ADAPTACIÓN - Título, Prólogo y Dedicatoria

ADAPTACIÓN

CUENTOS PARA LEER BAJO LA LUNA, EL SOL Y CON ECLIPSE

ADAPTACIÓN
Cuentos para leer bajo la luna, el sol y con eclipse
Augusto Leonardo Neve
Editorial Dunken
Buenos Aires
2020
Hecho el depósito que prevé la ley 11. 723
Impreso en la Argentina
© 2020 Augusto Leonardo Neve
e-mail: augustoneve7@hotmail.com
ISBN en trámite
Impreso por Editorial Dunken
Ayacucho 357 (C1025AAG) - Capital Federal
Tel/fax: 4954-7700 / 4954-7300
E-mail: info@dunken.com.ar
Página web: www.dunken.com.ar

Dedicatoria
A mis padres, por brindarme todas las herramientas
que supieron poner a mi disposición. Tener oportunidades
es una parte fundamental del aprendizaje. También están
el acompañamiento y la libertad de elección. Y fortalecer el
ego, para ir en búsqueda de esas oportunidades.
Sean padres, dediquen tiempo a sus hijos, que es allí
donde están construyendo un futuro mejor. Eduquen desde
el amor, desde la inocencia. No teman a que “sea un boludo”.
Como dijo Roberto Fontanarrosa: “El verdadero hombre
inteligente es el que aparenta ser boludo delante de un
boludo que aparenta ser inteligente”.
A las maestras, las que me enseñaron y acompañaron
con calidez, con libertad, las que me enseñaron a aprender
y a pensar. Y también a las que por exigirme atención no
querían que esté “mirando la luna”.
Al sistema educativo que nos encierra, que nos convierte
en trabajadores de una industria que equilibra “para abajo”.
Una sociedad feliz será aquella en la cual cada uno pueda
perseguir su vocación; seremos mejores en aquello que nos
apasiona; seremos más útiles para la sociedad y, por lo
tanto, también seremos personas más serenas, pensantes,
bondadosas y amaremos más. No olvidemos que todos somos
diferentes.
A los amigos, que nos hacen sonreír. Que van y vienen
en la vida. Que no se eligen, se trabajan. Que nos bancan
cuando nos ausentamos o cuando estamos mal. Que no
nos piden nada cuando lo necesitan. Que nos inspiran.
A mi mujer, que me lleva siempre para adelante, soporta
mis malos humores y piensa en mi felicidad, incluso más
que yo. Te amo.
A mi hija, que me llena de orgullo, de amor, de cariño y
felicidad. Y quien cada vez que me pide que le lea un cuento
antes de dormir, ilumina de esperanza ese camino del futuro,
que a veces cuando crecemos comenzamos a ver borroso.
Por cada juego que nos recuerde las cosas esenciales
de la vida. Jugar, siempre jugar.
A mí, por no renunciar a mis sueños. No hay edad. Hay
que soñar y luego hay que hacer. Todo llega.
Estos cuentos comenzaron a escribirse hace algunos
años, por placer o necesidad. Y esta compilación surgió
como un objetivo a cumplir durante la cuarentena de 2020,
por los mismos sentimientos. Gracias.

