Adael Luna de Sangre

CAPÍTULO XV Ataque unido

 

Capítulo XV

Ataque unido

 

Kantu despertó reconfortada, no sabía si era por la charla con Adael o simplemente porque había expresado los sentimientos que la atormentaban. Se levantó de mejor humor, vio un perro negro durmiendo profundamente al lado de su cama, se agacho y lo acarició.

—Jerath. —Despertó sobresaltado convirtiéndose en hombre—. Perdón, no quise asustarte —le dijo ella.

—Ya amaneció, no me di cuenta.

—¿Adael te pidió que te quedaras aquí?

—Sí, me dijo que no querías estar sola y que te acompañara.

—Gracias, Jerath, dale las gracias también a Adael.

—Sería mejor que se las dieras tú misma.

—Tal vez más tarde, después de ir a recuperar algo que enterré hace años.

—De acuerdo, se lo diré a Adael, nos veremos después.

Jerath se transformó en búho y salió volando por la ventana, Kantu se sentía fresca, relajada y alegre, como cuando expresas algo que te atormentaba y cargabas con pesadez y por fin lo dices y sientes que ese peso desaparece. Así estaba ella ese día, con ganas de hacer las cosas bien.

—Ángel, no piensas venir temprano hoy. —Él se hizo presente.

—¿Te levantaste temprano? —tocó su frente.

—Sí, así que ahora cuando el abuelo se vaya seguiremos con el entrenamiento, ya es hora de hacerlo seriamente, me esforzaré. —Ángel la miraba extrañado.

—De… de acuerdo…, Kantu… lamento lo que ocurrió ayer.

—No tienes por qué disculparte, es algo que está en mí, así que no tienes por qué estar preocupado.

—Claro que sí, soy tu guía, quien se supone debe ayudarte a entrenar, ser fuerte y protegerte de todo mal.

—Y lo haces, créeme —le sonrió sinceramente—. Después de charlar con Adael me sentí mucho mejor, sin querer me di cuenta de que tenemos más en común de lo que pensé, ayer me mostró un lado que nunca pensé ver —Kantu involuntariamente sonreía y su voz tenía emoción, alegría al hablar, Ángel volvió a mirarla pero esta vez con preocupación.

—¿Es por eso que estás feliz hoy?, ¿porque según tú Adael tiene un lado bueno?

—No dije eso, solo digo que me sentí mejor después de hablar con él.

—Tus emociones empiezan a traicionarte, creo que deberías ser más sincera con Derick.

—No sé por qué me dices cosas que no entiendo, Ángel, yo quiero a Derick sinceramente.

—Insisto en que seas más sincera y honesta contigo misma, la verdad prefiero a Derick en términos de que tiene un origen humano y tal vez tu relación con él pueda tener futuro, aunque incierto… pero…

—¿Pero qué? —expresó ella, ambos se miraron fijamente—. Dímelo.

—Pero si amaras a un ser como Adael tendrías un final… terrible del cual no podría salvarte. —El gesto que Ángel lucía era tétrico y fruncido, como cuando alguien visualiza un futuro catastrófico y cruel. Kantu sintió una corriente recorriendo su cuerpo, sintió que la piel se le erizaba al ver la expresión de Ángel y sobre todo al recordar la pesadilla que había tenido.

—No… no te preocupes, eso nunca pasará, ya te lo dije… Adael sigue estando lejos de lo que quiero para novio, yo tengo a Derick. —Agachó la cabeza para que Ángel no pudiera ver su rostro, en ese momento su abuelo tocó la puerta para decirle que ya estaba listo el desayuno. Kantu agradeció la acertada intromisión de su abuelo, pues no quería seguir hablando con Ángel de Adael y su terrible futuro si llegara alguna vez a verlo con otros ojos que no fueran de enemigo o simple aliado. Bajó rápidamente y al irse su abuelo empezaron con el entrenamiento de nuevo.

—Bien, concéntrate y trata de llevar esa energía a tus manos —le indicaba Ángel, Kantu se concentró e hizo lo que dijo, por fin logró sentir su energía, sintió cómo recorría su cuerpo, se concentró en enfocarla en sus manos. Al abrir los ojos vio una pequeña luz blanca entre ellas, Ángel le sonrió demostrando su aprobación, aunque era pequeña ya era un avance, ella estaba feliz pero no le duró mucho ya que sintió que su cuerpo se debilitaba y entonces se desvaneció.

—¿Qué me pasó? —Kantu miró la hora en su pequeño reloj de mesa, el atardecer había llegado.

—Te desmayaste después de lograr enfocar tu energía, aún necesitas entrenar más. —Ángel se paró frente a ella.

—Lo lamento, parece que aún no puedo hacer lo que pides.

—Claro que no, pudiste hacerlo hoy, solo necesitas practicar más, eso es todo —sonrió—. Tu determinación hará que lo logres.




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