchacha se acelerara, ¿acaso estaba nerviosa por su cercanía?—. Eres extraña… humana. —Ella podía sentir su respiración, su aliento rozando su rostro—. El broche no me sirve si me lo das así nada más, eres tú quien debe absorber la energía negativa para que este recupere su poder, solo ahí… te lo quitaré. —Adael acercó aún más su rostro, sus labios a los de ella, ¿qué era lo que pretendía?… Estuvo a punto de besarla cuando apareció Derick saltando sobre él.