Prólogo
Todos soñamos. Al sueño no le importa tu clase social,
tus éxitos o tus fracasos. Si sos famoso o un desconocido.
Ni qué tipo de persona seas. Todos soñamos. Y en ellos,
aparecen nuestros miedos y nuestras esperanzas.
Todo comienza con uno de ellos. Si tenés suerte, soñarás
de joven y conocerás rápidamente tu vocación. Aunque
tal vez el sueño surja más adelante, no se sabe; hay que
estar siempre atento.
Luego está el que se hace cargo de su sueño. Y los que
no, puede ser porque no pueden, porque no quieren, porque
no se animan, o vaya a saber qué circunstancias nos
topan en este mundo. ¡O, a ver quién es tan “machito” y se
anima a señalar con el dedo! Hay que ser muy valiente para
perseguir un sueño.
Si hablás con alguien en apariencia consagrado, seguramente
no se olvidó de aquel sueño que lo motivó a ser
quien es. Y todavía tenga algunos que cumplir. Porque el
camino no es una línea recta. Requiere de una buena muñeca
al volante, de mucho esfuerzo. Dos pasos adelante,
uno para el costado, tal vez uno para atrás, uno para el
otro costado y luego volver a avanzar; y así. Si fuese tan
fácil, cumplir un sueño dejaría de ser un desafío.
En mi caso, no sabía que soñaba. Empecé a escribir.
Luego tuve la suerte de poder estudiar. Luego trabajé. Luego
hice radio. Eso me movilizó muchísimo… entrar por primera
vez a un estudio de radio. No me olvido más. Era eso
y nada más. ¿Cómo nunca pensé en cómo era un estudio
de radio? Escuchaba mucha radio, a la noche, cuando me
iba a dormir. Una de esas pequeñas que llevan dos pilas y
solo se escuchan por los auriculares. También hacía grabaciones
de música en cassettes, de un lado “lentos” y del
otro “rápidos”.
Mi abuelo fue músico de radio El Mundo en la época
dorada, donde luego de muchos años tuve un sencillo programa
semanal. Pero antes de eso, nunca había pensado
en estar en la radio; hasta que entré a un estudio y no salí
por muchos años. Me ayudó mucho, fue una ¿terapia?
De una manera u otra siempre escribí. Desde muy chico.
Lo primero que recuerdo es un cuento de personajes
miniatura que vivían dentro de las paredes de una casa. No
eran ratones, eran personas pequeñas. Fueron solo unas
líneas, en una vieja libreta roja de no más de diez centímetros
de alto por cinco de ancho que me había regalado mi
mamá. Y creo que escribí lo que vi en un dibujo animado,
aunque no recuerdo cuál. ¿Alguno lo vio?
Estaba soñando sin saberlo. Pero tampoco fui consciente
que quería ser escritor. De hecho, en el secundario mis
opciones eran Abogacía, Psicología o Publicidad. ¿Qué tendrán
que ver una con la otra? Bueno, todos están medios
locos, pero más allá de eso no veo algo en común.
De más grande me sentaba a escribir cuentos. Me gusta
leer cuentos. Historias, aventuras, detectives, misterios,
Agatha Christie (Con “Diez Negritos” a las dos de la mañana,
miraba de reojo a mi alrededor). Porque en los cuentos,
es muy importante el lector. La influencia de sus emociones
hace que el cuento sea bueno o malo, que genere o no. Y el
cuento acompaña esa aventura emocional.
“Ser escritor”, me da un poco de vergüenza decirlo. Y
hasta me creo un irrespetuoso. “Ser escritor” es otra cosa.
En mi caso, arranqué escribiendo un libro: este.
adaptaci ón. cuent os pa ra lee r ba jo la luna , el sol y con eclipse 11
Pero vuelvo a los sueños. Entiendo que es lo único que
nos queda en común a los seres humanos. Es lo que nos
moviliza, lo que nos alienta o nos aterra. Cuando estás vos
y la almohada, nadie te defiende si tenés una pesadilla,
seas rico o poderoso, te vas a despertar. Y si sos pobre, un
sueño puede darte una oportunidad para salir adelante en
la vida, no en búsqueda de la riqueza, sino de la felicidad.
El individualismo nos ha ganado. Son más humanos
los sueños que nosotros como especie. Estamos haciendo
un mundo horrible. Con grandes bellezas que merecen conocerse,
es cierto. Pero con atrocidades tan aberrantes que
opacan con justicia todo lo bueno. Somos la raza superior
y el virus a la vez. Nos matamos, nos violamos, nos drogamos,
nos despreciamos, nos maltratamos, nos mutilamos.
A nosotros y a todo lo que nos rodea. Somos nosotros y el
mundo, no aceptamos ser parte de él.
Y a los restantes, los que nos creemos que no hacemos
mal alguno, pareciera que vivimos en un mundo paralelo,
donde nada de eso ocurre. Está pero no lo queremos ver.
Solo lo compartimos en redes sociales para salvar nuestra
culpa. Lo que no cabe duda, es que todos, pero todos, soñamos.
Por eso creo que pueden salvarnos. Creer en los sueños.
Creer verdaderamente que nuestros sueños pueden hacerse
realidad. Aunque dudes, aunque te retuerzas, aunque te
niegues, tu sueño está ahí, a veces oculto, a veces insistente.
Para que lo busques o para que lo aceptes. No te va
a dejar en paz. Para que avances en tu vida o para que la
cambies por completo. Sin excusas, sin importar lo que te
llevó hasta allí. Si fuiste malo, sé bueno. Si fuiste bueno y
te sentiste tonto, seguí siendo bueno. Si en una sociedad
enferma te sentís un poco tonto, es que estás por el buen
camino.
Ya me siento un poco tonto diciendo todo esto, pero bueno,
es mi libro.
Deseo que disfrutes de estos cuentos y puedas esta noche
soñar.
Intentemos hacer las cosas lo mejor posible que a la
larga, todo llega. Un abrazo a todos.