Adael Luna de Sangre

CAPÍTULO XII Más enemigos

Capítulo XII

Más enemigos

 

—Muy bien… concéntrate… ahora… ¡Terra vitae! —Diana practicaba sus hechizos, logró por fin ser uno con la naturaleza, hizo crecer una pequeña planta en un gran arbusto, el cual podía manejar como si de brazos se tratara. Arregló su ropa con ayuda de las ramas, luego la volvió a su tamaño normal, se sentía muy feliz con su progreso, ya no le costaba tanta energía manejar su elemento tierra—. ¡Bien! Al menos ya puedo manejar mejor las plantas y la tierra. —Se había pasado muchas noches practicando sin poder dormir bien, su deseo era convertirse en una mejor bruja para poder ayudar a proteger a los suyos de eventos peligrosos que sabía vendrían pronto. Vio la hora y se dio cuenta de que ya estaba a punto de amanecer así que se acostó para poder dormir un poco. Unas horas después sintió una luz brillante que molestaba sus ojos, trató de taparse para poder seguir durmiendo pero no lo consiguió, así que abrió los ojos. Sentado en la ventana pudo divisar a una criatura brillante, con túnica blanca, cabello claro largo y enormes alas blancas, la estaba mirando. «¿Seguiré dormida?», pensó ella. Volvió a cerrar los ojos y al abrirlos nuevamente la criatura seguía en la misma posición, se levantó asustada—. ¡No puede ser! —exclamó—, me morí y no me di cuenta… me morí… me morí —comenzó a entrar en desesperación—. ¿Por qué?… Me morí, ¿cómo pude morir? —sollozó.

—No te moriste. —La criatura se paró y se acercó a ella un poco—. Solo quería hablar contigo.

—¿Qui… quién… eres?… ¿Vienes a llevarme?… ¿Me moriré? —seguía en shock.

—Soy yo, Diana, ¿no me reconoces? —Se acercó y tocó su cabeza, ella cerró los ojos asustada, luego los abrió más tranquila al sentir la paz en que la envolvía tal ser, lo miró de frente y vio un hermoso rostro que brillaba igual que la mañana de aquel día.

—Á… Ángel —por fin dijo—, pensé que había muerto o estaría soñando —respiró aliviada.

—Es cierto, nunca me viste en mi verdadera forma —se paró erguido—, siempre olvido que Kantu me dijo que debo aparecer con forma más humana. —Retrocedió un poco tirando algunos libros del escritorio con sus enormes alas. Diana despertó del shock al verlo tan hermoso.

—Tranquilo, no te muevas o romperás todo —le dijo, así que Ángel tomó su forma humana—. Kantu ya me contó todo… te ves bien… como humano —expresó con timidez.

—¿De verdad? —preguntó modelando mientras se veía al espejo.

—Sí… ¿pero no sería mejor que guardaras tus alas? —respondió sin dejar de verlo.

—Sí, lo lamento… es la costumbre, eso de estar yendo de dimensión en dimensión es algo pesado. —Desapareció sus alas ante la atenta mirada de la muchacha, en su verdadera forma era realmente hermoso y con apariencia humana se veía aún más guapo, pensaba en lo increíble que sería tener un novio así.

—¿Te encuentras bien? —preguntó Ángel mirando de cerca su rostro, algo que sorprendió a Diana, quien se alejó de él sonrojada—. Diana…

—Estoy bien, es solo que no dormí bien, ¿sobre qué querías hablar conmigo? —Se puso a arreglar la cama, que estaba hecho un desastre, en realidad solo quería dejar de verlo y evitar los nervios que sentía de tenerlo tan cerca.

—Quiero que ayudes a Kantu con una limpieza con hierbas, inciensos y demás, tus habilidades son buenas, creo que puedes ayudarla. Todos estos días estuve entrenándola pero no he visto progreso en ella, así que creo que algo dentro de ella es lo que le impide hacerlo o alguien quiere impedir que lo haga —dijo algo preocupado.

—Claro, intentaré hacerlo, aunque no estoy segura de poder lograrlo.

—Yo creo que sí lo lograrás —sonrió—. Ahora mejor me voy, Kantu debe de seguir durmiendo, necesito que entrene más, dejarse engañar por un duende —suspiró—, por favor, trata de que sea lo más pronto posible —dicho esto se transformó en forma de luz y desapareció.

—Kantu tiene suerte, tiene a Derick que la ama, tiene a Ángel que es su guía y cuida de ella, incluso hasta al antipático de Adael, quien ahora también la protege sea para sus fines propios o no —Diana suspiró sentada en su cama—. Bueno, ella ha sufrido mucho después de todo. —Tomó el libro que su tía Medea le había dado y buscó cómo hacer una limpieza de energía para Kantu—. Bien, tengo los inciensos, mmm… me faltan algunas hierbas, le diré a Dánae que me acompañe y… —En ese momento la madre de Diana entró, vio sus inciensos y el libro, la miró sorprendida.




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